23.2.15

Mirando solo a la tierra

Cine y sociedad espectadora en Medellín (1900-1930)
Autor: Germán Franco Díez
Editorial Pontificia Universidad Javeriana
Taller y Oficio de la Historia
2013, págs. 238


La historia local del cine colombiano se sigue escribiendo en libros de publicación universitaria, cumulo de trabajos que posibilitan ir atando hilos desde estudios de casos con periodos definidos que amplían el espectro hacia una historia regional, nacional y globalizadora. El caso reseñado es la investigación del maestro Germán Franco Díez, investigador consagrado a la comunicación desde el sentido de lo público, formado en la Escuela de Cine y Televisión de la Universidad Nacional, interesado en la historia cultural, la relación de la comunicación con la cultura, los géneros y formatos televisivos, las narrativas audiovisuales, las culturas juveniles, la responsabilidad social y la convivencia.   

Su investigación analiza desde la capital antioqueña la “sociedad espectadora” que nace, se establece, se desarrolla, y trasciende bajo la luz del cinematógrafo en el espacio público que lo ubica como dispositivo cultural de divertimento ante otras posibilidades ya comunes de esos espectadores “clásicos” influenciados por las fiestas religiosas, el teatro, la zarzuela, el circo, la ópera, el canto, las corridas de toros, y el ilusionismo, sólo por nombrar algunas que el autor posiciona como espectáculos paralelos.

El libro Mirando solo a la tierra presenta a quienes nos interesa la historia del cine colombiano, una pesquisa interesante que usa como sustento teórico autores que abordan el hecho histórico de las imágenes en sentido práctico vinculantes al arte, el libro, la música, el cine, etc; y los tan necesarios y enriquecedores contenidos de recursos periodísticos representados en El Colombiano y El Bateo; entrando en comunión y dialogando en los contenidos que presenta Franco desde la introducción, cuatro capítulos, las conclusiones, y los anexos.

En resumen, el autor nos presenta:

…La historia de cómo llegó el cine a la ciudad y cómo fue usado; qué películas se proyectaron, en dónde, cómo se proyectaron, cómo las veía la gente, cómo se percibían sus relatos e imágenes; qué prácticas culturales se desataron y cuáles se debilitaron ante la proyección cinematográfica, y qué nuevos relatos y representaciones construyó Medellín acerca de sí misma gracias al cine son los temas que aborda este libro (pág. 15).      

Las preguntas realizadas pueden caer en la sencillez y obviedad de quien las lee rápidamente sin detenerse en el objeto de estudio donde se suscitan. En contexto, contenido y objetivo desarrollado, podemos identificar en la lectura pormenorizada del libro que estas son respondidas de manera eficiente para el lector, posibilitando traspasar esa frontera entre el documento académico y el texto básico informativo.   

  El concepto “modos de ver”, traído desde el análisis de la pintura por John Berger para el contexto británico, es el que nos plantea Germán Franco Díez para su objeto de estudio en Medellín, entendida y puesta en la práctica de esa sociedad en avance, y explicada así:

… Los modos de ver no se entienden como una manera de mirar sino como una manera de nombrar prácticas colectivas de contemplación o entretenimiento que están asociadas no solo a los contenidos del espectáculo mismo sino a la forma como se presenta, es decir, el ritual de ir al cine, la oscuridad, la manera de relacionarse, el lugar en sí (pág. 25).

El ritual de ir al cine se encumbra en la puesta en escena de los diversos temas que descubrimos en treinta años de análisis, todos a través del espectáculo fílmico en una ciudad a portas de la modernidad urbanística, cultural, social,  y tecnológica. Teniendo igualmente en cuenta su contexto político en el marco del desarrollo centralizado por los gobiernos conservadores de turno, y lo que implicaba eso en aspectos educativos, moralizadores y sociales en las instituciones cotidianas representadas en la iglesia, las escuelas, y los gobernantes locales, lo que indirectamente nos lleva a un proceso de mentalidades en el accionar cotidiano de los medellinenses, y en ellos, un “modo de ver” y escuchar esas historias que le mostraban a través de un lienzo, tan distantes de su escenario geográfico, pero tan universales en sus sentimientos colectivos y personales.


El primer capítulo, Hacía una sociedad espectadora, nos ubica con las relaciones entre cine y sociedad, cine e historia, las socialidades de la sociedad espectadora y su territorio, el paso de la sociedad parroquial a la sociedad espectadora, finalmente la historia del cine en Medellín. 

El segundo capítulo, Modos de ver: Medellín, una parroquia silenciosa (1900-1913), entra en temas referidos al encuentro con el espectáculo cinematográfico, y la ciudad como factor de cohesión en aspectos referidos al aporte del cine como artefacto tecnológico y visual con sus primeras proyecciones, modos de ver y acción comercial; sumado a las prácticas colectivas y cotidianas de algunos oficios donde se vinculan otras maneras ya “clásicas” de diversión.

El tercer capítulo, Un agradable desengaño: el cine convierte a Medellín en sociedad espectadora (1912-1924), analiza ampliamente las posibilidades que el cine entrega en diversos temas derivados de su consumo  y encuentro en aspectos que tiene que ver con el orden público, la delincuencia, la educación y complemento en otros espectáculos. También encontramos la posición del cine  como nueva empresa ventajosa para la economía local con las compañías que entraron en el negocio de la producción, y la exhibición con la aparición de los teatros como escenarios para “exaltar las pasiones”.

El último capítulo, El “hechizgo” del cine: los modos de ver en la sociedad espectadora (1924-1930), expone los avances de la técnica cinematográfica en aspectos como el montaje, las sagas, y el paso del silente al sonoro; además de la relación entre la moral, el cine y con ella la censura.  

