8.9.12

Cine en la arena, y no es del torero


Asistí a una función cinematográfica especial en la clausura de la Semana del Cine Colombiano, en un espacio que cambio su razón de espectáculo dirigido a los toros donde la sangre, la arena, y su especial público mezcla de farándula y estrato social se aliaban. El cambio se dio por las presentaciones culturales que atraen a otro público, presenta otros entornos, y experimenta otras sensaciones en lo que se ve y escucha, me refiero a la ya reconocida Plaza Cultural La Santamaría.    


En plena noche del viernes me acerque a la plaza y entre en la fila, que ya larga, avanzaba lentamente, no para apreciar el espectáculo de la muerte de un animal, sino al disfrute de las imágenes de un país por medio del arte cinematográfico, debo admitir que las emociones son extrañas, la ubicación para apreciar la cinta es incomoda, y el viento de los cerros fuerte y muy frío en el enredo del circulo arenoso que ya no ve movimientos con el capote, banderillas sangrientas en posición fastidiosa, muletas carmesí en idas y venidas, y estoques a la defensiva. La pantalla, elemento básico que recibe “el tragaluz del infinito”, es la anfitriona solitaria que tiene al frente a sus fanáticos, gran mezcla de edades que ríen, aplauden, se evaden, y satisfacen ante lo visto.  

La película exhibida fue la ganadora del premio del público quien voto su preferencia en El Tiempo y Vive.in., según los datos del Ministerio de Cultura y el Área de Cinematografía, la cinta ganadora Apaporis, en Busca del Río, de  Antonio Dorado ganó con 5.988 votos, trabajo documental cuya sinopsis es la siguiente:

[…] Siguiendo los pasos del etnobotánico Richard Evans Schultes, en un diario de viaje desde Mitú hasta el río Apaporis, documentando secretos del conocimiento indígena y vivencias únicas en este rincón inexplorado de la selva amazónica. Algunas experiencias son relatadas por su alumno Wade Davis, autor del best-seller One River y explorador en residencia de la National Geographic. Con imágenes únicas, se revelan secretos milenarios como la preparación del yagé, a coca en polvo y el curare, además de una reveladora práctica para revivir a los muertos. Un documental auto-reflexivo en el que se cuestiona el desplazamiento de la guerra hacia la selva, cómo pese a la lucha de los chamanes por combatir los espíritus malignos, las comunidades se ven asediadas por la desaparición de sus lenguas y culturas (Catalogo Semana del Cine Colombiano, p.10).  



En medio de la presentación de su director, y los créditos requeridos, se dio luz y foco a la noche fílmica nacional, que en medio del frio se fue calentando con el fondo de un documental colombiano con factura caleña.  

Una apuesta a la “Bogotá más Humana” fue el objetivo del alcalde Gustavo Petro con la medida de cambiar el sentido de divertirse en este espacio arquitectónico de la ciudad donde muchas faenas han pasado por su historia: las de tauromaquia, las teatrales, las musicales, y las políticas, todas bajo el escenario de la vida nacional en el centro de poder.  Pero ya en la Plaza Cultural La Santamaría existe un antecedente con respecto a la exhibición cinematográfica en este espacio, lo narra Hernando Martínez Pardo en su Historia del Cine Colombiano publicado en 1978, inicialmente comenta las labores de  Marco Tulio Lizarazo al utilizar parlantes móviles instalados en carros para publicitar películas, y luego ante el éxito, el de proyectar cintas populares y gratuitas en la Plaza de Toros de Bogotá en la década del cuarenta:

[…] No fue difícil convencer al Alcalde de la ciudad para que le prestara el lugar. La financiación vendría de la proyección de publicidades por medio de “vidrios”, además de la gran publicidad que consistía en presentar el espectáculo a nombre de una empresa. La película la alquilaba en una casa distribuidora y él personalmente se encargaba de anunciar la proyección por medio de hojas volantes y del altoparlante móvil. La primera sesión tuvo tal éxito que la plaza de toros se llenó, las empresas interesadas en pasar “vidrios” se multiplicaron y el Alcalde le mandó gente para que le ayudara a organizar al público. En las siguientes sesiones Marco Tulio Lizarazo incluyó grupos de danzas para completar el espectáculo. El resultado fue que los teatros vecinos (Olympia, Santa Fe y otros) se quedaron vacíos; sus propietarios se quejaron ante el alcalde y a los 15 días de haberse iniciado las proyecciones populares de la Plaza de Toros fueron suspendidas. La amenaza de los teatros de declarase en huelga y de no pagar impuesto surtió efecto ante el Alcalde (pp.173-174).      

