22.3.11

Reseña: Carne y Piedra, Richard Sennett, Alianza editorial, Madrid, 1997, págs., 454.

Richard Sennett, es un sociólogo e historiador norteamericano vinculado a la llamada escuela filosófica del pragmatismo, y a las Universidades de Chicago y Harvard donde obtuvo su doctorado. Entre sus obras se encuentran: La corrosión del carácter: las consecuencias personales del trabajo en el nuevo capitalismo, 2006; La cultura del nuevo capitalismo, 2007; y El artesano, 2009. El libro que se reseña tuvo su primera versión en el año 1992; en la traducción al español, y en su introducción el autor nos indica que “Carne y Piedra es una historia de la ciudad contada a través de la experiencia corporal de las personas” siendo el sentido que el autor involucra en cada una de sus reflexiones. El libro se encuentra estructurado en tres partes con un número de diez capítulos, finalizando con la conclusión; además de otros apartes como son las notas, la bibliografía, el índice analítico, y una serie de imágenes que conforman el conjunto del texto. Con respecto al título Carne y Piedra, encontramos una relación directa al trasegar del hombre en el espacio geográfico y sus vinculaciones con el entorno, el cuerpo inmerso en los avances y fracasos de la humanidad, y sobre todo su poder para construir ciudades y adaptarlas a su vida cotidiana en relación al amor, el odio, la convivencia grupal e individual, la familia, la política, la alimentación, el aseo etc., desde la Atenas de Pericles, hasta la New York del Siglo XX.

La erudición de Sennett hace posible identificar su apego a las disciplinas de las Ciencias Sociales, para dilucidar su pesquisa a través de la evolución del hombre en diversas épocas y lugares. La exposición que realiza el autor, esta dirigida de una forma transversal, mostrándonos como la sociedad en lo que especifica como inmediato en la historia, se va constituyendo como eje de importancia para transformar algunos espacios y sus relaciones, en uniones o rupturas transgresoras frente a las características sociales anteriores. En ese orden de ideas, diversas acciones de lo seres humanos entran en ese espectro de unión o ruptura: movimientos políticos y sociales, guerras, descubrimientos, avances de la ciencia, entre otras, las cuales nutren los espacios de representación humana caracterizados por la ciudad enmarcada en diversas disposiciones y cambios.

La primera parte titulada Los poderes de la voz y la vista, recrea los momentos trascendentales en que Grecia, y su ciudad Atenas, entrega una organización de la ciudad determinada por la importancia de la palabra, la discusión, y el argumento, además por la necesidad de embellecer y exhibir el cuerpo masculino en medio del arte, la política y la sociedad en general, es decir, el cuerpo como veneración y exaltación de la humanidad. Para el caso de Roma, Sennet nos presenta la exaltación de las imágenes y lo visual en el entorno social, político y cultural de una ciudad encumbrada como centro de poder e imperio dominante, en este caso la Roma del emperador Adriano, explicando como la obsesión por las formas geométricas con respecto a la disposición simétrica de la anatomía humana, dio como resultado una planificación de la ciudad imperial.

Igualmente, hay una identificación sobre las formas en que los romanos del periodo estudiado, asumen un imaginario en dirección a lo gráfico, por ejemplo, en los experimentos llevados a cabo en la planificación de las diversas ciudades dominadas, repitiendo el prototipo romano buscando mantener su esquema mental en las regiones subyugadas, es decir, llevando el imperio a los conquistados con todo su alter ego. Por otro lado, la geometría del espacio de la ciudad romana transmitía disciplina al ordenar los movimientos corporales y al comunicar la exigencia de la mirada, la subordinación y la credibilidad. Finalmente, dedica Sennett su último capítulo de la primera parte, al desafío de estos valores -los romanos- por parte de las comunidades cristianas, cuyo incremento fue progresivo, estableciendo transformaciones con respecto a la vivencia del tiempo y del espacio debido a su concepción peregrina de la vida terrenal, buscando a un solo Dios, y a la necesidad de separarse de la vida mundana a través de la mortificación del cuerpo, entre otras cosas, para ganar la "gracia divina" y obtener la vida eterna, toda una caracterización relevante que posibilita al lector sumergirse en esos orígenes del cristianismo y sus imbricadas relaciones con un imperio decadente en medio de una tradición que involucraba muchas acciones de la cotidianidad, siempre expresadas en medio de un sistema urbano impuesto bajo la privacidad y lo público en medio de las ciudades.

