Se cumplen cien años de
una película extraña, vanguardista, y anticanónica para su momento en los
aspectos concernientes a su trama, realización y producción. Dirigida por Vincenzo Di
Doménico, y producida por Di Doménico Hnos, El
Drama del 15 de Octubre marca el camino de aquellos filmes que vieron en el
tema de la violencia una salida efectiva y mediática para alcanzar públicos
insospechados en el teatro del séptimo arte.
El periodo silente de
nuestro cine tiene en El drama del 15 de
Octubre una historia atractiva para
investigar, a pesar de no conocerla en su contenido, y sólo reconocer un
fotograma de su producción, escena en el cementerio central de Bogotá en el
mausoleo del general con un plano que representa innumerables ofrendas
florales, y en la parte superior, al lado del busto, una joven mujer que
enarbola la bandera nacional en su mano derecha, envuelta «patrióticamente» en
otra, sobresaliendo el escudo colombiano, erguida, y estirando su brazo
izquierdo con algunos laureles; escena que podría ser la última de la cinta por
su simbología, vanagloriando al líder como personaje patriótico y victorioso a
pesar de su muerte, el cual, representado en su tumba, ejemplifica su paso al
escenario eterno del recuerdo colectivo.
Investigar la historia
del cine colombiano silente tiene las dificultades de las fuentes primarias
básicas representadas en el material fílmico, por eso las memorias, y artículos
periodísticos del periodo, son el sustento para desarrollar un texto
representativo del momento analizado. Ir a los libros que han tocado el tema,
verificar sus fuentes, y asumirlas nuevamente con otros criterios en el montaje
escrito, se convierte en ejercicio dinámico del historiador del cine
colombiano, tal cual como ocurre en el hilo conductor de este artículo. Así, se
asume que lo narrado y analizado, ya conocido por otros investigadores
fílmicos, aporta al conocimiento de aquellos lectores que descubren como «la
idea de El drama del 15 de octubre no
podía ser más audaz: presentar una documentación sobre los hechos del asesinato
del general Uribe Uribe, justo al cumplirse un año del magnicidio»[1].
En 1915 los empresarios
del cine invitaban a la comunidad bogotana a participar de sus actividades
fílmicas, lo hacían aclarando de entrada que «La casa Di Doménico quiere
construir películas en Bogotá, pero no sólo se ha encontrado con los obstáculos
de que todo el mundo en cuanto ve la cámara se lanza a colocarse enfrente»,
sino que además había poca creatividad para presentar historias y argumentos
propicios para el lienzo, agregando:
[…] Y por
eso ha abierto un concurso para premiar con la enorme suma de doscientos
francos el mejor argumento y con…inentendible… El argumento tiene que
venir escrito en elegante forma literaria y lo más condensado posible; no debe
afectar las creencias ni la honra ajena; no debe ensalzar las hazañas de
asesinos, bandidos y gentes de malas costumbres; tiene que tratar de un drama
moderno en donde puedan ser tomados nuestros edificios y camellones, pero sin
que haya necesidad de viajes muy largos para filmarlos, y además tiene que dar
margen para que se tomen algunas escenas de un argumento que pueda servir para
hacer la apoteosis de la vida política y
de la muerte del general Uribe Uribe, y de campo a varias de las acciones en
que el ilustre mártir sirvió a la patria.
Resulta contradictorio
la nota al encontrar entre líneas la frase «no debe ensalzar las hazañas de
asesinos, bandidos y gentes de malas costumbres», postulado que en definitiva
convierte la película en centro de críticas y censura hasta sacarla del
circuito de exhibición. ¿Por qué si plantean esta condición de no representar
ciertas situaciones, su filme las pone en escena? Realidad que podríamos
entenderla desde la posibilidad mediática que vieron los Di Doménico en los
asesinos del general Uribe, y las facilidades otorgadas por las autoridades
carcelarias para acercarse a los delincuentes y ponerlos de nuevo en sintonía
con su oprobiosa acción, esta vez actuando, posando, y recreando los momentos
del asesinato, realidad y ficción que se acerca al documental definido por John
Grierson como aquel « tratamiento creativo de la realidad».