Lizarazo fue un negociante del cine que vio una oportunidad de oro, y en un espacio particular, teniendo una experiencia a usanza de los pioneros que llevaban el cine como espectáculo de feria, con la diferencia de estar patrocinado por algunas empresas y el aval de un Alcalde que tal vez obtenía beneficios. He ahí un bello ejemplo histórico de la historia cinematográfica colombiana desde el ámbito de la exhibición, que traída al presente con el ejemplo comparativo de la proyección fílmica del viernes 7 de septiembre, nos demuestra como podemos apropiarnos de espacios que parecían no podían tener otras actividades –aunque esporádicamente las tuvieran- diferentes para las que fueron creadas, en este caso cambiando la lidia de los toros por sobrevivir, a la vida del público ante los sentimientos impregnados por el cinematógrafo.   

Finalmente, les recuerdo que “hay cine en la arena y no es del torero”, una opción de divertimento para compartir en familia, y gratis.  

5.9.12

Héroes y Villanos del Cine Iberoamericano


Presentación del libro, Auditorio Fundadores, calle 22 No 5-91- Bogotá
Miércoles, 12de septiembre de 2012.

A continuación presento el comunicado de prensa del lanzamiento del libro Héroes y Villanos del Cine Iberoamericano, del cual fue editor y compilador el profesor Jerónimo Rivera Betancur, y donde colaboré con un artículo titulado Simón Bolívar Superestrella: Un Balance Cinematográfico y  Televisivo. Quedan cordialmente invitados a la presentación, allí hablaré del texto publicado en compañía de otros autores.

Comunicado de prensa: Lanzamiento libro Héroes y Villanos

La ausencia de personajes arquetipo o de buenos héroes y villanos en el cine colombiano fue lo que inspiro  al profesor Jerónimo Rivera Betancur, Jefe del Área Audiovisual de la Universidad de La Sabana y Director de la Red Iberoamericana de Investigación en Narrativas Audiovisuales (INAV)  a emprender una búsqueda puntual: explorar si esta situación se repetía en los países iberoamericanos y confirmar la relación entre personajes e identidad nacional o regional.

El punto de partida era el conocimiento previo del cine colombiano, analizado como un cine más de anécdotas que de personajes, y la posibilidad de esbozar un panorama más amplio con el fin de encontrar aquellos personajes de nuestras pantallas que presentan espejos de la realidad de Iberoamérica, generando identificación o rechazo en los públicos acostumbrados a ver, principalmente, productos comerciales provenientes de la gran industria cinematográfica.


Es así como surge el libro Héroes y villanos del cine iberoamericano, un proyecto de la Red INAV, editado por la editorial mexicana Trillas, el cual presenta 16 capítulos provenientes de nueve países (España, México, Argentina, Chile, Venezuela, Brasil, Perú, Uruguay y Colombia). El prólogo fue escrito por el profesor español Lorenzo Vilches, una de las mayores autoridades en el tema. 



El libro contiene una gran gama de temas, como la relación entre los héroes y villanos en la narrativa, personajes de ficción versus personajes reales, la construcción de personajes en las coproducciones y personajes arquetípicos, entre otros. 



Los autores, expertos en investigación audiovisual y con altas titulaciones, pertenecen a más de 20 universidades iberoamericanas. No obstante, tiene un tono didáctico, pues pretende ser un texto de referencia fundamental para los cursos de cine y las investigaciones realizadas en dichas universidades, es decir que lo podrán entender y disfrutar estudiantes universitarios, cinéfilos y profesores.



Este texto se presentó oficialmente en el tercer encuentro de La Red INAV, que se llevó a cabo el 24 de mayo en Sevilla y Málaga (España) y será presentado en Colombia el próximo miércoles 12 de septiembre a las 6:30 p.m. en el Auditorio Fundadores Calle 22 No 5-91 de Bogotá.



