31.3.11

Reseña: Urbanismo Hispano-Americano Siglos XVI, XVII y XVIII

El modelo urbano aplicado a al América española, su génesis y su desarrollo teórico y práctico, Jaime Salcedo Salcedo. Pontificia Universidad Javeriana. Facultad de Arquitectura y Diseño. CEJA, Segunda edición 1996, págs. 242.

EL autor de este libro es el arquitecto e historiador bugueño Jaime Salcedo Salcedo, con una larga trayectoria en su oficio de arquitecto desde la década de los setentas del siglo XX. Ha estado vinculado a la Universidad Javeriana así como a la Universidad del Valle, igualmente a diversos asuntos concernientes a la restauración como patrimonio en nuestro país por medio del Ministerio de Cultura, además de otras actividades en el sector público y privado. En el año 2007 publicó –fuera de diversos artículos en revistas académicas- el libro titulado Los jeroglíficos incas: Introducción a un método para descifrar tocapus-quillca, editado por la Facultad de Artes de la Universidad Nacional.

El libro del profesor Jaime Salcedo Salcedo nos ilustra un tema importante sobre las formas de urbanización en los países donde España traslado sus colonias con todo el sistema político, económico, social y cultural que esto implicaba. Los seis capítulos presentan un análisis introductorio del tema urbanístico en Hispanoamérica y sus principales ciudades coloniales, desde la traza en ciudad de México hasta las trazas realizadas en el sur del continente en la Argentina caso particular Tucumán, Jujuy y Santafé.

El primer capítulo titulado Modelo Urbano en América, narra los proyectos propuestos y realizados en las zonas colonizadas, ejemplificado con la factoría colombina –referencia a Cristóbal Colón- el cual no tuvo éxito por su carácter de experimento y su amplia diferencia con las ciudades establecidas en Castilla. Por su parte el proyecto de Nicolás de Ovando cambia las formas y medios de la ciudad colonizada, donde un orden establecido a través de un capataz que ordena y castiga, cambia al entorno de un conquistador establecido con su familia, síntoma de colonización con la forma vecinal, y que según el autor desde 1507, gozó del privilegio de elegir sus propios alcaldes (p. 25). Este proyecto había tenido su mejor experimento en la nueva villa de Santo Domingo con unas características generales que marcaria una forma urbanística al modelo español con las siguientes características generales: Calles rectas y continuas, manzanas cuadradas y rectangulares, plaza mayor cercana al puerto, iglesia mayor, orientada y exenta, al lado de la plaza, ayuntamiento en la plaza mayor. Pero en el proceso de colonización que tenía como acto primordial la fundación de ciudades, y la vinculación de una traza generalizada, en este caso la Ovandina, las variaciones no dieron espera, en este caso las manzanas rectangulares y el patrón urbano de manzana cuadrada usada por Francisco Pizarro en al fundación de Lima y trasladada por sus emisarios a otros espacios de colonización, también se realizaron combinaciones de traza mixtas –manzanas cuadradas y rectangulares-. Finalmente, el autor hace una presentación del origen de la ciudad Indiana realizada a partir de los análisis del historiador chileno Gabriel Guarda en la investigación Santo Tomás de Aquino y las fuentes del urbanismo indiano, con ejemplos regados en el centro y sur de América que tiene como conclusión según el autor, tres tipos de trazados urbanos: Semirregular, regular de manzana oblonga, regular de manzana cuadrada.
El segundo capítulo, la traza en la práctica americana, es particularmente una historia de lo cotidiano envuelto en el proyecto de urbanizar, narrando y explicando las ceremonias que se realizaban en la fundación de las nuevas ciudades, en conclusión, la parafernalia de la corte española traída a estas tierras como símbolo de poder; lo anterior, en un proceso que iniciaba en la elección del sitio, la toma de posesión, la delimitación de la plaza, y la construcción de solares para el cabildo, la iglesia y el pueblo. Dentro de ese patrón urbano establecido, los símbolos católicos fueron trascendentales como forma de adoctrinamiento y poder, territorio ocupado civil militarmente, más la cosmogonía religiosa como principio básico. Otro punto de importancia que explica el autor, son las trazas americanas y la generación de modelos únicos en sus espacios colonizados, exponiendo los casos de las principales ciudades de la Colonia Española.

