9.12.09

Zamudio


Por: Yamid Galindo Cardona.

Él se llama Jorge Isaac, pero todos lo conocen por su apellido, que parece más un sobrenombre: Zamudio. Físicamente es de estatura media, con pronunciadas entradas y pocas hebras de cabello negro en su cabeza, gafas con lentes “culo de botella”, y un bigote que pareciese nunca se hubiera afeitado y que decora junto a su boca con un cigarrillo y acostumbrado café que de tanto estar allí, ha perfumado su cuerpo. Viste de blue jeans, camisa de color blanco o azul de manga larga remangada, zapatos de color negro, y en su mano un viejo maletín ejecutivo de cuero ya envejecido por el uso, repleto de documentos, como las reseñas de los últimos libros leídos y trabajos a entregar.

Lo conocí en el año 1996 cuando llegó a la entrada de la portería del Cinemateca la Tertulia, y rápidamente giró la registradora estilo bus urbano para mostrarme una carta envejecida de diez años atrás, firmada con puño y letra de Gloria Delgado –directora del museo-, donde se autorizaba “al joven Jorge” para que ingresará sin ningún problema y sin comprar boleta a las funciones de cine. Luego supe, ya en la Universidad del Valle, que era Licenciado en Historia, por lo tanto en el futuro sería su colega académico de profesión, algo que no tardó en notar nuestro amigo cuando un día arribó de sorpresa a una de las mesas de la cafetería de la negra Diosa, en el segundo piso de la Facultad de Humanidades, compartiendo un tinto que terminé pagando yo. De ahí en adelante su asistencia al cine se tornó más constante, sus saludos más largos, casi siempre indagándome sobre autores leídos durante el semestre, sobre el ambiente académico del Departamento de Historia y la referencia constante a Germán Colmenares, Jorge Orlando Melo y Renán Silva, para finalmente terminar hablando de las películas exhibidas en los años ochentas y que él observó en la cinemateca, además del llamado “grupo de Cali”.

A Zamudio le gusta asistir a los eventos académicos relacionados con la historia, que se realizan a nivel nacional, por lo anterior no es raro encontrárselo en los auditorios participando con alguna pregunta que sobrepasa el tiempo estimado, y que parece una charla alterna. Inclusive, algunos novicios investigadores, sienten cierto escozor cuando lo ven en el público, ya que es posible tener de él una pregunta bastante enredada y sobrepasada “lo que dijeron ciertos autores” etc.; el anterior comentario porque lo viví unos años atrás cuando se llegaba la semana del Foro de Estudiantes de Historia, y los estudiantes ponentes que lo conocían –en medio del miedo escénico-, buscaban el apoyo de algún profesor para que saliera en auxilio si era el caso. Hasta que le llegó la hora de ser conferencista en uno de los foros, sorprendiéndome una serie de documentos que me entregó para soportar su perfil, en especial un certificado de participación como ponente en un evento académico realizado en Cuba con el tema de su tesis de grado titulada Las Ideas Políticas de Bolívar; recuerdo de ese foro la novedad que suscito su participación como invitado especial, y el “lleno a reventar” del auditorio Germán Colmenares ese 23 de septiembre de 2004, además de presentarlo y escucharlo a pocos centímetros cuando leía su escrito titulado Desarrollos recientes acerca de la Ilustración en Colombia, siendo uno más de los sorprendidos ante su huida una vez que dio punto final a su lectura, ya que se levanto de su silla, y afanado abandonó el espacio y la sorpresa fue general.

De Jorge igualmente tengo presente su constancia como cliente al Cine club La Tertulia los sábados a las 4 pm, insistiendo sobre la necesidad de programar un ciclo de adaptaciones literarias llevadas al cine, en donde no faltara El Retrato de Dorian Grey -1945- de Albert Lewin, siempre puntual, atento, y ocupando antes de la función algún espacio del museo para desplegarse al igual que en la universidad, con el libro del momento, advirtiéndome un día al indagarle sobre lo que leía, “que esas eran lecturas de postgrado y que yo todavía no tenía el nivel para entenderlas”, sin embargo pude echarle una mirada panorámica y me enteré que se trataba del libro de Malcolm Deas titulado Del poder y la gramática. Y otros ensayos sobre historia, política y literatura colombiana.

Finalmente, debo reconocer que Jorge Isaac Zamudio Franco hace parte de la vida cotidiana del Departamento de Historia, seguro muchos egresados lo recordarán y tendrán presente bajo alguna anécdota, más aún los profesores que han tenido la posibilidad de asistirlo académicamente o por el contrario entablar alguna conversación al “estilo Zamudio”. Para los que no lo conocen, y evitan la posibilidad de cruzárselo, les informo que él simboliza muchas características humanas, algunas de las cuales nosotros poseemos y asumimos en los ambientes académicos, de pasillo, y en los encuentros institucionales etc.













1 comentario:

andres dijo...

Zamudio es un personaje muy interesante.
representa el encuentro del mundo moderno -por la rebeldia- en la medida en que sus gafas tienen solo un lente, me imagino que para romper los paradigmas, en el lenguaje del pensamiento sistemico; y del mundo tradicional, conservador, del mundo del "Don", por decirlo asi, con el que se identifica.

es un personaje agradable, y siempre son calidos estos ejercicios de memoria que reivindican lugares comunes.