El 8 de noviembre de
1915 se estrenó el largometraje sobre el asesinato de Rafael Uribe Uribe, filme
que sumaba a las energías de la SICLA en la interacción entre exhibición y
producción cinematográfica, y que emocionados publicaban: «Medellín. –Anoche
fue estrenada la película que representa el asesinato del Gral. Uribe Uribe.
Esta película contiene dos largas partes. El éxito fue enorme. Próximamente la
despacharemos a ésa. Didoménico». Drama
de imágenes en movimiento representando un momento histórico que remarcaba la
fecha en que Leovigildo Galarza y Jesús Carvajal decidieron poner fin a la vida
del general, «cuya censura significó el retraimiento de los Di Doménico en sus
planes de filmación y un retraso considerable en el desarrollo del cine
nacional»[2].
Francesco Di Doménico
aprovechó un momento especial del cual había sido testigo urbano en el
algarabío, las noticias de prensa y el rumor callejero, para ponerlo en «la
parrilla» de sus ideas cinematográficas, sobretodo si el triangulo asesinos y
víctima, se movía mediáticamente en el acontecer de la vida cotidiana en la capital colombiana con la
sobrecogedora historia que de fondo podría tener el éxito fílmico:
[…] Francesco,
tan prolijo en otros recuerdos, apenas dejó esta mención: “Filmamos también los
funerales del General Uribe Uribe, su autopsia y a los sindicados,
escondiéndonos en todos los rincones del Panóptico para poderlos tomar
infraganti y no en pose forzada. La película desgraciadamente fue prohibida
para su exhibición en toda Colombia, por medida de orden público”[3].
Memoria selectiva debió
tener don Francesco para evitar hablar del tema censurado que levantaba
ampollas en los seguidores del político liberal, claramente reflejada en las
memorias familiares por parte de su hijo Donato, quien afirmaba que el tema de
la cinta sobre el asesinato de Uribe Uribe, era asunto donde «se hablaba pasito»[4].
Voz baja para la altura de un documental sobresaliente en sus capacidades de
representar a Leovigildo Galarza y Jesús Carvajal en medio del drama, que visto
con los ojos del presente, se asemeja a la intencionalidad de buscar glorificar
a la victima y los victimarios, rara situación que en la práctica es
reprochable, pero que en la mente abierta de un extranjero metido en la empresa
del cine, solo significaba arte, espectáculo, y ganancias.
*El texto es una edición del artículo titulado:
Realidad y ficción sobre el asesinato de Rafael Uribe Uribe en la película El drama del 15 de octubre en 1915.
Documento a publicarse en el próximo número de la Revista Académica Memoria y Sociedad, editada por el
Departamento de Historia de la Facultad de Ciencias Sociales de la Pontificia
Universidad Javeriana.
*Las imágenes corresponden:
1- Sepelio del
general Rafael Uribe Uribe, Archivo Cinematográfico de los Acevedo,
2-Único fotograma existente de El Drama del 15 de Octubre. “Alegoría a la Libertad”.
Fuente: Fundación
Patrimonio Fílmico Colombiano.
Edición: A
cargo del autor del blog.
[1]Nieto, Rojas, Tiempos del Olympia, 99.
[2]Leila El'Gazi, «El Drama del 15 de Octubre»,
Las 10 películas del siglo XX en Colombia, Credencial
Historia, Edición 112, (Bogotá, abril 1999), 44. El artículo se encuentra
disponible en la web: http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/revistas/credencial/abril1999/11215oct.htm
[3]Nieto, Rojas, Tiempos del Olympia, 100.
[4]Nieto, Rojas, Tiempos del Olympia, 101.
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