Valor agregado de esta investigación es la posibilidad que el autor nos entrega en sus anexos para revisar la lista de espectáculos entre 1908-1916; además del listado de películas que pasaron por los teatros y salones de la ciudad entre 1909-1930, cintas que pueden ser tomadas en cuenta para estudios comparativos con otras ciudades del país, y así identificar dinámicas de exhibición y recepción con respecto a esos “modos de ver” de nuestros pobladores en el marco de un posicionamiento relevante del filme como forma de entrar a otros escenarios de encuentro en la línea de sociedad espectadora.

Con este libro tenemos un gran ejemplo de acercarnos al hecho cinematográfico como tema de estudio desde la historia y en el contexto de las sociabilidades de una ciudad. Esperando que su uso sea efectivo en cursos y electivas sobre la historia de Medellín desde aspectos culturales, sociales y urbanísticos. Que no se quede en el estante oscuro del olvido sin su uso para explicarles a los niños,  jóvenes, y adultos de la capital antioqueña, las formas de expresarse y presentar el cine en el contexto de los años 1900-1930.

En el marco de la historiografía del cine colombiano desde estudios de caso locales, sin mencionar la ciudad de Bogotá, nombramos dos investigaciones que se acercan al objeto de “esculcar” en nuestras ciudades el cine como medio de comunicación y divertimento que se posiciona en las cotidianidades de una sociedad en crecimiento, el caso de Barranquilla en Blanco y Negro de José Antonio Nieto Ibáñez dividido en tres tomos: Historia del séptimo arte en la ciudad 1876-1935; La historia de la ciudad a través del cine; El cine sonoro y parlante llega a la ciudad 1908-1935. Y la investigación ya reseñada en este blog de Angie Agudelo Rico, Bucaramanga en la Penumbra: la exhibición cinematográfica 1897- 1950.

Barranquilla, Medellín y Bucaramanga, quedan examinadas en los primeros treinta años de nuestra historia fílmica desde la exhibición y producción cinematográfica en sus primeros treinta años del Siglo XX. ¿Cali dónde queda en el período de estudio? A la espera de una pesquisa del profesor Ramiro Arbeláez que seguro ayudará a dilucidar otro espacio geográfico para encontrar diferencias, y encuentros en las formas de presentarse el cine en sus entornos más comunes.

Nota: Un antecedente importante de estudio en la capital de Antioquia es el libro de Edda Pilar Duque La Aventura del Cine en Medellín, publicado por la Universidad Nacional e Colombia y El Áncora Editores en 1992.                      

14.2.15

El cine nacional en la Revista de Estudios Colombianos

Nos. 33-34, 2009

Asociación de Colombianistas y Wabash College

Un número especial dedicado al cine colombiano aparece un poco invisible ante los escenarios académicos donde la cinematografía nacional entra como objeto de estudio. Se trata de la edición especial de la Revista Estudios Colombianos en sus números 33-34 publicada en el año 2009, con la responsabilidad editorial de la Asociación de Colombianistas y Wabash College, y la dirección como editora invitada de la Dra. Juana Suárez, reconocida investigadora en las idas y venidas de nuestro cine, con su mirada juiciosa y crítica para potenciar los contenidos que encontramos para el deleite del lector interesado en nuestras imágenes en movimiento.

El logro de esta publicación se encuentra en los diversos temas del cine colombiano que van y vienen en aspectos significativos que se vinculan a nuestra realidades filmadas en ficción: con adaptaciones literarias; ejercicios de memoria desde el oficio de director; entrevistas que entran en el escenario de reconocimiento del autor, con sus adaptaciones, problemas y eficiencias; y un panorama bibliográfico básico de reconocimiento centrado en textos recientes venidos desde los beneficios institucionales con las becas de investigación.



En su introducción El cine colombiano: ¿es posible otra mirada?, Suárez expone dos factores como principios de la publicación: primero, la propuesta siempre vigente en su discurso académico de generar diálogo entre los investigadores y sus pesquisas sin importar el campo de estudio y su espacio geográfico  de desarrollo; segundo, al afirmar:

…Por otro, poner en esa mesa de diálogo otros elementos y épocas del cine colombiano. Con sus aciertos y fallas, la Ley de Cine del 2003 ha generado interés sobre estudios del cine colombiano pero ante todo material de trabajo, convocatorias, publicaciones, festivales y exhibiciones.  Con cierto ritmo, el cine colombiano ha ido superando el  “síndrome de los diez años” (cada director hacía una película cada tanto), para pasar a un balance anual más copioso de, por lo menos, doce a dieciséis películas colombianas al año. La calidad de las mismas se mira con optimismo por algunos sectores, con pesimismo por otros. Un punto de partida, entonces, ha sido entender este momento de la producción fílmica colombiana como arte de un proceso y como uno de los intentos sólidos de generar industria cinematográfica (pág. 4).

En momentos de despegue fílmico con nuevos y consagrados directores del medio nacional, y la amplia participación en festivales internacionales, el material de insumo para el análisis del cine contemporáneo colombiano se incrementa para presentes y futuras investigaciones en diversos campos de estudio, recordando la prioritaria y básica necesidad de reconocer la historia del cine colombiano en sus diversas etapas de desarrollo; lo anterior, para que las nuevas generaciones de cineastas no se crean el cuento que el cine colombiano solo tiene veinte años de desarrollo.

 Para los interesados en el contenido de la revista, con sus respectivos artículos que pueden leerse en su totalidad ir a: