En noviembre de 1943
se publicó en la revista trimestral “El Teatro” la comedia en tres actos El Doctor Manzanillo de Luis Enrique
Osorio, estrenada en el Teatro Municipal de Bogotá por la Compañía Bogotana de
Comedias. Según la presentación correspondía a una “acción en cualquier
provincia de Colombia. Época actual”. Dieciséis personajes hacen parte de la
historia, entre los que se encuentra Cesar Manzanillo –político profesional-,
además de un cura, un policía y un bobo -entre otros- en un pueblo ficticio
llamado Chirití. La obra teatral no cobraría importancia en la historia
política del país, si de allí no hubiera salido una de las expresiones más
usadas en el medio de los “padres de la patria” y sus alfiles burocráticos,
“manzanillo”.
El personaje de
la acción teatral se mueve entre las adulaciones constantes sin importar el
color político o doctrinario, los favores “sospechosos”, la palanca, las
promesas quiméricas, el manejo de presupuestos ajenos, el ofrecimiento de
puestos; todo un ¡doctor! de esos que se encuentran por la inmediaciones de la
Plaza de Bolívar de Bogotá, y los sitios gubernamentales de nuestros
municipios. Un ejemplo del periplo de Cesar Manzanillo, nos deja un poco de su
figura política, por ejemplo en dialogo con el sacerdote del pueblo:
...Cura- He tenido mucho gusto de
estrechar su mano… Siempre he admirado a las personas inteligentes… y activas.
Manzanillo- Muy amable
doctor… Y muy honrado en considerarme su amigo… No hay razón para que entre
nosotros no reine completa armonía.
Cura- Razón,
ninguna.
Manzanillo- Doctrinariamente,
nosotros proclamamos la separación de la Iglesia y el Estado… Pero en cuanto a
armonía… y mutuo respeto… y sobretodo reciproco afecto… claramente lo dice la
nueva cara fundamental… Así que… siempre a la orden, doctor.
Cura- Lo mismo le
digo yo: a la orden en la casa cural.
Manzanillo- Honradísimo.
Iré a visitarle.
Cura-
Aprovecharé
esa oportunidad para mostrarle la iglesia. ¡Está tan destartalada!... ¡No se
imagina cómo encontré eso!
Tomasa
(dueña
del Hotel de Chirití)- Daba lastima. Gracias a que su reverencia…
Cura- Yo estoy aquí
desde hace un mes, nada más.
Tomasa- Y lo quieren
tanto ya, como si hiciera un siglo.
Manzanillo- Muy merecido.
Cura- Es que yo
pienso distinto de los que venían antes por aquí. Soy de la escuela nueva…
Venían a predicar odio, a exaltar los ánimos…Y eso no está bien.
Tomasa- ¡Con los rojos
que son aquí!... Piense, doctor, que al otro párroco, para sacarlo del pueblo,
lo montaron en un burro, y al pobre animal le prendieron cohetes en la cola.
Pirulo
(personero
de Chirití) -Le buscó tres pies al
gato.
Cura-
(tomando
a Pirulo del brazo) –Pero en el
fondo son buenos… No es más sino saberlos llevar…Yo no me ocupo sino de
arreglar la iglesia y… y a ver si con influencia, doctor, nos consigue un
pequeño auxilio para embaldosinar y acabar las torres.
Tomasa- ¡Ay sí!
Manzanillo- Tratándose de
usted, doctor, será el primer proyecto que presente… Para usted, doctor, no
digo dos torres: dos basílicas. ¡Notre Dame y Santa Sofía!
Cura- ¡Qué bondadoso!
(p. 12).
Ahora, preparando la cosa política:
… Manzanillo-
¿Ya viene esa gente, personero?
Pirulo- Le movilicé
todas las veredas donde tengo influencia… Usted va a ver que quien mueve aquí
más hilos no es don Tiberio, como todos creen… Vienen los de Rioblanco, los de
Rionegro, los de Aguaclara, los de Aguasucia, los de Lagunagris… ¿Voy a
inundarle esa plaza, para que se convenza!... Y si bajan los de Tierraseca, que
es la única vereda enemiga, las dos entradas del pueblo están bien guardadas.
Dudo que se atrevan esta vez a interrumpirnos el libre ejercicio del
sufragio.
Manzanillo- Cuidado,
personero, cómo perdemos. ¡Le va el pellejo!... Ya sabe que, teniéndome a mí en
la asamblea, la secretaría es suya. Desde ahí observaremos lo demás y…
Pirulo- Tiene que
portarse bien…Piense que tengo un hermano con cinco hijos… y dos sobrinas más
necesitadas que esa de misiá Tomasa.
Manzanillo-
No se afane. Para todos habrá.
Pirulo- Y luego,
doctor, que a esto hay que darle un vuelco… Le hablo como izquierdista. Andamos
diciendo que hay una revolución en marcha, y no la veo por ninguna parte.
Manzanillo-Si,
indudablemente. Hay que acelerar la marcha, que impulsar el ritmo.
