22.9.16

El cine también se escribe: Historia del Cine Colombiano y Latinoamericano

-Historia y Espacio Nº 46, Departamento de Historia, Universidad del Valle-

La capital vallecaucana como espacio de realización y exhibición cinematográfica, es reconocida en ámbitos nacionales e internacionales como epicentro de obras de relevancia para el contexto histórico del cine colombiano y latinoamericano. Por lo tanto, es importante resaltar que el Departamento de Historia de la Universidad del Valle con su revista especializada, haya aceptado que uno de sus números estuviera dedicado a las imágenes en movimiento como fenómeno estético desde la disciplina académica de la historia. Valor agregado que la posiciona a no ser indiferente ante las posibilidades intelectuales en las que arraigadamente nos vemos inmersos en el proceso de acercarnos al pasado desde el presente, en este caso el testimonio del cine desde diversos enfoques y atmósferas realización.    

Cines nacionales, historias locales y regionales, entran en el contexto de nuestras imágenes en movimiento, desde sus periodos fílmicos silentes entrando en la sintonía del cine sonoro universal; pasando por una importante tradición desde el reconocimiento y análisis del llamado Nuevo Cine Latinoamericano, y en este, las obras y autores que marcaron cierto influjo relevante en la puesta en escena de nuestras historias documentales o de ficción; hasta los últimos veinte años de cierto boom mediático –escuelas de cine, festivales, coproducciones- regido por la aceleración de la tecnología, y con ella nuevos investigadores que se suman a la significativa tarea y proceso práctico de investigar, ver, leer, y escribir sobre cine.     

En búsqueda del cine como territorio, abordamos el momento discursivo propuesto por la historiadora francesa Michele Lagny al plantear:

[…] ¿De qué hablamos cuando hablamos de cine desde una perspectiva histórica? De filmes, sin duda, Pero a no ser que nos contentemos con una descripción filmográfica (de tipo arqueológico), hablamos también a través de ellos o, a propósito de ellos, de muchas otras cosas que parecen darles, a la vez, sentido, espesor y valor. Hablamos de las formas que aparecen en dichos filmes, de las instituciones que los producen o que los controlan, de los equipos o de los autores que los realizan, de los públicos que los reciben -o no- y de los espectáculos que los presentan o influyen, de las representaciones sociales que “reflejan” o inducen, del impacto político o ideológico que se les puede reprochar o exigir (Lagny, 1997, 26).

Los diversos escenarios que identificamos en la cita, posibilitan entender la importancia que tiene en la actualidad acercarse a la historia del cine desde sus propios contenidos y espacios de representación, que en muchos casos vienen definidos por una marca donde sobresalen acciones culturales con líneas directas y enmarcadas en lo educativo, económico, político, y social; temas coyunturales que son reflejo de nuestras realidades, y que a través del cine son puestas en dispositivos de enunciación; así, distinguimos en la actualidad el Cine Colombiano en la plataforma de un reconocimiento mundial que se inscribe en el Cine Latinoamericano.       

     
Siguiendo la línea que nos trazara Allen y Gomery, reconocemos en la actualidad esos “enfoques tradicionales en la historia del cine” en cuatro partes: Historia Estética del Cine, Historia Tecnológica del Cine, Historia Económica del Cine, Historia Social del Cine. Dentro de estas clasificaciones, podríamos enumerar otros elementos de reflexión vinculantes al oficio de mirar el séptimo arte como objeto de estudio de gran alcance:

[…] Cuando el historiador del cine se doblega ante las técnicas de los historiadores, su práctica se confunde con la de la historia. Es pues normal que la historia del cine se encuentre enfrentada a la contradicción que supone la doble aspiración a la cientificidad y a la globalidad. Es preciso tomar partido: como la historia general, la historia del cine puede ser exhaustiva, global, explicativa, parcial, incompleta, hipotética, y plantea una serie de cuestiones que acabarán modificando las imágenes provenientes de otros puntos de vista sobre la sociedad (Lagny, 285).    
    
