10.7.13

Parodia y animación hitleriana –última parte-

Oliver Hirschbiegel dirigió en el año 2004 la película alemana Der Untergang, titulada en Latinoamérica El Hundimiento, adaptación del texto literario de  Joachim Fest quien reconstruye los últimos días de Adolfo Hitler en el búnker; además de las memorias de Gertraudl Humps Junge, quien ofició como secretaria del Fuhrer, quien cumple un papel secundario en el filme. Observamos en la cinta al dictador con  diversas reacciones ante el mando militar y sus más allegados ante la inminente derrota por la llegada del frente militar ruso que tenía sitiado a Berlín, y su posterior suicidio. La fabulosa actuación de Bruno Ganz nos traslada con su rostro, gestos, y movimientos, a un ser humanamente sufriente y desencantado de sus generales más cercanos, sin dejar a un lado su oprobiosa decisión de llevar hasta el final su empresa bélica con el pueblo alemán como “carne de cañón”.
A primera vista -teniendo en cuenta la seriedad del tema- el lector se pregunta si se trata de una parodia sobre Hitler, la respuesta es negativa. Entonces: ¿por qué la película ha trascendido en la parodia universal, sin ser una obra cómica? Porque el público ha aprovechado una de sus escenas para mutarla a su conveniencia,  embromando situaciones del acontecer mundial, nacional, regional y local. Lo paradójico es que ha puesto a Hitler como el centro de atención de las acciones más inverosímiles y ridículas, pasando por el trabajo de edición visual en el cambio de subtítulos, y en la constante reproductibilidad técnica en los canales regulares de internet con un título especial, Hitler se entera...             
         
Hitler se entera….
La popular escena se desarrolla en el salón de mando de Hitler en el búnker, rodeado de sus generales, y con un mapa en la mesa que sirve para explicar  los sitios que han tomado los rusos en su avanzada a Berlín, con el Fuhrer atento y convencido de lograr una irrupción certera para evitar la hecatombe. Los minutos que nos recrean se desarrollan en el salón de discusión, y en el espacio donde las personas escuchan la catástrofe del fin de una guerra expresada por su líder energúmeno.


A continuación los subtítulos que leemos en la película:


-General: El enemigo se ha abierto paso a lo largo de un frente amplio. Han tomado Zossen por el sur y están avanzando por Stahnsdorf. Están en la periferia norte  entre Frohnau y Pankow. Y en el este alcanzaron Lichtenberg, Mahisdorf y Karlshorst.

-Hitler: El asalto de Steiner traerá todo bajo control.

-General: Mi Fuhrer…, Steiner.

-General: Steiner no pudo movilizar suficientes hombres. No era capaz de llevar a cabo su asalto.

-Hitler: Las siguientes personas se quedaran aquí: Keitel, Jodl, Krebs y Burgdorf..., ¡Eso era una orden! ¡El asalto de Steiner era una orden! ¿Qué se han creído para desobedecer una orden que yo di? Así que ha esto han llegado. Los militares me han estado mintiendo. Todos me han estado mintiendo. Incluso la SS. ¡Los generales son un montón de despreciables, desleales y cobardes! 

-General: No le puedo permitir que insulte así a los soldados…

-Hitler: ¡Son cobardes, traidores, y perdedores!

-General: Mi Fuhrer, esto es indignante.

-Hitler: Los generales son la escoria de la gente alemana. ¡No una pizca de honor! Se hacen llamar generales, años en la academia militar solo para aprender a tomar un simple cuchillo. ¡Por años los militares han obstaculizado mis planes! ¡Han puesto todo tipo de obstáculo en mi camino! ¡Lo que debería haber hecho es liquidar a todos los oficiales de alto rango como lo hizo Stalin! Nunca asistí a una academia. Y sin embargo he conquistado a toda Europa por mi mismo. Traidores. He sido traicionado y engañado desde el principio. Qué monstruosa traición del pueblo alemán. Pero todos esos traidores pagarán. Pagarán con su propia sangre. Se ahogaran en su propia sangre. Mis órdenes han caído en oídos sordos. Bajo estas circunstancias, no soy capaz de dirigir. Se acabó. La guerra esta perdida. Pero caballeros, si creen que dejaré Berlín están muy equivocados. Preferiría volar mis sesos. Hagan lo que quieran.         

Los casi cuatro minutos de duración tienen un sinnúmero de adaptaciones que sobrepasan los temas de este mundo globalizado, hasta el punto que la productora alemán Constantin Films alegó derechos de autor, y bloqueo por los canales de exhibición algunas de estas adaptaciones en el año 2010, sin tener relativo éxito.  Sin embargo, su director asesto en una entrevista el estar satisfecho y sorprendido por la acogida de la escena y su uso constante como parodia, afirmando que logro observar 145 reproducciones, incluyendo la que elaboro, convirtiéndose según él en el mejor elogio que como director le han podido realizar.      

Y como los ejemplos abundan, proponemos cinco para su deleite:
-Hitler se entera que Uribe gano “El gran colombiano”:
-Hitler se entera que Falcao firmó con el Mónaco:
-Hitler se entera que el nuevo Papa es argentino:
-Hitler se entera de que el 21 de diciembre no se acabó el mundo:
-Hitler se entera que hay pescado en cafetería central, Universidad del Valle:

Cada país en su coyuntura tiene representaciones de esta escena expuesta con lenguaje local, y con algunos casos groseros. El momento transcendental de los destinos de la nación alemana por lo que sucede en los alrededores de Berlín, y la retahíla de regaños Hitler, pasa a un segundo plano en el escenario del análisis general de la obra, y en el contexto de lo que sucedió en las postrimerías de la Segunda Guerra Mundial. ¿Quién inicio la serie de adaptaciones?, ¿Por qué esa escena? Respuesta que podría venir de alguien que no se tomo tan serio la historia adaptada de ese instante, quien se planteo otra vivencia, otro dialogo, y lo ubico en momentos contemporáneos de impacto para criticar y asociar a la cotidianidad, para que otros se burlaran, socializaran y la pusieran en una cadena infalible y precisa de comunicación, trascendiendo fronteras y mensajes; en conclusión, éxito inesperado de un sencillo y burlesco experimento.

 Fuente

Referencias visuales
-Escena con subtítulos reales: http://www.youtube.com/watch?v=R8JnpFFIS8w

Nota
-De estos acontecimientos se había filmado en 1973 la cinta Hitler: Los últimos diez días, interpretada por Alec Guinness, y en 1978 El Búnker; obras que recrean algunos de los acontecimientos del filme de Hirschbiegel.


            

5.7.13

Parodia y animación hitleriana –segunda parte-

El cine animado ha sido un género ideado para satisfacer cierto público, sobretodo el infantil y juvenil que digiere fácilmente este tipo de historias, teniendo en Walt Disney una empresa especializada desde sus inicios con personajes centrales sacados del reino animal, y adaptaciones de fabulas ya tradicionales en la cultura popular, formula exitosa que la posiciono en el entramado de la producción cinematográfica. Su entrada en la realidad que vivía el mundo en los primeros años de la década del cuarenta -por causa de la Segunda Guerra Mundial en territorio europeo-, se hizo por medio del trabajo creativo de sus animadores para desarrollar historias que entregaran un mensaje directo, político, y propagandístico sobre el conflicto, sus personajes, las vivencias, y posibilidades en el terreno de la participación norteamericana. Siendo un vehículo mediáticamente eficaz, los trabajos de animación fílmica que se comentan pertenecen a la historia del cine en un contexto histórico relevante de Siglo XX, vigentes en su interpretación e importantes en su socialización. 
   
El Rostro del Fuhrer
En 1942 “la magia de Disney” realizó un cortometraje animado dirigido por Jack Kinney titulado Der Fuehrer's Face  -el rostro del Fuhrer-. Con el pato Donald podemos observar y oír en ocho minutos, una pegajosa melodía interpretada por una banda de cinco individuos, destacándose el emperador japonés Hirohito tocando la tuba, Göring –comandante de la Luftwaffe– tocando la flauta traversa, Goebbels –ministro de propaganda- tocando el trombón, y Mussolini –Ducce italiano- con el bombo, forma caricaturesca que de entrada los ubica como personajes centrales de un conflicto mundial, dejando notar algunos símbolos que identifican sus nacionalidades. Seres superiores, control territorial, y la mención de superhombres de la raza aria, son temas en los que se insisten en el estribillo, con una particularidad, todas culminan con el famoso saludo nazi dirigido al nombre de Hitler. La esvástica usada en la bandera alemana nazi, se atraviesa constantemente en los uniformes de los personajes, en forma de poste de alumbrado público, en los arbustos, en las aspas del molino, en las nubes, en el cuarto de Donald como papel de colgadura, en el despertador, y en el reloj cucú que nos exhibe al pájaro autómata con el rostro de Hitler y su brazo extendido.


Entrando en escena, el pato es despertado por la bayoneta de un soldado nazi, saltando de la cama, y saludando automáticamente los retratos de Hirohito, Hitler y Mussolini. Lo vemos perezoso, medio zombi, mojado para que reaccione y se ponga en alerta para una nueva jornada, la que nos presenta a través de su actividad detrás de un biombo para colocarse el traje oliva y dirigirse a una caja fuerte resguardada por un cuadro más grande del Fuhrer, sacar de allí su desayuno, y mostrar la escases en un minúsculo grano de café que funciona en la taza de agua como bolsa de té, en una botella estilo perfume con el rotulo “aroma de huevos y tocino” que oprime sobre su pico, y un pan extremadamente tieso que parte con un serrucho. Mensaje que demuestra el escaso alimento que tienen los propios integrantes del nazismo, solventado -en medio de la dificultad de comer un trozo de pan- por la bayoneta que pone sobre la mesa de Donald con la frase, ¡alimenta tu mente!, el libro político y autobiográfico de Hitler Mein Kampf  -Mi Lucha-, significando que lo más importante en sus copartidarios es el alimento ideológico.      

Sacado de su casa por la banda musical de guerra, el  pato norteamericano es subyugado y obligado a cargar el bombo hasta la entrada de una fábrica donde el narrador explica que deben “sentirse orgullosos de ser nazis y trabajar para el Fuhrer 48 horas  al día”, entrando en una industria armamentista para el frente de batalla. Copiando un poco la famosa escena de Chaplin en Tiempos Modernos cuando aprieta las tuercas incesantemente hasta la locura, vemos a Donald apretando las puntas de las balas de todos los tamaños, y entre algunas de ellas el retrato de Hitler con la obsesión contagiosa de saludarlo como obliga el orden. La voz en off que observamos salir por los altavoces con gran potencia, vanagloria a Hitler y presenta la oferta de vacaciones “sin paga” para sus empleados, una lona con el reflejo de los Alpes, además de la escogencia por decreto especial para trabajar horas extras, insistiendo en la rapidez para obtener más municiones, llevando al personaje hasta el cansancio, volviéndolo loco, pidiendo alto, y teniendo una serie de visiones donde el armamento es el centro imaginativo que se asemeja a los personajes de la banda marcial, y que lo ubican como un esclavo encadenado, pisoteado hasta no dar más y explotar, lo que nos lleva otra imagen.


Despertándose de su sueño, la animación que tenemos es más colorida, un pato Donald que despierta en un escenario esperanzador, con la pijama que inmediatamente nos rememora la bandera estadounidense con las estrellas y las barras -adorno regular en todo el cuarto-, y una confusión inmediata, la sombra de lo que parece ser la figura de Adolfo Hitler que equívocamente saluda apesadumbrado el pato, pero que simplemente es el reflejo de una pequeña estatua de la libertad que acompaña una mesa al lado de la ventana, dirigiéndose a ella, cogiéndola y besándola, expresando sentirse orgulloso de ser un ciudadano de los Estados Unidos de América. Finalmente, el estribillo que afirma “si no amas al Fuhrer/es una gran desgracia/entonces decimos, ¡Heil!, ¡Heil!/Derecho a la cara del Fuhrer/ decimos, ¡Heil!, ¡Heil!”, mientras tenemos como imagen el rostro de Hitler, adusto, y recibiendo un gran tomatazo que le estalla, apareciendo el fin de la obra.                

La apuesta de Disney en la coyuntura del conflicto bélico es notoria, y cargada de mensajes básicos y a la vez complejos en el escenario disputado, la simbología de guerra, los lideres del bando opositor, y un personaje central visualmente reconocido, suman a la idea central de exhibir las condiciones en que el nazismo tiene sometida a su población, con dos caras, la del ciudadano alemán abocado a los requerimientos de su nación por medio de una industria de guerra, y la del ciudadano norteamericano que “supuestamente” vive de las garantías institucionales por medio de la libertad. Su exhibición debió convertirse en arma política para demostrarle a otras naciones la realidad del momento, y en propaganda institucional del gobierno norteamericano con la máxima de ser una producción artística de los entornos hollywoodenses, sin dejar de ser, como se observa al final, una cinta que exalta a los Estados Unidos, ubicándola como la gran nación poseedora de ese destino manifiesto que la encumbra como defensora de los débiles y desposeídos en el anclaje de su connotado imperialismo.   

 Enseñanza para la muerte
El segundo cortometraje de Disney se realizó en 1943 con el título de  Education for Death: The Making of the Nazi -Enseñanza para la muerte: La formación de un nazi-, dirigido por Clyde Geronimi, y adaptado de la obra del mismo título escrita pot Gregor Ziemer. La historia de uno de los niños de Hitler, tiene nombre propio, Hans. Desde el inicio con un narrador en off, vamos conociendo el proceso de convertir un ciudadano alemán en nazi, desde el control al momento de nacer, y su revisión documental del pasado ario, hasta la escogencia del nombre por fuera de aquellos que están en “la lista de nombres prohibidos”, acción que es presentada con las imágenes de unos padres asustadizos al momento de registrar su hijo ante un juez del Tercer Reich quien les entrega un certificado hereditario con espacio para doce hijos, “sutil indirecta que Alemania necesita soldados”, más una edición del libro base de la ideología nazista.

La siguiente parte se enfoca en lo que le sucede a Hans en el jardín de infantes, aprendiendo las fábulas del nuevo orden con el ejemplo transformado de La Bella Durmiente, enseñándoles que la malvada bruja es la democracia, la bella durmiente una gorda rubia de nombre Alemania, y un príncipe azul en carrera a su rescate de nombre Hitler, quien sacude a la bruja con su espada, y hace huir por lo tanto la democracia. Alemania, media dormida y ebria de cerveza, se presta a recibir el beso de su salvador, viéndolo se espabila y lo saluda ¡Heil Hitler! Quitando su armadura medieval del rostro, Hitler vocifera, gesticula, se pone rojo de la ira, le salen cuernos diabólicos, mientras los saludos siguen y Alemania lo abraza estrepitosamente entre sus senos casi asfixiándolo, saliéndose, y alzándola dificultosamente en sus brazos para llevarla hasta su blanco corcel y ser montada en sus ancas, lo que el narrador metafóricamente llama “y la llevo cabalgando, la subió a su montura, es que Hitler puso a Alemania a sus pies”.

La fabula transformada se convierte en la directa acción inicial de moldear el pensamiento de Hans con la figura idílica de Hitler como príncipe salvador; pasando a otra escena, la del niño enfermo, con la imagen de una madre con el miedo inminente de que su hijo sea arrebatado por el Estado por no ser apto para sus políticas bélicas, y la entrada de un oficial nazi vociferante que le recuerda a la madre de Hans “que debe dejar de mimarlo o el Estado deberá intervenir y tomar posesión de él”. Pasamos al salón de clase con unos niños dirigiendo su saludo nazista en dirección al cuadro de Hitler con el juramento de “pelear, obedecer, y morir por el Fuhrer”, la lección de historia natural que encontramos exhibe un lobo y una liebre, lucha por la supervivencia donde el más fuerte vence, en este caso el lobo que la caza y digiere. El sentido de la imagen es la pregunta que realiza el profesor a Hans  sobre lo aprendido, y la respuesta desconsoladora del niño sobre la protección del indefenso animal, lo que ofusca a su maestro, enviándolo a un rincón y asestarle el sombrero que lo identifica como burro; repitiendo la pregunta, otros niños responden lo que deseaba el profesor, “el mundo pertenece al más fuerte, al más brutal, el conejo es un cobarde y merecía morir”, mientras Hans repite lo escuchado y se pone al tono de sus demás compañeros. Según el narrador, “si esta lección es la base de pensamiento nazi, por Alemania asimismo, destruirán a todas las débiles y cobardes naciones”, lo que expone con la arenga del maestro que afirma “los alemanes son una súper-raza, los demás se volverán esclavos, Alemania es invencible, ninguno de nosotros tiene miedo”.   



Las escenas que siguen pertenecen a la actividad de los nazis en sus grupos de asalto, marchantes, con antorchas, y un Hans que debe ya enlistarse en su educación superior donde los incendios, el cambio de una biblia por el texto Mi Lucha, la de un crucifijo por la daga de las Gestapo, y el incendio de ciertos sitios de orden sagrado sirven de antesala para ver al niño “marchar y saludar, saludar y marchar” con su brazo en alto, y en traje de las juventudes hitlerianas, sin encontrar en él la risa, la esperanza, la solidaridad y la tolerancia; sigue creciendo, marchando y saludando hasta convertirse en buen nazi, “él no ve más de lo que el partido ve por él. Él no dice nada de lo que el partido dice por él, y él no hace nada, excepto lo que el partido le ordena que haga. Y, entonces, el sigue marchando, con sus miles de camaradas, pisoteando los derechos de otros. Ahora, su educación está completa. Su educación para la muerte”. Escuchando al narrador encontramos en las imágenes algunos aspectos relevantes en medio de la marcha triunfal ya reconocida, saliendo de su casco cierta visera que tapa sus ojos y oídos, una careta para su boca, y una cadena alrededor de su cuello como esclavo de la guerra de libra, finalmente un cambio significativo que traspone los cascos marchantes en cruces dentro de un espacio que los alberga en su lecho de muerte.      
                             
Viniendo de Disney, los dos cortometrajes utilizan rasgos característicos que ya eran marca dentro de la industria cinematográfica, usando una de sus figuras, y la fabula con princesa, bruja y príncipe para explicar el método utilizado por Hitler para llegar al poder. El sello fuerte que diferencia los filmes estriba en presentar el factor educativo como medio eficaz de alienar la población joven para la causa nazista, ejemplo explotado en varias ocasiones dentro de la industria cinematográfica. Si en la primera obra el rostro de Hitler es inmóvil -expresado en un simple retrato-, en el segundo corto el Fuhrer es el príncipe de la fabula narrada, en movimiento, y presentando sus rasgos distintivos. Sacarnos una risa en medio de la realidad, es el objetivo de Donald con la banda sonora que se vuelve repetitiva, mientras que en “la enseñanza para la muerte” se nos convierte en tragedia la historia de vida de Hans en el proceso educativo que sufre.