Pirulo- Sin ir muy
lejos, ahí tiene usted a don Lino, que robó todo lo que pudo en la época de los
empréstitos. Ahí está tranquilo, dueño de casi todo el pueblo, extorsionando a
los habitantes y mandando al parada… Y el alcalde, detrás de él, como un perro
faldero, esperando propina… y detrás de don Tiberio, porque fue quien lo hizo
nombrar… Y los dos gamonales, don lino y don Tiberio, de brazo, porque son
compadres… riéndose de todo para sus adentros… Estas son las cosas con que yo
no puedo, doctor Manzanillo…Hay que comenzar por barrer a ese alcalde, que es
un elemento pernicioso.
Manzanillo-Descuide, mí
querido amigo. ¡Ya barreremos!... La escoba es hoy, en nuestras democracias, el
primer instrumento de reforma social (pp. 13-14).
Treinta escenas contienen la obra de
Osorio, una parodia en escena de la vida política nacional en un pueblo
cualquiera, y con unos personajes tradicionales en el entramado social y
cultural del período en que fue escrita. En los créditos de la revista “El
Teatro” se afirmaba que había completado hasta el 5 de septiembre de 1943 -en
la noche-, las primeras cincuenta representaciones,
gozando de alta popularidad entre los asistentes bogotanos hasta el punto que
el personaje principal calo en el imaginario social capitalino hasta extenderse
a otras latitudes de Colombia, sobretodo en los cerrados círculos de los
políticos de turno y sus contradictores, en idas y venidas de la línea
burocrática en departamentos, capitales, pueblos, y sus respectivas
extensiones.
En 1953 Gonzalo Cadavid Uribe compilo un
libro a propósito del lenguaje popular antioqueño, allí hace mención al
significado manzanillo, lo que indicaba
su importancia dentro del lenguaje “común y corriente”; la definición fue
retomada y ampliada por Mario Alario Di Filippo en 1964, exponiéndonos las
características del personaje –sustantivo masculino- en la “selva” política
nacional, que con claridad podríamos vincular a algunos personajes de nuestra
actualidad institucional desde los pulpitos del senado, congreso, procuradurías,
asambleas, concejos, etc., cada uno busque su candidato. A continuación la
definición presentada por los autores citados:
Manzanillo
Político sin escrúpulos que mira sólo al
lucro personal. “Se aplica a los conservadores que dominaron el municipio de
Bogotá hasta el 8 de junio de 1929 y que se imponían a las elecciones por medio
de barrenderos o empleados del aseo, y de 1934 en adelante a los nuevos ricos
del poder” (Julio Cesar García).
“En la fauna política, el manzanillo es el más despreciable de los
animales, siendo todos despreciables. Hombre sin moral, sin decoro, poseído de
un alto concepto de su grandeza, virulento, cobarde y falaz que pone a su
servicio toda la bajeza de los hombres y toda su falta de hombría de bien para
sus fines siempre oscuros. Llámese Manzanillo
porque sus frutos y su sombra, como los del árbol de ese nombre, son dañinos y
venenosos. Forman su cohorte perdularios, buscalavidas, incapaces, matones y
zarrapastrosos. Su clima propicio es el aplanchamiento, la delación y el
comité. Cañas huecas, cualquier viento adverso échalos por el suelo. Tanto es
así, que de los diez millones y medio de Manzanillos que prosperaron en
regímenes anteriores, ninguno ha sobreaguado, y es un consuelo saber que de los
once millones que ahora actúan tampoco ninguno sobreaguará a su hora. (Gonzalo
Cadavid Uribe, Oyendo Conversar al Pueblo).
El más despreciable de los animales de la
fauna política, siendo todos despreciables, tal es la figura del manzanillo en nuestro contexto, siendo aplicable
al resto del mundo, hasta el punto que el reconocido Barreras diría: “cortados
con la misma tijera”. A diferencia de los extintos dinosaurios –con el respeto
que ellos se merecen-, estos “lagartos terribles” se mueven con ligereza transando,
copiando, vendiendo, sobornando, alardeando porque sacaron “cincuenta mil votos”,
llevando tunas, comprando propiedades incautadas, montados en carruseles de
contratación, reeligiéndose, prestando a sus hijos los carros oficiales, incrementando
sus sueldos, comprando zonas francas, etc.
A moverse con cuidado, en cada ciudad tenemos
nuestros manzanillos moviéndose en las
esferas más altas y bajas de nuestra sociedad, buscan el momento preciso para actuar
y entrar en acción, se visten de traje o informal, posan de sabios, nos
manipulan y hasta gobiernan; por lo tanto reconocerlos, desenmascararlos, y
ponerlos en el escarnio público, es el primer paso para romper la fila en la
cual organizados tragamos entero y hacemos parte de las parodias de esos
artistas.
Bibliografía
-Gonzalo Cadavid Uribe, Oyendo Conversas al Pueblo: Acotaciones al
lenguaje Popular Antioqueño, Medellín, Imprenta de la Penitenciaria Central
de la Picota, 1953.
-Luis Enrique Osorio, El Dr. Manzanillo, El Teatro –Revista Trimestral-
Volumen I, Bogotá, Noviembre de 1943, Número 2.
-Mario Alario Di Filippo, Lexicón de
Colombianismos, Cartagena, Editorial Bolívar, 1964.
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