5.3.11

Una gallina y una lechuza: víctimas del guayo futbolero

El 3 de abril de 1981, en la antesala del encuentro futbolero por la Copa Libertadores de América entre Deportivo Cali y River Plate, que ganó el equipo colombiano 2-1 -goles de Alberto J. Benítez y Willington Ortiz por parte de los azucareros, y Daniel Pasarella por los millonarios-, ocurrió un hecho particular en el estadio Pascual Guerreo de Cali, un aficionado envió a la cancha durante la salida del equipo argentino, una hermosa y vital gallina blanca de cresta roja, con un moño del mismo color que llevaba igualmente una nota -quien sabe con que comentarios-, símbolo de recordación para el equipo bonaerense. Pero ¿por qué les dicen gallinas?:

[…] El encuentro siguiente fue contra Banfield en la cancha de Banfield, en la fecha número 13 del Campeonato del 1966. Banfield hizo 1 a 0 y faltando cinco minutos empató Cubillas. La hinchada contraria soltó - detrás del arco ocupado por Gatti- una gallina blanca a la que le habían pintado una franja roja sobre el plumaje, que salió cruzando el campo de lado a lado. La imagen resultó tan divertida para ilustrar el "achique" de los campeones en los dos últimos partidos, que para hacer enojar a los de River durante mucho tiempo sólo bastaba con decirles "gallinas". El apodo perduró en el tiempo de tal manera que ahora los mismos hinchas de River a veces se autodefinen como "gallinas", con simpatía. -http://lahistoriaderiverplate.blogspot.com/2009/05/por-que-les-dicen-gallinas.html-

Retomando la anécdota caleña, la desdichada gallina fue arrojada a la grama verde mientras los rivales riverplatenses hacían calistenia, con la mala fortuna de sufrir un puntapié de parte de uno de los mediocampistas: Reinaldo –Mostaza- Merlo. La imagen, registrada por el corresponsal Barragán del periódico El País de Cali es diciente, el jugador observando fijamente a su victima se presta a levantarla con su pie derecho –un latigazo diría un narrador de futbol- para enviarla a mejor vida, o mejor dicho, a mejor olla, porque seguro pasó a la mesa de algún comensal avispado que la recogió en su estado agónico y la puso en sancocho al día siguiente para celebrar la victoria, en pocas palabras “el hincha caleño merendó gallina”. El comentario que acompaña la imagen dice que “como parte del espectáculo en el Pascual Guerrero en el partido River-Cali, un aficionado introdujo hasta el gramado una gallina. Merlo fue el encargado de dar el show, propinándole una patada. El impacto fue tan fuerte que el animal murió instantáneamente”.   
El acto, a pesar de ser fotografiado y puesto en páginas deportivas, no soporto más que eso, porque el hecho competitivo de ganarle a River Plate con media plantilla del campeón mundial de futbol de 1978, era importante y llenaba de orgullo la ciudad; contrario a lo sucedido en Barranquilla con otra ave, esta vez una Lechuza, ya en pleno Siglo XXI, y con el poder mediático que desde mi punto de vista, sobrevaloro la noticia.
El fin de semana pasado, en la fecha del futbol profesional colombiano, los goles, jugadas, y malas decisiones de los árbitros, pasaron a segundo plano. La noticia vino de Barranquilla desde el circo del Metropolitano en el partido jugado por el Atlético Junior versus Deportivo Pereira, con dos figuras centrales, el futbolista panameño Luís Moreno y la Lechuza fetiche de los hinchas junioristas que según ellos, cada vez que aparecía en el aire pegajoso que circula en la cancha de juego, traía la victoria. Por eso la indignación suscitada ante la acción de Moreno, más si parte del país veía en directo la acción, ante lo cual vinieron los reproches dentro y fuera de la cancha, además de los gritos de odio enardecido “asesino, asesino, asesino” que los hinchas instauraron como plegaria de venganza y guerra, lo cual paso a mayores unos días después ante las amenazas de muerte que el jugador recibió.
Ante el reproche generalizado del país, expresado en los medios de comunicación televisiva, y el impacto mediático, la comisión de disciplina de la División Mayor de Futbol Colombiano –Dimayor- se reunió, tomo decisiones, y  Luís Moreno fue sancionado con dos fechas sin poder actuar con su equipo y una multa de $1.071.200 pesos, según la entidad, por provocar al público; además de los compromisos del jugador ante autoridades defensoras de animales en actividades que desarrollará en la ciudad de Pereira.

El hecho de que se encuentre un ave en pleno campo de juego, debe ser considerado según la reglas, como un objeto extraño, por lo cual debe pararse el cotejo, retirar el objeto y así seguir la contienda, por lo tanto en el hecho del domingo pasado hubo una cadena de errores que concluyeron en la bochornosa acción del jugador: primero, la falta de atención del cuarto arbitro en notar la presencia del ave y así haberla retirado; segundo, la responsabilidad de los jugadores de campo por no avisar y procurar la salida de la Lechuza; tercero, el pelotazo al ave ante un rechazo defensivo; finalmente, el remate de Luís Moreno –según él- para ayudarla a volar. De malas el jugador por su acción, más si su acto fue hecho nacional y de primera plana, comentado en las diversas redes donde se pudo notar mentadas de madre, comentarios racistas, y hasta quejas por la ridiculez de un país que presta atención a una noticia que si bien es interesante, no lo es tanto por los otros problemas que nos aquejan y que pasan asegundo plano ante la inmediatez, vieja trampa de los medios de comunicación para saltar la página.

Presentando estas dos historias donde una gallina y una lechuza son víctimas del guayo futbolero de un argentino y un panameño, resulta particular y debatible las dos acciones; para Merlo una ofensa de los hinchas caleños en la antesala del partido, lo que pudo ser asumido con calma y así no propinarle el fatídico golpe; para Moreno, un momento de intranquilidad ante un partido perdido y los nervios del descenso. Dos hechos parecidos, con estadios diferentes, una red global de comunicación cambiante y en un mismo escenario: el país del “Sagrado Corazón de Jesús” donde todo vale.

Fuentes de las imágenes
Merlo castigando la Gallina, foto de Barragán, El País de Cali, 1981.
Moreno castigando la Lechuza, foto de Jairo Rendón, El Heraldo de Barranquilla, 2011.

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