La segunda parte titulada impulso del corazón, expone los diversos movimientos y cambios asumidos por las sociedades en la Edad Media con el avance del cristianismo y el auge de las economías generadas por los artesanos y por el comercio, actividades para ese entonces más dignificadas, ya que en la antigüedad, principalmente en Grecia y Roma, eran consideradas inferiores. Caracterizando al ciudadano medieval al encúmbralo como un ser económico, mientras que el “antiguo”, su antecesor, era hombre político. Se privilegia en este análisis de Sennett el movimiento ligado a la relevante actividad y a la expansión de la violencia cotidiana en las ciudades y de las guerras que afectaban, ante todo, a los pobladores campesinos, un mundo de cambios que se reubicaba en ciudades recién construidas. Los fenómenos expuestos están ligados con el movimiento en el cuerpo humano, prototipo que toma auge en esa época a raíz de las publicaciones realizadas por Galeno y por De Mondeville, las cuales indican, de una u otra manera, la distribución y movilidad de los calores y los fluidos. Las sociedades concretas objeto de estudio en esta parte del texto son durante la Alta Edad Media y el inicio del Renacimiento, y Viena, en este último período.

La impresión que deja las dos primeras partes de Carne y Piedra, es la de una recopilación minuciosa de las actividades de la humanidad a través de sus vínculos con la ciudad como espacio de sus encuentros culturales, comerciales, económicos, familiares, políticos, y de ocio. Toda una caracterización que posibilita entender los orígenes del sentido organizativo del hombre con el entorno y las necesidades que allí surgen en dos rasgos distintivos que se atraviesan en cada uno de los apuntes del autor: el cuerpo y la ciudad. Desde el presente, podemos asumir una postura que nos ayuda a entender como nos ubicamos en nuestro entorno y bajo que dispositivos nos movemos, en acciones que involucran nuestro cuerpo y un espacio urbano como la ciudad; en la cotidiana relación con los demás y en el intrincado camino de los cruces cotidianos expresados en el apartamento que habitamos, la calle que caminamos, el trabajo que realizamos, los alimentos que comemos, entre muchas otras actividades diarias; es decir, el cuerpo en función del encuentro con otros cuerpos, teniendo como escenario la urbe, en pocas palabras, la carne y la piedra en comunión directa. En conclusión, una agradable lectura de encuentro con el pasado corporal en el marco de la humanidad con sus civilizaciones más importantes, un recorrido único que nos transporta en flash back, al mundo vivido bajo los acomodamientos de un cuerpo estudiado y amado, en orden a la transformación sistemática de un espacio público representado en nuestro espacio habitacional socialmente construido.

La tercera parte titulada arterias y venas, es una analogía del descubrimiento de William Harvey con respecto a la circulación de la sangre, y a los avances arquitectónicos de las ciudades en aspectos mercantiles y sociales, usando ese avance médico en consonancia con la vitalidad del espacio habitado, de ahí que al día de hoy en nuestras ciudades, todavía utilicemos el termino arteria, para referirnos a un espacio de circulación libre y sin taponamientos, por ejemplo es particular que escuchemos “las principales arterias de la ciudad se encuentren bloqueadas” por razones diversas concernientes a los taponamientos vehiculares. Pero también esa concepción de la nueva ciudad se vinculaba con el nacimiento del capitalismo moderno en la obra de Adam Smith La Riqueza de las Naciones, quien según Sennett fue el primero que capto la dirección en la que llevarían los descubrimientos de Harvey porque supuso que el mercado libre de trabajo y de bienes operaba de una manera muy semejante a al circulación de la sangre por el cuerpo y con unas consecuencias revitalizadoras muy similares (p.274).

Interesante igualmente la reflexión dirigida a una ciudad que respira, donde los “hábitos sucios” de un sector de la población, en este caso el campesinado, era una constante, la reflexión se dirige a la nueva ciencia del cuerpo que le daba importancia a la piel y su limpieza, ya que por sus poros la sangre circulaba como síntoma de sanidad. En las prácticas corporales relacionadas en el texto -orines y heces-, se representaba el cuerpo y su cuidado par el bienestar, donde un individuo como el campesino representaba un mal ejemplo, y el médico, ubicado en la ciudad, el escogido para enseñar las buenas prácticas, las cuales fueron surgiendo en aspectos tan sencillos como la aparición del papel desechable para limpiarse el ano después de excretar. Como afirma Sennett, “los campesinos y los médicos eran literalmente incapaces de comunicarse en un mundo común de representaciones del cuerpo y sus peripecias” (p. 281). Las necesidades de un cuerpo saludable, vinculado al entorno de una ciudad cambiante, trajo consigo cambios en las formas de vestir en el Siglo XVIII: más baño, menos suciedad, piel limpia, en una ciudad que respira. Una de las conclusiones a las que llega el autor, a propósito de esa relación entre cuerpo sano y ciudad limpia, es que los planificadores ilustrados deseaban que la ciudad, ya en su diseño, funcionara como un cuerpo sano, fluyendo libremente y disfrutando de una piel limpia (p.282), inspirados por la mecánica sanguínea “pensaban que si el movimiento se bloqueaba en algún punto de la ciudad, el cuerpo colectivo sufría una crisis circulatoria como la que experimenta el cuerpo individual durante un ataque en el que se obtura un arteria (p.283), ahí la clave de la metáfora.