Propaganda anti-nazista con el objetivo de exponer la forma de educar a los jóvenes alemanes, es la posición de Disney con este cortometraje. Para la historia del cine es importante conocer la intervención de una productora cinematográfica especializada en el público infantil, participando artística y política en el engranaje mediático que era oportuno para el contexto del proceso bélico que se vivía, seguro con el asentimiento del gobierno norteamericano, y con el sesgo especial en ciertos mensajes visuales que no pasan desapercibidos a la hora de una evaluación minuciosa. Por último, como recursos didácticos, las dos obras son importantes para mostrar como la participación del cine servía de mediación entre el público ausente del conflicto y los involucrados. Para el presente, tendríamos que mediar con las razones del conflicto, sus actores y sus consecuencias, explicando a los interesados en el tema que se trato de una de las formas de sentar una posición por medio del arte, que es vigente, y suma al repertorio de herramientas didácticas para el sistema educativo.        

Referencias para ver los cortos animados
-Educación para la muerte: http://www.youtube.com/watch?v=OrYq3hnxDAM

Nota
También realizadas por Disney:   

2.7.13

Parodia y animación hitleriana –1° parte-

Cuando el dictador aparece, la caricatura lo persigue. Se convierte en punto de crítica inquebrantable de aquellos que entienden la disposición a sus anchas de un arma que dispara sin violentar, con trazos que ridiculizan, agregan, quitan, y enuncian un mensaje que pone a pensar a quien la observa con el ojo clínico del lector interesado. Mostrada en pasquines, revistas, y periódicos, el pequeño cuadro representativo de una sociedad o un personaje, sumó al entramado de la información al lado de otros textos con letra menuda, y a veces en concordancia  con la imagen intervenida. Trascendiendo en el tiempo, encontró en otras artes la transformación necesaria –y más popular- para seguir vigente, tal es el caso del cinematógrafo que la adecuó a sus intereses de producción y exhibición en el circuito de los espacios públicos construidos para tan extremada tarea.

El personaje histórico que más ha despertado pasiones caricaturescas, tal vez por su crueldad e histrionismo, es Adolfo Hitler. Razón por la cual le dedicaremos tres partes en Historias en Cine-y-Filo, presentando algunos títulos y sus particularidades en el escenario fílmico. Quedan invitados a la función, como invitaba Mel Brooks al final de la cinta La Loca Historia del Mundo -1981-, a la segunda parte con “Hitler on Ice” en primer plano, solitario y en plena danza con patines.   


Adenoid Hynkel
La parodia más reconocida a Hitler en la historia del cine la realizó Chaplin con  El Gran Dictador, película que empezó a rodar el 9 de septiembre de 1939, culminando en su estreno el 15 de octubre de 1940 en New York, superando en su estreno los demás éxitos del actor, y sosteniéndose quince semanas en dos teatros de Broadway. Adenoid Hynkel es la confusión perfecta entre el original dictador y el ficticio personaje en ademanes, gritos, amigos, y hasta su popular mostacho; razón del título “imitación perfecta o nada por un bigote” del capítulo de André Bazin y Eric Rohmer sobre el cómico, enunciando de manera categórica que desde los inicios Charlot tuvo numerosos imitadores de lo cuales poco conocemos, pero que fueron referenciados en algunas obras sobre el séptimo arte, existiendo uno que no apareció en el índice alfabético de esas obras:

[…] Lo sorprendente es que nadie se dio cuenta de la impostura, o por lo menos, nadie la tomó en serio. Charlot sin embargo, no se equivocó al respecto. Debió experimentar enseguida una extraña sensación en el labio superior…, No pretendo afirmar en absoluto que Hitler obrara intencionadamente. Podría muy bien ser que hubiese cometido esta imprudencia bajo el efecto de influencias sociológicas inconscientes y sin ninguna segunda intención personal. Pero cuando uno se llama Adolfo Hitler debe prestar un poco de atención a sus cabellos y a su bigote. La distracción no es más excusable en mitología que en política. El ex-pintor de brocha gorda cometió ahí una de sus faltas más graves. Al imitar a Charlot había iniciado una estafa existencia que éste no olvidó. Algunos años más tarde tendría que pagarlo caro. Al haberle robado a su bigote, Hitler se había entregado a Charlot atado de pies a manos. El pequeño judío iba a recobrar mucho más que el pedacito de existencia arrancado de sus labios, iba a vaciar por completo a Hitler de su biografía en provecho, no exactamente de Charlot, sino de un ser intermedio, un ser hecho precisamente de pura nada. La dialéctica es sutil pero irrefutable, la estrategia invencible. Primer asalto: Hitler le quita a Charlot su bigote. Segundo asalto: Charlot recupera su bigote, pero este bigote no es ya sólo un bigote a lo Charlot, con el tiempo se ha convertido en un bigote a lo Hitler. Recobrándolo Charlot consigue una hipoteca sobre la misma existencia de Hitler. Y con ella arrastrar ese existencia de la que dispone a su antojo (Bazin, pp. 38-39).          