En ese orden de ideas tenemos una serie de artículos que no se alejan de la reflexión, cada uno dentro de las posibilidades de la experticia y encuentro con las fuentes en ese ciclo fundamental de ubicarnos en tiempo y espacio para acercarnos a temas del variopinto entramado de nuestros cines con diversos contenidos que afloran en distintas formas de abordar los objetos de estudio, algo notable en la presente edición y el número de artículos que se postularon.

El lector interesado encontrará los siguientes temas:

-Textos que hacen parte del periodo silente enfocados en la producción, la exhibición, las prácticas, y vínculos internacionales en el cine desde Argentina, Cuba, México, y Venezuela.
-Las relaciones entre el cine y la educación entre los años treinta y cincuenta del siglo pasado en Cartagena; o el impacto hollywoodense en la exhibición cinematográfica bogotana entre 1935-1946.
-El Nuevo Cine Latinoamericano tiene presencia con el llamado “cine de intervención política” en Uruguay, Brasil y Argentina.  
-Dos casos del cine colombiano, venidos del cine de autor, son abordados: primero, la película de Carlos Mayolo Carne de tu carne desde diversos conceptos enfocados al gótico tropical; segundo, José María Arzuaga desde “las contradicciones del progreso en su obra”.  
-Por último, un texto sobre el cine fantástico mexicano en el nuevo milenio.      

También suman algunas reseñas de textos enfocados al cine que poca divulgación han tenido en nuestro espacio académico, la mayoría hacen parte de esa misión loable de las becas de investigación y publicaciones de la Cinemateca Distrital de Bogotá, escenario que hoy día se debate en coyunturas políticas para un efectivo desarrollo misional a futuro con su nuevo escenario capitalino.           

El complemento de este número 46 de la Revista Historia y Espacio, son dos entrevistas dirigidas a expertos historiadores del cine colombiano, uno de ellos recientemente fallecido y al cual queremos rendirle homenaje, el maestro Hernando Martínez Pardo, texto facilitado por el Observatorio Latinoamericano de Teoría e Historia del Cine de la Universidad Nacional de Colombia, y la colaboración de Anne Burkhardt y Pedro Adrián Zuluaga. Igualmente, uno de nuestra casa, el profesor Ramiro Arbeláez y su vida académica y cinéfila desde la Universidad del Valle, la Cinemateca la Tertulia, y el Grupo de Cali. 
  
En momentos donde los vientos de paz desembocaran en nuevos procesos sociales y políticos, es extraño que nuestro sector cultural haya sufrido un recorte presupuestal preocupante, sobretodo en el ámbito de la dirección de cinematografía del Ministerio de Cultura, y la salida de su portafolio de convocatorias 2016 de algunas de sus becas, en este caso la de Investigación en Cine y Audiovisual Colombiano, así como años atrás habían borrado la de publicaciones. Retroceso preocupante que debe ser debatido en escenarios de discusión que pongan de manifiesto la insatisfacción de aquellos que se erigen en el grupo de investigadores académicos de nuestro cine colombiano. Sumado lo anterior al nulo apoyo con recursos al Encuentro de Investigadores en Cine que nació desde las entrañas del Ministerio de Cultura y fue abandonado a su suerte para ser retomado interinstitucionalmente este año en nuestra Universidad del Valle.    
     
Agradezco a la dirección de la revista por el apoyo a este dossier, siempre con una comunicación amena y respetuosa de las decisiones. Igualmente, a los evaluadores de los artículos por su tiempo y dedicación, labor necesaria y encomiable en los procesos de validación institucional de nuestras publicaciones.   

Por último, la portada es un homenaje al primer largometraje colombiano de ficción titulado María -1922- de Alfredo del Diestro y Máximo Calvo; adaptación de la obra de Jorge Isaacs estrenada en el Teatro Municipal de Buga el 20 de octubre de 1922, y de la cual únicamente tenemos 25 segundos. El fotograma corresponde a la colección del Área Cultural del Banco de la República, en escena los actores Stella López Pomareda y Hernando Sinisterra.

¡Que empiece la función!

Fuentes
LAGNY, Michele. (1997). Cine e Historia. Barcelona: Bosch Casa Editorial, S.A.
ALLEN, Robert, GOMERY, Douglas. (1995) Teoría y Práctica de la Historia del Cine. España: Paidós Comunicación.

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