En noviembre del año 2024 se divulgó la compilación de “Publicaciones Circuito de Cineclubes Cali”, novedad ante la vigencia del cineclubismo como espacio de reconocimiento, encuentro y acción educativa. La nota de los editores marca el contexto socio histórico que significó el denominado estallido social del año 2021, llegando diversas prácticas artísticas en comunión a la necesidad de denunciar y explicar “las cosas del Estado y el Estado de las cosas”, como decía el cineclubista setentero Luis Ospina. En cuestión, el cine fue un acontecimiento popular que desbloqueó barreras a través de la exhibición sin importar el espacio y los medios.
Siguiendo a los autores, la organización de los cineclubes en este
circuito es la sumatoria de experiencias, o como afirman ellos: “Una
convergencia de voluntades de diversas colectividades (barriales, comunitarias,
creativas, educativas, ambientales, de género, etc.) que promueven la
circulación de contenido audiovisual de manera alternativa, a la par que dan
eco a diferentes proyectos culturales de la ciudad”.
El documento expone los objetivos sobre las actividades y sentidos de
apropiación del cine desde la exhibición, publicando parte de las memorias de
los encuentros, las charlas y opiniones variopintas que pueden resultar ante
los diálogos, que, sin importar la experticia y el alcance del conocimiento
sobre el lenguaje cinematográfico, todos caben. Para iniciar, hay dos textos
que marcan la historia del cine, el cineclubismo, la exhibición y los teatros
en Cali, primero, Sandro Romero nos entrega “Una mirada a Ojo al Cine”,
conexión directa con el Cine club de Cali de Andrés Caicedo y su marca con la
publicación del boletín y la revista, las dos con cinco números; segundo; una
mirada panorámica de la celebración de los “125 años del cine en Cali”,
partiendo de la conferencia de Ricardo Realpe, identificamos fuentes de
información que mezcla fechas, acontecimientos, personajes, películas, y teatros.
Un perfil de María Eudoxia Arango “Marilú”, es presentado por María F. González,
por temas que pueden ser de diagramación y edición, queda sin un desarrollo
significativo de los temas que logra poner la autora en su exposición, sin
lugar a dudas, una veta de conocimiento y de formas de ver el cineclubismo que
vale la pena seguir explorando.
Desde la información entregada por Juan Camilo Martínez, tenemos una
reflexión en torno a “Las películas y los públicos”, partiendo de la
experiencia como curador y programador en diversas entidades y festivales de
cine. Puntos clave de este diálogo trascrito fueron los siguientes: ausencia de
espacio para la exhibición, trayendo a colación el fracaso del proyecto
auditorio Andrés Caicedo sobre las inmediaciones del CAM, junto a otros
ejemplos en Cali y por fuera de la región que ponderan las relaciones entre
exhibidores y espectadores; aprender de otras iniciativas como los “microcines”,
espacios pequeños que diversifiquen la oferta para visualizar el cine, trayendo
el ejemplo caleño de Café macondo; la formación de públicos desde la crítica y
la reseña, siendo relevante la forma de pensar y asumir las películas ante la
necesidad de nuevas preguntas y extensiones a las obras, conectando con las
diversas posibilidades que el cine puede apropiar sin importar el tiempo
presente, ligado siempre a esa relación “amorosa” que debemos tener entre lo
que vemos, conversamos y ponemos en discusión en el ejercicio del encuentro con
el público.
El artículo de María Paula Hernández es un eficaz e instructivo
documento que le sirve a los interesados en potenciar un proyecto audiovisual a
través del “Networking en los mercados audiovisuales”, el paso a paso, las
recomendaciones y la pasión que se debe imprimir al proyecto, suman al escenario
de enfrentarse las posibilidades de ofrecer y organizar una propuesta
audiovisual al mercado de los inversores.
Desde la acción en seleccionar y dirigir actores, el texto titulado “Las
dos caras del guion”, trae la voz de Yoy Rave a propósito de este momento
crucial de encuentro en la producción de una obra, sobretodo la metodología
implementada para la selección y búsqueda de actores naturales y sus
implicaciones y acercamientos con el proceso creativo en acciones interpretativas
en el escenario del trabajo actoral, tal vez uno de los ejes centrales del
artículo es el diálogo con las incertidumbres expresadas por el público que
asistió a la charla y que asumió referencias del cine nacional sobre los
actores naturales y sus problemas durante y después de la producción.
Juan Carlos Ruiz, de “Caliterror”, expone algunas reglas del género, exponiendo
herramientas para comprender e identificar las narrativas existentes de este
tipo de obras con citas directas a películas y su reconocimiento como acción
comunicativa que posibilita provocar algunas sensaciones en su estética e
historias.
Finalmente, este catálogo cineclubista nos da una “cartografía de las
pantallas alternas”, cuarenta en total, desde CineQuanon en la Comuna 3, hasta Calimateca de la comuna 4, un mapa de exhibición que oscila entre
los años 2022-2024.
Esperamos que vengan otros números de este material compilatorio de
charlas, historias, y procesos de difusión cinematográfica, una movida que va y
viene en diversos momentos de la historia del cine en Cali desde los años
cincuenta del pasado siglo, y que emerge desde los contextos sociales acaecidos
por el despertar de un grupo de ciudadanos que le apostaron a una clásica forma
de expresar a través de las imágenes, y su exhibición, la singular forma de ver y pensar la vida
misma por medio del cine, agregando que podemos ver el documental Cineclubismo caleño –a 50 años de Caliwood, realizado
por Pablo Anaya y Leandro Pérez, un documento audiovisual de apropiación de la historia de los
circuitos alternativos y populares a
través de las experiencias de ver en una ciudad que respira cine.
No hay comentarios:
Publicar un comentario