Es una constante en el texto que Sennett proponga una serie de ejemplos a propósito de los cambios urbanísticos, por ejemplo Washington y los planes de Thomas Jefferson, George Washington y Pierre Charles L´Enfant, este último, ingeniero unido a la causa Revolucionaria que independizará esta colonia de la Corona Británica, y propusiera para esta ciudad un plano de líneas de puntos, diferente al de cuadricula romana propuesta inicialmente; creando lo que llamó un gran pulmón en semejanza al estilo parisino de la plaza de Luís XV. Con respecto al estilo de las ciudades en su organización urbana, explicado bajo el texto clásico de Adam Smith La Riqueza de las Naciones y el ejemplo de la fabrica de alfileres; y por otro lado Goethe y su libro Viaje por Italia, en perspectiva de las ciudades que debían operar por principios circulatorios con arterias y pulmones y un centro, nos lleva a la conclusión que las bases intelectuales fueron importantes para vincular ideas y transformar espacios a través de la experiencia, en este caso desde dos reflexiones diferentes, una enmarcada en la economía, la otra con un estilo literario dirigida a un público especial, netamente letrado, y en últimas vinculado a las transformaciones sociales, políticas, económicas, culturales y urbanísticas.

Sennet dedica una parte de su investigación a analizar los influjos de la Revolución Francesa, dándole al lector una serie de claves simbólicas que marcaron el devenir de esta insurrección: las protestas femeninas por los altos costos del pan; las ofensas pornográficas contra la Reyna María Antonieta; los motines de la población; el uso de una mujer aventajada en sus atributos –los pechos- llamada Marianne –símbolo de los revolucionarios-; las caracterizaciones de los tres principios de la revolución Igualdad, Libertad, Fraternidad; las transformaciones de Paris en medio de la Revolución; la aparición de un “espacio muerto” donde la Guillotina participa recreando todas las particularidades surgidas en el acto de la decapitación, vinculada por Sennett a una especie de carnaval donde participaba el condenado y la población que asistía a este acto, hasta el caso más sonado cuando el Rey Luís XVI entregó su último suspiro; para finalizar con una reflexión enmarcada en el arte y su relación con los cuerpos del festival, que en este caso sería todo la actividad suscitada en la Revolución Francesa.

El último capitulo de Carne y Piedra nos ubica en un contexto moderno con avances en las formas de tener una mejor calidad de vida en diversos aspectos. Con un titulo muy sugestivo, nos presenta a una ciudad como Londres en el siglo XIX –la nueva Roma-, con una apuesta en la ciudad que también fue realizada en Paris, el caso de los parques como pulmones que titula el autor “arterias y venas modernas”, anunciándonos: “la analogía del parque con un pulmón era, como observa el urbanista contemporáneo Bruno Fortier, sencilla y directa: la gente que circulaba por las calles-arterias de la ciudad podía pasar alrededor de estos parques cerrados, respirando su aire fresco igual que la sangre se renueva en los pulmones” (p. 346). Igualmente, nos presenta las perspectivas del barón Haussmann en París del emperador Napoleón III, lo que convirtió la capital francesa en un espacio más adecuado a los diversos cambios suscitados en aspectos que iban desde el mobiliario, hasta los medios de comunicación, donde el desplazamiento y otras acciones de la vida cotidiana estaban inmersos. Finalmente, su análisis está dirigido a la llamada “capital del mundo” New York y sus estructura urbanística bajo la perspectiva de centro y periferia.

En términos generales el texto Richard Sennet es una historia de la vida cotidiana que atraviesa varios temas de importancia: el sexo, el cuerpo, los avances científicos, la vida mercantil, los inventos para satisfacer las necesidades de la sociedad, los encuadres urbanísticos, etc. Lo anterior involucrando la humanidad, desde la antigüedad hasta la era moderna en el marco de las ciudades y sus cambios, donde los seres humanos operan como ejes de encuentro y desencuentro. La investigación Carne y Piedra se lee bajo la premisa de la ciudad en función de las actividades que realizan y necesitan lo seres humanos en perspectiva histórica bajo innumerables ejemplos que posibilitan entender los avances y dificultades que el proceso de civilización ha tenido, y valorado para una mejor calidad de vida. Con el conocimiento adquirido al afrontar el texto, podemos entender la ciudad actual, nuestro espacio en la calle, el barrio y la ciudad, identificarnos con las transformaciones urbanas que podemos “esculcar” en diversos documentos e imágenes que tenemos a nuestra disposición para comparar y observar que tan trascendental han sido los cambios. La ciudad, quieta, viviente y transformada día a día, nos sumerge en su cotidianidad, raizales o llegados a su entorno, apropiamos su dinámicas caracterizadas en su clima, su seguridad e inseguridad, sus transportes, sus espacios de divertimento, los parques, las calles congestionadas y trastornadas, su población indiferente y cercana. Observadores de nuestro espacio urbanístico identificamos falencias y ventajas para sumergirnos en su entorno, para así vivir bajo el día y la noche sus encantos expuestos y escondidos, porque la ciudad se descubre día a día y en ella nos proyectamos.

Imagen: Reforma urbana de París, 1854-1870, de Georges-Eugène Haussmann.

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