7.5.25

Cinemateca La Tertulia: Allí habita un cine de medio siglo

Desde sus inicios como centro cultural en el barrio San Antonio, y luego, como Museo de Arte Moderno La Tertulia, el cine tuvo un espacio de exhibición según el momento y contexto de su historia con diversos formatos, conexión directa de los pilares que se propusieron las personas encargadas de ir construyendo ese proyecto museístico a través del coleccionismo, y las acciones paralelas enfocadas en conferencias, bienales, ciclos de cine, y festivales que se conectaban con una dinámica cultural venida de los ecos modernizadores de la ciudad, y una agitada movida por el arte. 

Su inicio se da por el cineclubismo, y allí la necesidad del cine foro, la guía y el encuentro en otros espacios como el Teatro Alameda o sobre la avenida sexta con el Teatro Calima; también suma cierta necesidad de educar con películas al traer críticos de cine al son de  Hernando Salcedo Silva y Alberto Aguirre, o personas que hacían parte de la junta directiva como Eduardo Gamba Escallón o Jaime Vázquez, quienes contribuyeron a esa dinámica de vincular el cine a través de la escritura sobre estas actividades. Es decir, el objetivo de entronizar con las imágenes en movimiento un camino de representación vinculante a lo que en otros museos se hacía, se cumple en la década de los setentas junto a otras dinámicas como los talleres de serigrafía y restauración e inclusive un cuarto oscuro para revelado fotográfico.         

Llamarla Cinemateca, fue un sueño pensado desde otros ejemplos ya vigentes en el periodo latinoamericano, papel que escasamente cumplió o quiso cumplir en su devenir, logrando  acciones dirigidas a la exhibición y difusión, más no a la conservación y restauración de filmes, aunque se logró tener un acervo de obras que fueron donadas, estas se fueron perdiendo por su deterioro, historia que podemos ir hilando en algunos informes publicados en los catálogos del Museo por Eugenio Jaramillo, y recientemente en la beca de recuperación y puesta en valor del archivo otorgada por el Ministerio de Cultura, trabajada bajo la tutoría e investigación histórica de Gerylee Polanco –quien coordinó la sala en una temporada- y Miguel Baralt (ver link al final del texto).

Las conexiones en los setentas con el Cine club de Cali, son conocidas en las intenciones que tuvo Andrés Caicedo de “tomarse la sala”, en las exhibiciones que se lograron y la dirección que tuvo Ramiro Arbeláez hasta los primeros años de los ochentas, conexión directa con el denominado Grupo de Cali, y Luis Ospina, quien alcanzó a poner su gesto como conductor de la Cinemateca, así como el uso de espacios para una escena de la película “Pura Sangre”-1983-, más las inauguraciones y clausuras de su Festival de Cine de Cali.

El público, siempre importante para la notoriedad en el ejercicio del ver a través de la proyección, ha sido un valor agregado en su historia, siendo heredero de los teatros caleños y el cineclubismo, comprendió que en “el oeste estaba el camino de la redención con el cine”, giró hacia ese sector de la ciudad y se apropió de la cinefilia, sobreviviendo a los cambiantes entornos de las posibilidades de exhibición en ciclos, festivales y muestras, a retornos insospechados con los autores y sus películas, y a formatos tecnológicos que fueron ampliando la memoria de un cine que parecía imposible repetir. Y con el público, esa pequeña conexión de la breve conversa con quienes estuvieron en la casilla comprando boletas, y en la portería con el giro de la registradora que traía su “música”: uno más, la sala llena, que empiece la función.

En la cabina Erwin Palomino, allí, en la soledad de las revisiones de sus rollos cinematográficos, sumó a la historia de los operadores o proyeccionistas cinematográficos, “una institución dentro de la institución”, amplia memoria de los vericuetos con el oficio de posibilitar la emoción de la oscuridad iluminada con las imágenes y créditos iniciales de la vida misma vuelta relato, un sabio cuidador de eso que las hermanitas de San Pablo Films decían: “Soy película, no acero. Tú que me usas, ten piedad de mí”.

Un recorte de prensa del periódico “El País”, salido el 5 de mayo de 1975, anuncia que “Museo la Tertulia inaugura moderna cinemateca el día 6”, lo hizo con la cinta Ludwig el Rey Loco de Baviera -1973- de Luchino Visconti, sabemos que hubo problemas técnicos, los cuales se solucionaron después de unos días de cierre, y por supuesto, siguió una larga historia que data medio siglo con innumerables funciones, historias, publicaciones, públicos, y ante todo buen cine.

Cerrando estas notas, comparto con nostalgia una boleta de ingreso, seguramente la imagen es de autoría de Fernell Franco, allí vemos el esplendor de una arquitectura con sus viejas sillas color negro que se cruzaban con el rojo de sus cortinas y tapetes, no aparecen los inmensos carteles que todavía adornan la sala, un recuerdo que sobrevive junto a esa chispa de la memoria con las sensaciones de su silencio, junto a su olor característico y aquel bullicio que alguna vez fue queja, llanto o risa.       

*También hicieron parte de la dirección o coordinación de la Cinemateca: Gino Faccio, Julián Tenorio, Luisa González, entre otros que no recuerdo.  Igualmente, hubo una movida cineclubista a inicios de este siglo junto a Carolina Carvajal, Alberto Barbosa –gestor cultural que pegaba carteles de las actividades programadas en la ciudad-, y Adolfo García, quien favorecía el préstamo de las películas en DVD, y miembro del afamado grupo “los sospechosos de siempre”.

**Dejo por fuera aspectos importantes como el diseño arquitectónico, y la intensa actividad de las directoras, en especial Maritza Uribe de Urdinola y Gloria Delgado. Sumado a todo el trote de compañeros que apoyaban las causas de los tiempos y correrías con las películas, en este caso desde la terminal de trasporte al museo en mensajería pura, me refiero a Carlos Mirquis, y desde las vueltas secretariales a Dolly Galindo, o informativas y taquilleras con las hermanas Ocazal.    

*** https://museolatertulia.com/abrir-apuntes-sobre-el-fondo-cinemateca-la-tertulia/ 


           

 

             

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