Noviembre trae lluvia,
inundaciones, y reinas, seres de la “animalandía” colombiana con medidas
perfectas 90 60 90 que representan nuestras regiones, en caravanas representativas
que mezclan reuniones familiares, apoyos políticos, y lagartearía televisiva
desde uno de los canales privados colombianos que orondo se posicionó en
nuestra historia televisiva como el canal oficial del reinado nacional de la
belleza. Siendo un país de reinas coronadas y sin coronar, nuestras bellezas se
metieron en la idiosincrasia nacional desde el año 1934 según las reseñas
históricas, y pasaron al formato cinematográfico como hecho noticioso en
nuestros cines por medio de cintas que mezclaban variedades: visitas
presidenciales, inauguraciones institucionales, juego de loterías, ciclismo
–vuelta a Colombia-, entre otros; allí, ellas ponían el acento en blanco y
negro de unas medidas “imperfectas” que denotaban otro rasgo y sentido de
belleza.
Pero el rating ha
bajado, ya el evento en Cartagena tiene otras connotaciones, su público se ha alejado a otros programas, a
otras realidades nacionales; la pequeña caja de los sueños no es la misma de
los años ochentas y noventas del siglo pasado, cuando el programa era
obligatorio ese fin de semana de puente para verlas saltar en trajes
“folclóricos”, en trajes de baño, y llenas de fantasía por algún diseñador de
moda. La presión mediática bajó, e importa un bledo cómo se llama la ganadora,
qué traje lucio y a qué departamento pertenece; ahora nos ocupamos más por sus
errores al responder preguntas sobre cultura general, para abochornarlas,
burlarnos en las redes, y creer que son unas niñas tontas, postizas y puestas
allí para que disfruten unos pocos días de fama.
En “busca del dato
perdido”, sobre otros temas más bellos, encontré una interesante referencia
sobre El primer concurso de belleza en
Colombia, publicado por la Revista Cromos en el año 1965, escrito por Lucy
Nieto de Samper y con Fotos de Mult. Documento que posibilita entender ciertas
sensibilidades y cotidianidades de la feminidad, de las relaciones sociales de
una sociedad conservadora y convencida de esa herencia cultural venida de la tradición
española desde una pequeña ciudad del centro vallecaucano.
A continuación el texto
para que la seriedad retorne al querido trono, y el toque de frivolidad se
torne interesante:
El primer concurso de belleza en Colombia se
hizo en 1904
Cuando el siglo XX
amaneció en Colombia, la patria se encontraba pobre y sangrante... Liberales y
conservadores se empeñaban en una guerra fratricida y miles y miles de hombres
morían en los campos de batalla.
En el gobierno, un
hombre viejo y achacoso, trataba de conducir al país desde su exilio de
Villeta, lugar en donde tuvo que instalarse a causa de su precaria salud.
La vida era muy difícil
y el país económico estaba paralizado. El comercio se hallaba arruinado, la
producción en todos sus órdenes era casi nula, y el peso estaba tan devaluado
como el actual...
Cuando cesó el fuego en
los campos de batalla, se fueron aplacando las pasiones y adormeciendo los
odios, y parecía que iba a amanecer por fin una época de recuperación y
progreso, el país sufrió un daño irreparable: la separación de Panamá...
Mientras tanto, el mundo
vivía otras experiencias: Inglaterra pasaba por una época de bienestar y de
progreso, bajo el austero gobierno de la reina Victoria. Francia, dejando aun
lado sus guerras y sus derrotas, se abría paso por el camino de la comodidad y
el placer. Era la época de los “frufrús”, los volantes, los encajes, los
adornos. En París, modistos, joyeros, decoradores se entregaban con entusiasmo
a trabajar en realzar el encanto de la mujer y acentuar sus atractivos… En la
moda se moldeaba el busto, se apretaba la cintura casi hasta la asfixia para
formar el “talle de avispa”, y conferir a las caderas su valor… Las faldas se
ceñían al cuerpo para abrirse a ras del suelo en amplios vuelos, y las cabezas
sostenían grandes sombreros cubiertos de pájaros, flores y frutas… las mujeres
se adornaban también con capas, boas de plumas, encajes, broches y toda clase
de “perendengues” y recargos, era la “belle epoque”…, la era de la galantería,
el reinado de la mujer…
EN COLOMBIA UNA REINA.
–Pero si en Francia todo era propicio para que la belleza se exaltara, para que
venerara en todo su esplendor a la mujer, en Colombia no había sino problemas…
dificultades, contratiempos… No obstante… en una pequeña población del Valle
del Cauca –la alegre Buga- los habitantes Vivían su “belle epoque”, y se
preocupaban por elegir a las más bellas.
Los reinados de
entonces, claro está, eran muy diferentes. Las costumbres austeras, las modas,
no permitían el análisis tan minucioso que se hace ahora de los encantos
femeninos. Y la belleza se juzgaba únicamente por la perfección de los rasgos
de la cara, que era, por lo demás, lo único visible en la mujer, ya que
entonces usaban trajes muy largos que las aprisionaban desde el cuello hasta el
tobillo.