El tercer capítulo, la legislación urbana en el siglo XVI, describe la serie de ordenanzas dictadas por la Corona Española para ser implementadas en sus Colonias, entre las que se encontraban las disposiciones urbanísticas, como por ejemplo las vías de acceso y salida al mar. Con relación a los pobladores encontramos referencias a propósito del cómo y cuándo los nuevos habitantes de estas colonias debían establecerse, disposiciones en el campo civil y militar, con preferencias para el ámbito bélico con las llamadas Encomienda; además de instrucciones en plazas mayores y menores, edificios públicos y obras públicas. El cuarto capítulo, de Felipe II a Carlos III, se conecta con el anterior, relaciona los afectos en el urbanismo indiano y las referencias al diseño de la plaza mayor. Un punto importante de este acápite es el relacionado a los pueblos de indios, doctrinas, misiones y parroquias, espacios urbanos donde tuvieron mayor efecto las disposiciones ordenadas para instaurar en las nuevas colonias: con una distinción, las ciudades para los españoles regentes, las villas para los labradores españoles, y los llamados lugares, categoría utilizada para los pueblos de indios.

El quinto capítulo, la arquitectura urbana, expone teórica y visualmente los planos elaborados en algunas ciudades, reflexión importante para entender las disposiciones en estas nuevas ciudades establecidas, ejemplificando el desarrollo urbano en la jerarquía de las calles. Expone el autor los usos de los espacios públicos en las plazas, plazuelas y atrios, que inclusive al día de hoy, tienen los mismos usos; también las disposiciones de la ciudad como fortaleza, que empezaba desde el mismo momento de su fundación y el establecimiento de la frontera y la ubicación de los principales sitios de importancia. Finalmente, dos caracterizaciones más que priorizan la ciudad, una como templo cuando la iglesia realiza sus fiestas sagradas, y sacraliza algunos espacios para su fiesta, como por ejemplo las calles para las procesiones sacras de su semana santa; y la ciudad salón, dedicada a la celebración, en este caso la jura de un nuevo soberano, y todo lo que esto derivada en la población y el espacio que gobernaba, trasladado a sus colonias. El último capítulo, el sistema urbano de América, analiza según el autor “la adopción de una misma traza para las ciudades comprendidas dentro de cada gobernación, y la conformación de una estructura social ligada por lazos de parentesco” (p. 216). El sistema urbano implementado fue importante para garantizar las ganancias en los flujos de los metales preciosos para sacar ganancias y soportar la economía de las colonias y enviar ganancias a la corona. En este capitulo el autor realiza un análisis sobre algunas obras y autores que categorizaron las tipologías de las ciudades hispanoamericanas.

La importancia de está investigación se da por la reflexión histórica concerniente al estado urbanístico de nuestras ciudades hispanoamericanas, ubicándonos en los orígenes de las ciudades coloniales establecidas por la corona española, con sus características primarias, y cambios posteriores en el trasegar de sus acciones civiles, eclesiásticas y militares. Un valor agregado que nos entrega el profesor Jaime Salcedo Salcedo en su obra investigativa son las imágenes que lo complementan en cada capitulo: planos de trazas de las ciudades analizadas; la ubicación espacial en el mapa suramericano de las trazas regulares en el S.XVI; las trazas establecidas en las ordenanzas de las poblaciones; dibujos que presentan cuadros de costumbres de algunas poblaciones, etc.

Finalmente, nuestras ciudades herederas de la cultura hispana, representan una serie de símbolos que históricamente han transformado nuestros espacios, adecuados y asimilados a la vida cotidiana. La ciudad hispanoamericana es catalogada de una forma interesante por el autor en el ámbito de las características institucionales que la corona española quiso implementar. Al leer el texto podemos descubrir la arqueología de nuestros espacios de ciudad, lo que nos entrega herramientas para entender las formas de las calles, parques, barrios y edificios tradicionales representados en los poderes civiles, eclesiásticos y militares de los siglos estudiados, desde el presente. Recorriendo la ciudad, asimilamos la energía que entrega para asumir el espacio y así quererla, criticarla o simplemente dejarla; con la seguridad de que cada encuentro recorrido y vistazo que se le da, traerá nuevamente una visión que nos impregnará de sus reminiscencias.








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