Reseña: Fabio Nigra, El cine y la historia de la sociedad. Memoria, narración y representación. Ediciones Imago Mundi, Buenos Aíres: 2016.
El
profesor Fabio Nigra es un académico experto en la historia de los Estados Unidos,
vínculo directo a una serie de interpretaciones sobre el “poder de la imagen” y
su producción, adaptación y forma a través del cine. El libro que reseñamos está
dividido en cinco capítulos con una marca de fuentes significativas que el
autor va hilando desde la teoría de la historia social y, el cine bajo los códigos
de ciertos detalles que el lector experto debe identificar en sus disertaciones
y el complemento de las notas.
Los majors de Hollywood o la
forma del absolutismo cultural, podríamos definirlo en un concepto
que atraviesa el capítulo: “imperialismo cultural”, mención que nos arropa en extensión
desde diversos ámbitos del consumo mediático, y por supuesto el cine como una
máquina de producir sueños in-conclusos por medio de diversas estrategias de
promoción e intervención económica, planificada desde la industria
hollywoodense y su expansión mundial. Seducción
positivista en el modelo clásico de Hollywood, va de la mano con la
relación cine e historia, y los cruces cercanos a esa relación ya clásica de pensarse
la historia en proporción con el contexto, casi que las formas y hechos como “sucedió”
en el pasado con las respectivas dificultades de representación –ejemplificando
sobre un caso de estudio en la película El
patriota, de Roland Enmerich- que conllevan, por eso la línea que asume el
autor al sentenciar que “el gran descubrimiento de la narración, para el caso de
las películas históricas, en el sistema
de Hollywood, es la elipsis”. (p. 50).
La memoria en construcción, o
cómo los medios hegemónicos inciden en tu pasado, esboza
el concepto de memoria en consenso con la definición de que “los recuerdos son reconstrucciones
del pasado, pero con la ayuda de datos incorporados por el presente” (p. 57).
La memoria como narración, espacio social y sus vínculos con los medios masivos
de comunicación, son puestos en diálogo con diversas premisas de interpretación
que resaltamos en la construcción del relato histórico a través del cine; los imaginarios
mediáticos globalizados; las visiones sesgadas de la realidad; y los lineamientos
ideológicos del poder:
¿Qué son entonces las películas históricas de Hollywood?
Todo hace suponer que dentro de una lógica comercial el dispositivo ideológico
tiene un componente central, máxime si se considera el proceso de concentración
económica que se viene produciendo en los medios de comunicación masivos desde
la década de 1990 (problema que si bien se encuentra fuertemente vinculado,
amerita otro estudio) (p. 74).
Por
supuesto que ese dispositivo ideológico es una “marca registrada” de los gustos
y obligaciones de una producción cinematográfica pensada para los espectadores
norteamericanos y, directamente, para el mercado de la exhibición internacional,
algunas en función de escenificar las perspectivas del sueño americano, o los
simbolismos de ser la mejor “democracia del mundo” por medio de la posible
destrucción del planeta y ser salvados por superhéroes; o las adaptaciones de conflictos
y guerras en defensa de las libertades que junto a los biopics ejemplifican a
cabalidad el sentido práctico y funcional de mostrar, según el mundo de los
norteamericanos, un estado ideal de las cosas.
El concepto de transposición
y el cine histórico, pone de manifiesto la noción de adaptación,
con referencias teóricas del paso del texto literario al film: “Una
transposición es una versión de otra cosa, es decir, una mirada posible como
muchas otras posibles” (p. 86). Desde esa perspectiva la clasificación que nos
presenta Negri está definida por la “lectura adecuada”; la “finalidad
insignificante”; la “lectura inadecuada”; la “intersección de universos: el
escritor y el director como autores”; la “relectura: el texto reinventado”; por
último, “la trasposición encubierta: las versiones no declaradas”. La clasificación
sirve de conexión para entender las formas en que se afronta, adapta y media
una obra que establece un momento de la historia en el cine contemporáneo donde
la condensación, y los anacronismos como facilitadores, son constantes en
función de adaptar y reconfigurar el pasado, lo anterior, llevado a casos
concretos de análisis en la serie televisiva Band of brothers -2001- y La lista de Schindler -1994-, las dos
desde el contexto de la II Guerra Mundial.
El
último capítulo se titula El cine y la
historia social, posiciona el desarrollo historiográfico de esta perspectiva
de análisis y su entronque con el cine desde algunos autores, caso Robert Rosenstone,
Marc Ferro, y sumo a David Bordwell, quienes revitalizaron el cine como fuente
para la historia, y el análisis desde su representación formal desde su función
de adaptación y posicionamiento del pasado o el presente, añadiendo como
referente la revisión de una fuente audiovisual titulada 13 días -2000-, la cual relata la crisis de los misiles en plena
guerra fría.
Este
libro cruza los caminos de la historiografía
social y la relación cine e historia,
teóricamente es un plus valioso de referentes, citas textuales y acciones
concernientes a entender las funciones socioculturales de la representación cinematográfica
de la historia, un valor significativo para identificar elementos narrativos y
aplicarlos a las posibilidades de interpretación que podemos tener al usar las
imágenes en movimiento como fuente para la historia y entender con sus puestas
en escena que el pasado es adaptable en algunas de sus características, y que
cada obra es “hija” y resultado de su época, es decir, una fuente.
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