8.9.11

“La Voz” pasó por Cali –primera parte-

-Padre nuestro que estas en la salsa, sacrificado sea tu saoco, papá Dios. No nos dejes caer en al tentación del Rock, líbranos de las raspas, protégenos de las guascas, panelas, y merengues dominicanos. Salsifica nuestro guaguancó, así como nosotros los caleños, los latinos, adoramos el yenyeré, el bolero y la frenética salsa, esperando tu protección melómana, esta tarde, como todas las tardes caleñas…-“El Loco” Valencia en “La Calle esta dura” Rumba Stereo FM Cali, en el documental “La Voz”.     

Suenan con fuerza los trombones, y entra el  coro “llegó la banda tocando salsa, para que entre en la bachata”, y muchas parejas se levantan en son bajo la leve tonalidad de unas luces que se confunden con los colores de las vestimentas de los rumberos. Luego, es inconfundible el cantante que complementa la pieza musical con su “todos están bien contentos, porque le viene a tocar, un grupo de bandiditos de la escuela musical”, se trata de Héctor Juan Pérez Martínez, mejor conocido como Héctor Lavoe. Nacido el 22 de septiembre de 1946 en Ponce Puerto Rico, y fallecido el 29 de junio de 1993 en la ciudad de New York, espacio que lo albergó a inicios de los sesentas para empezar su periplo musical hasta llegar a conformar una de las parejas más recordadas del escenario salsero junto al “malo de Bronx”  Willie Colón, y luego pertenecer a la Fania Alls Star, y ganarse el seudónimo de “el cantante de los cantantes”. 
En el año 2005 aparece el documental La Voz de Benoit de Vilmorin y Etienne Sevet, que si bien no es un documental con factura técnica deseable en cuanto su montaje y aprovechamiento del espacio que presenta en New York, Puerto Rico, Cali y Buenaventura, si lo es por algunos aportes de los entrevistados, entre los que se encuentran cantantes, músicos, locutores, académicos, y personas aficionadas a la figura del que decían era el rey de la puntualidad. Entre datos y entrevistas, vemos imágenes de algunos de sus conciertos memorables: En Panamá cantando “Todo tiene su final” en 1973, en el Coliseo Roberto Clemente de Puerto Rico en 1974 cantando “Mi gente”, con Willie Colón en el mismo San Juan en la Super Salsa de 1978 cantando “Che Che Colé”, en Guaynabo –Puerto Rico- cantando “El Cantante” en 1985, y en el Callao –Lima, Perú- en 1986.
Inicialmente Cheo Feliciano afirma que Héctor era el niño mimado en la Fania Alls Star, cumpliendo un papel importante cuando saltaban a la vista discrepancias, siendo él quien bajaba la tensión con un chiste o algo divertido para entrar en nuevo estado y acabar los problemas. Para uno de sus fanáticos en Cali, rumbero de oficio llamado Hugo Carteras, la música de Lavoe es algo “como si viniera del cielo, como si llegará un rayo de luz, lo cogiera a uno por dentro, lo alumbra todo, y se siente uno con fuerza, lo pone a llorar, pero no de tristeza, sino de alegría”. El periodista y amigo del cantante, Jairo Sánchez, nos dice que H.L era un hombre de extremos: el mejor cantante, la mejor voz, el mejor sonero, el mejor drogadicto.
Su hermana, Priscila Pérez, anuncia que él sabía que en New York había mejor ambiente para el canto, porque desde niño siempre le gusto la música, ganando a los 5 años un premio en una de las emisoras radiales del época, y cantando a los 9 años en televisión. Entra en escena Willie Colón relatando sus inicios musicales y su encuentro con H.L bajo el auspicio de Jerry Masucci y Johnny Pacheco con el sello Fania, un anecdotario que involucra asuntos de rencillas entre la banda de Lavoe –La New Yorker- y la de Colón –La Dinámica-; también contextualiza un poco el cómo nace la salsa, anunciando: “las leyes de aquí eran las mismas que en Sudáfrica, y esto hasta 1963-1964, éramos separados pero unidos, víctimas de discriminación, Martín Luther King marchaba hacia Alabama, y nosotros recibíamos palizas por nuestras descargas en el Bronx; para decirte que en el nacimiento de la salsa, aunque las letras de las canciones no eran directamente políticas, el mero hecho de estar tocando esta música extraña, en un país aun más extraño, como comunidad al margen de la sociedad, era como un desafío”.
Partiendo de las imágenes de H.L en el concierto de la “Feria del Hogar” en Perú 1986, en son de plena “Helena Helena, Helena Helena, Helena tiene un bombón, yo me voy negrita santa, pal barrio de San Antón”, Cheo Feliciano explica que es la plena en Puerto Rico, que según él, “no es otra cosa que la prensa hablada, en esta se habla de los sucesos del día, para aquellos que no tenían la radio, ni los medios para el periódico, por lo tanto escuchaban la plena”. El complemento de esta reflexión son imágenes del año 2004 de un grupo de personas que cantan “plenas” en el barrio de San Antón en Ponce Puerto Rico, y en Santurce barrio del municipio de San Juan.

