Evento
académico: Auditorio Casa Museo Quinta de Bolívar.
Hora:
2:30 pm.
Fecha:
septiembre 28 de 2017.
El próximo 28 de septiembre estaremos
conversando sobre dos de las obras literarias de Andrés Caicedo: “El Atravesado”
y “Calicalabozo”, jornada que hace parte de las celebraciones que se han realizado
este año a propósito de los 40 años de su muerte, y de la publicación de su
libro ¡Que Viva la Música!
Exhibiremos el cortometraje Calicalabozo -1997- de Jorge Navas,
quien nos acompañara ese día presentando y hablándonos de este trabajo
audiovisual. Igualmente participa el profesor y realizador de la Universidad
Agustiniana Johnnier Aristizábal, quien ira tras los pasos de El Atravesado, sus vínculos con la
juventud del período y desencuentros con la sociedad del contexto de la época.
Esta jornada es posible por el
apoyo de la Casa Museo Quinta de Bolívar, el Programa de Cine y Televisión de
la Uniagustiniana, y su Grupo interdisciplinario de Investigación Audiovisual Olympia.
Anexamos para nuestros lectores uno
de sus cuentos compilados en la serie Calicalabozo:
Destinitos fatales (1971)
I
A un hombrecito le gusta el cine
y llega y funda un cine club, y lo primero que hace es programar un ciclo
larguísimo de películas de vampiros, desde Murnau y Dreyer hasta Fisher y ese
film que vio hace poco de Dan Curtis. Al principio hay mucha acogida y todo: el
teatro se llena. Pero semana tras semana va bajando la audiencia. Como se sabe,
el público cineclubista está compuesto en su mayoría por gente despistada que
acude a ver acá "el cine de calidad" que no puede ver en los teatros
cuando estos sólo exhiben vaqueros y espías: Imbéciles que abuchean una
película de John Ford con John Wayne "porque el ejército de EE.UU. siempre
mata muchos indios", que le dicen imbécil a Jerry Lewis. Esa gente cómo le
va a coger la onda a los vampiros, no falta por allí uno que insulte al
hombrecito del cineclub por estar exhibiendo cosas de éstas, cuando los
estudiantes luchan en las calles, gente que únicamente sufría de noche y que
siempre duerme bien y al otro día se despiertan y pueden hablar de amor, de
papitas, de viajes, de política y cuando llega la noche se ponen a soñar de lo
mismo que han hablado durante todo el día. Pues bien, el hombrecito de nuestra
historia comenzó a perder grandes cantidades de dinero, porque ya al final no
iban más que diez personas a sus películas de vampiros, 9, 8, 7, 6, 5, los
últimos 4 sí empezaron a conversar, a contarse recuerdos, pasó el tiempo y uno
de ellos se mudó de ciudad, otro amaneció un día muerto, uno se graduó de
arquitectura y nunca nadie más lo volvió a ver por estas tierras.
El hecho es que el sábado 25 de
septiembre de 1971, el hombrecito encontró, al ir a introducir el último film
del ciclo, que no había más que un espectador en la sala, allá detrás, en un
rincón, mitad luz y mitad sombra.
El hombrecito iba a comenzar a
hablar de la película que amaba tanto, pero el Conde se paró de su butaca y le
sonrió, y el hombrecito tuvo que bajar los ojos.
II
Un empleado público se monta a
las 2 del día en su bus de todos los días, paga, registra, y para su
satisfacción queda un puesto por allá , se dirige al asiento vacío sin ver a
nadie conocido, pero para qué conocidos a esta hora y con este calor, así que
el empleado público en lo único que piensa es en el almuerzo que su mamá le
tiene cuando llegue a casa, en la siestecita de 5 minutos, en el sueñito que
sueñe, y por pensar en eso ni se ha dado cuenta que este bus en el que se ha
montado no para cada 4 cuadras ni para en ninguna parte, y cuando cae en la
cuenta el hombrecito lo que hace es apretar las manos que le sudan pero nada
más ,o tal vez voltear a mirar a los pasajeros, todos hombres, una mujer en la
última banca vestida de negro, todos de piel oscura y por qué ser que todos
están así de flacos y por qué a todos se les ve el hambre en la cara, por qué,
sobre todo el chofer cuando voltea la cara y lo mira a él. Y da la señal.
Entonces el bus para y todos se le van encima, y cuando al hombrecito le
arrancan el primer pedazo de mejilla piensa en lo que dirán sus compañeros de
oficina cuando salga mañana en el periódico. Pero mañana no va a salir nada en
el periódico.
III
Un hombrecito va por allí
caminando fresco, cargando un libro de Mr. Edgar Allan Poe que pesa 5 kilos. De
pronto un gordo lo ve pasar y se acerca y le pregunta:
- Dígame, ¿no le molesta andar
con ese libro tan pesado parriba y pabajo?
El hombrecito, que es muy
bondadoso y un poco ingenuo, no se da cuenta que el gordo se quiere burlar de
él, y por eso piensa antes de contestar, para darle la respuesta exacta; y ella
es:
- Lo que pasa es que desde hace
un tiempo para acá me di cuenta que yo vivo mi vida montado en un globo, y el
libro de Edgar me sirve de lastre. Lastre para no elevarme tanto, para no ir a
parar a una región desconocida, habitada por gente que a lo mejor no me gusta,
que no conozco. Además la persona que más supo de globos en el mundo fue mi
amigo Edgar. Y el gordo al oír eso se le ríe en la cara. Y el hombrecito
comprende ahora y se pone muy triste. Y la tristeza le dura cinco días. Hasta
que se encuentra en una película una actriz americana de la que se puede
enamorar fácil, y la tristeza se le pasa.
Andrés Caicedo
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