Y así fue como se
desarrollo el primer reinado de belleza en Colombia: los notables del lugar se
reunieron y escogieron las muchachas más bonitas y más distinguidas, y en poder
de los nombres convocaron al pueblo a un plebiscito, para que en esa forma se
eligiera a la mejor. Por medio de “esquelas” que se repartieron de casa en
casa, solicitaron los votos para las siguientes señoritas: María Fernández de
Soto (hoy esposa de don Alberto Cucalón), María Luisa Campo Rivera (contrajo
matrimonio con el Dr. Peregrino Ossa), Luisa Sinisterra Concha, Paulina
Sanclemente Cabal (quien casó con don Rafael Fernández de Soto), Francisca y
Eulalia Cabal Salcedo, María Martínez Escobar (Señora de don Luis Azcarate),
Inés Pombo Martínez (esposa del Dr. Gustavo Martínez), Raquel Becerra, Lucía
Sanclemente (que fue casada con el Sr. Francisco cabal), Carmen Becerra Escobar
(quien fue esposa del Sr. Braulio Rivera), y Raquel Becerra Fernández de Soto.
La votación favoreció a
la hermosa Carmen Becerra, quien fue entonces coronada reina; la acompaño en
calidad de princesa la señorita María Martínez Escobar. Esto ocurrió en abril
de 1904. Patrocinó ese primer concurso de belleza el semanario Zig-Zag, un
periódico de tamaño tabloide con sólo cuatro páginas, que dirigía el Dr. José
Joaquín Hurtado y administraba don Regulo Domínguez.
INFORMACIÓN DE PRENSA.
–Familiares de la primera reina de belleza colombiana, Sr. Luis Eduardo
Domínguez y Sra., conservan como reliquia un ejemplar amarillento de Zig-Zag en
donde bajo el título “Concurso de Belleza” se informó al público sobre la
elección de la reina. En algunos apartes decía: “… por fortuna, y aun cuando se
excusaron muchos sufragantes y otros –los menos- no se dignaron a dar respuesta
alguna a nuestra esquela, no por eso hemos dejado de saber cual de las muchas flores
ha merecido el triunfo. Triunfo, es verdad, obtenido sin esfuerzos de
inteligencia y sin ruido de fusiles o cañones, más no por eso menos glorioso.
Porque es una manifestación de la justicia humana, que corona una de las obras
de la creación, es decir, una de esas producciones que la naturaleza, en sus
momentos de delirio, se complace en forjar como para dar una prueba objetiva de
las bellezas del cielo o del poder de Dios…”
MUCHO
VA DE PEDRO… A PABLO. –“Triunfó sin esfuerzos de inteligencia”… “inteligencia
virgen”… eran atributos de la época. La mujer de entonces no existía sino como
adorno del hogar. Era “el destello del amor infinito, incomparable y bello” y
la perenne inspiración de compositores y poetas. La mujer de principios del
siglo XX, vivía en una urna de cristal… y el hombre le rendía pleitesía… Eran
en verdad otras épocas… Pero regresemos a la reina:
Carmen Becerra nació en
Buga en el hogar del señor coronel Gustavo Becerra Baca y de la señora Carmen
Escobar Rivera. Eran miembros de familias muy distinguidas. Por la línea materna,
la reina descendió de familias de rancios abolengos, como los Álvarez del Pino.
Y por la línea paterna abundan intelectuales de pura cepa bugueña.
Carmen no conoció a su
madre –también una hermosa mujer- porque murió al dar a luz a la niña. Y por
eso vivió al lado de una tía, doña Tulia Becerra. Fue tal el cariño por quien amorosamente
reemplazó a la madre, que cuando se llegó la hora del matrimonio de la linda
joven, le puso como condición a su novio seguir viviendo en la casa de la tía.
El aceptó y vivieron con ella.
Por lo mismo que la niña
–que fue bellísima desde chiquita- no conoció a su madre, todos los parientes
se dedicaron a consentirla. En la casa de campo de sus abuelos paternos, en las
afueras de Buga, construyeron una casita con techo de paja, para que Carmen jugara
con sus muñecas…
MURIO EN PLENA
JUVENTUD.- Cuando la sociedad bugueña eligió a Carmen Becerra como la mujer más
bella, iniciando así los concursos de belleza que hoy se dan silvestres en el
país, la joven no tenía sino 16 años. Tres años después, el 17 de agosto de
1907, contrajo matrimonio, en elegante ceremonia, con el doctor Braulio Soto
Rivera. El matrimonio fue tan feliz como efímero, pues la esposa fallecía siete
años después, a la edad de 26 años. Por extraña coincidencia, la primera reina
de belleza murió un 11 de noviembre, la fecha que 33 años después se consagró
para realizar en Cartagena los concursos nacionales de belleza.
NOTA.- Estos datos,
realmente curiosos y quizá desconocidos, nos lo facilitó don Luis Eduardo
Becerra, pariente de la reina.
Nota: los puntos suspensivos y las palabras en mayúscula,
corresponden al texto original.