El profesor Alejandro Ulloa de la Escuela de Comunicación de la Universidad del Valle, afirma que H.L no sólo cantó, sino que encarnó en vida, las letras que cantaba: “Una cosa es que un músico como Maelo Ruíz, Víctor Manuel, el mismo Gilberto Santa Rosa que son músicos de clase media, con buena educación, le canten a la salsa. Y otra cosa es que usted venga de la calle -de una cárcel, como Ismael Rivera-, como si era H.L como si era Cheo Feliciano, como si fueron otros cantantes. No solamente le cantaron a ese mundo, sino que ellos eran de ese mundo. Y como la salsa aquí fue de la marginalidad y del malandro, pues H.L encarnaba esa figura social”. La reflexión del profesor Ulloa esta ligada con el crecimiento de la ciudad, y la construcción de los barrios populares en la ciudad de Cali, donde la música venida de la Habana, México, Puerto Rico y New York, entra a ser un habitante más de la vida cotidiana que se construye, bajo la rumba callejera o privada.

Sobre las dificultades de H.L y sus vicios, dicientes inclusive con su tema “todo tiene su final”, Gilberto Colón afirma que “él daba la impresión de que todo estaba bien, pero no lo estaba por sus innumerables problemas, con otra dificultad, el quería estar en un status social que la plata de él, lo permitía, pero que él no quería estar allí…, no tenía esa gentileza, él era de la calle”. Del tema habla igualmente el violinista Alfredo de la Fe, narrando una anécdota sobre H.L y las drogas, así como el congoncero Eddie Montalvo y sus historias con las eternas rumbas. El tema empata introduciendo la voz en off del documental con la llegada de Lavoe al Cali de los ochentas, anunciando: “En New York se destaca por su desfachatez, dándole guerra a más de un empresario. Desprestigiado en el circuito, y negándose a convertirse en uno de esos cantantes para turistas de paraísos caribeños, embarca en el avión privado de su amigo colombiano Larry Landa, adinerado melómano de fortuna sospechosa rumbo a Cali”.


La historia de H.L con Cali, en palabras de Jairo Sánchez, empieza con las orquestas de salsa que llegaban a la ciudad en los setentas, porque la “sucursal del cielo” se convirtió en el epicentro del género musical. El timbalero Pichirilio, afirma que en el año 1979 él tocaba y dirigía un grupo de Piper Pimienta, época en el que Larry Landa trae de gira a H.L con su orquesta, conociéndolo en tarima, que luego en 1983, Larry lo trae a vivir a Cali, para ayudarlo en sus adiciones a la droga, contratándolo para diversos shows en su discoteca Juan Pachanga Charanga, y organizándole un grupo con el mismo nombre, del cual hizo parte. Del empresario caleño aparecen algunas referencias concernientes a su oficio, su hijo Juan Carlos Araque, afirma que la situación de Lavoe en Cali era tenaz por lo que vivía, de su padre afirma que inicio su negocio alquilando equipos de sonido y música para fiestas en la ciudad, reconocido como “ritmo lala”, cambiando luego su nombre a Larry Landa, reconocido internacionalmente por traer a los salseros del momento a la capital de la salsa, en épocas donde el producto interno bruto colombiano, comenzaba a tener fama internacionalmente por la “exquisitez” de la cocaína de exportación directa al país del norte, entonces, bajo viajes clandestinos, nos regresaba -según uno de los entrevistados-, otros tesoros, música caribeña expresada en salsa bajo la batuta de Pete “El Conde” Rodríguez, Héctor Lavoe, The Lebrón Brothers, El Conjunto Cásico los Rodríguez, La Sonora Ponceña, y otros exponentes de reconocida fama.

Su vida en Cali era entre shows en Juan Pachanga Charanga –Juanchito- con 10 o 1000 personas escuchándolo, improvisando todas las noches y cantando boleros, más las presentaciones privadas de la época, donde según Alfredo de la Fe, H.L era el más cotizado, con espectáculos que duraban hasta dos días, bajo la presión de quienes pagaban. Su ritmo era de largo, salía de las presentaciones a las seis de la mañana, se dirigía al apartamento de Alfredo de la Fe, saliendo a las once de la mañana para luego ir a la ciudad y mezclarse con la cotidianidad, sin embrago -prosigue Jairo Sánchez-, su sitio preferido era Buenaventura, porque encontraba allí sus raíces; complementa esta reflexión la de un melómano que narra como el influjo de este espacio costero al ser puerto, sirve de entrada de los acetatos que nutrirían la cultura musical de la región, ya que los nativos al ser empleados de los buques cargueros que llegaban, lograban obtener un dinero que la mayoría de las veces era invertido en un buen equipo musical, y la compra de discos vinculados al fenómeno salsero, formando una nueva cultura musical vinculada a los sonidos de New York.

Fuentes
-Documental “La Voz”
-Imagen tomada de http://medardoarias7.blogspot.com/ -Lavoe ensayando en el Club Juan Pachanga.








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