Esa sensación extraña, que intuye Bazin debió experimentar el actor, se acerca a una acción interpretativa desde el espectáculo al cual se entregaba Charlot con un papel establecido en modales, y fisionomía, reconocida por lo tanto en ese espacio de la parodia hecha imagen en movimiento. Contraria a la de su punto de foco crítico que se encuentra en el entramado de la cruel realidad del momento, con rasgos definidos y parecidos en un solo toque, la forma de llevar el bozo. Por eso la confrontación propuesta en dos asaltos tiene un ganador, el autor de la historia de  Adenoid Hynkel que entrega un mensaje básico y directo en momentos de una guerra de ribetes mundiales, que trascendió en los tiempos como obra de revisión indispensable, y que sigue fresca para los nuevos espectadores.

A propósito de esa semejanza entre Charlot -el vagabundo- y Hitler, el actor afirmaría: 

[…]Mi dictador tiene cierto parecido con Hitler. Es una coincidencia que use bigote como el mío, pero yo lo usé primero. No remedo a ese individuo, no me presento con un rizo sobre el ojo. He tratado de hacer un resumen de todos los dictadores. No hay actor que no haya soñado con interpretar a Napoleón. Yo interpreto a la vez a Napoleón y a Hitler, al loco zar Pablo, a todos en uno. Sólo lucho contra la persecución de los pequeños y los débiles. He representado en mi fecha a ese hombrecito que ha sido pisoteando durante veinticinco años y que puede ser un individuo o puede ser una minoría compuesta de numerosos hombrecillos (Matji, p. 132).


La categoría de “hombrecillo” corresponde a una metáfora sobre la humanidad lastimada en el contexto histórico de los dictadores que él representa en uno sólo, aclarando que ese bigote que los caracteriza, fue usado y patentado con su estampa mucho antes que Hitler se posicionara en el espacio de la política mundial. El Gran Dictador es una obra militante que sirvió en su momento para mostrar irónicamente la personalidad del líder alemán, burlonamente enfatizada en el pasado bélico del antagonista en “la gran guerra” y aclarando en su inicio que “cualquier parecido entre Hynkel el dictador y el barbero judío es pura coincidencia. Los hechos transcurren entre dos guerras mundiales, un período en el que la locura se desató, la libertad bajo en picado, y la humanidad fue tratada a patadas”.        

La película de Chaplin es un recurso didáctico para explicar el contexto en el que nace la Segunda Guerra Mundial, mostrando ciertos elementos desconocidos para algunos sectores del orbe que no se imaginaban las acciones y medios que se usaban para posicionar las ideas del nacionalsocialismo: el nacimiento del nazismo, el antisemitismo, y la exaltación de la raza aria. La película es mezcla de drama, guerra y comedia, tres géneros fílmicos y una sola razón interpretativa, aún vigente, y engrandecida con la figura cómica de un ser humano no tan común y corriente.       

Bibliografía
-Bazin André, Rohmer Eric (1974), Charlie Chaplin, Fernando Torres Editor, Valencia.
-Matji Manuel (1985), Charles Chaplin, Grandes Protagonistas de la Humanidad, Editora Cinco S.A, Bogotá.