Principales hallazgos
Riqueza cultural. Aunque el enfoque era Héroes y Villanos en general, luego cada país aportó sus características e intereses particulares –cuenta Jerónimo Rivera, coordinador del proyecto– y allí es donde el libro cobra mayor vigencia, pues esto permitió que entraran temas como la migración en México, la industria en España o la Legislación en Chile, que terminan aportándole una riqueza cultural muy interesante al libro. El antihéroe, característica común en Latinoamérica. Los análisis muestran que en otros países tampoco hay grandes héroes y villanos. Un punto común es la frontera borrosa que hay entre el héroe y el villano e inclusive el héroe como antihéroe, como respuesta clara al cine de Hollywood, que se basa en Héroes y Villanos puros. Esta respuesta de Iberoamérica es precisamente mostrar esos Héroes de la vida cotidiana, que luchan sin tener dinero o altos estudios. El héroe del día a día y no el súper héroe.



Antihéroes y villanos protagonistas. Esta es una apuesta muy Iberoamericana. Es un personaje que tiene más atributos negativos que positivos, pusilánime, atormentado, que no confía en si mismo y quizás con un pasado oscuro, pero muy interesante porque no genera tanta identificación con el público, pero le imprime a las películas más realidad y corazón. A diferencia de la filmografía norteamericana o europea, porque aquí son historias de la lucha diaria, donde la evolución de los personajes no es tan radical, donde incluso el personaje puede empezar y terminar igual.



El capítulo de Torrente. Este es un capítulo muy interesante, porque Torrente es el personaje más rentable para cine español, parodia un poco de James Bond, antihéroe, caricaturesco, bizarro, estética de lo feo, pero que llama poderosamente la atención en España.



Otros héroes con una mirada distinta. Por ejemplo, en Colombia y Venezuela aparece un Simón Bolívar que la ficción se ha encargado de desvirtuar, para mostrar su lado humano. Héroes y Villanos de la vida real, pero representados desde los noticieros y la ficción, caso Pablo Escobar, un personaje que se construye desde los noticieros, el cine y la televisión. 



Componente histórico. El libro hace un análisis especialmente a partir del S. XXI, a pesar de que en algunos capítulos, como el de Perú, se hace un recuento histórico de sus Héroes y Villanos del cine.



Relación estrecha con la realidad nacional de cada país. En cada país existen sus propios Héroes y Villanos, pero no hay referentes para toda Iberoamérica, por lo menos en el cine reciente. Hay prototipos de héroes latinoamericanos como Cantinflas o Chespirito, pero en términos generales no un gran héroe que congregue multitudes y que genere una identidad latinoamericana o iberoamericana.



Sobre la Red INAV
La Red INAV fue fundada en 2005 y actualmente tiene 106 investigadores provenientes de 12 países. Empezó sus labores como un grupo de investigadores y amigos interesados en fomentar el desarrollo y la cooperación iberoamericana en el campo de la investigación audiovisual y desde entonces, el fortalecimiento del trabajo solidario entre sus miembros ha permitido el desarrollo de importantes actividades conjuntas, como la realización de dos encuentros iberoamericanos, dos especiales para revistas internacionales, varias investigaciones conjuntas y la cooperación en seminarios y congresos en distintos países. Este libro es el primer producto a gran escala del grupo. 

Para mayor información comuníquese con Claudia Jasmín Flechas G., jefe de la Cuenta de Prensa de la Universidad de La Sabana, al 8615555 Ext.: 2432, cel.: 3107697025. Correos electrónicos: jasmin.flechas@unisabana.edu.co o jazz.flechas@gmail.com




1.9.12

Cine Colombia 80 Años de Película –2da Parte-


Investigación histórica: Enrique Santos Molano, María José Iragorri Casas. Cine Colombia S.A., 2011, págs. 130.
El capítulo seis, tiempos difíciles, pero fascinantes, inicia con el año 1946 y el advenimiento de un nuevo período gubernamental con la vuelta del partido conservador y la figura Mariano Ospina Pérez; pero la fecha cumbre para mostrar que sucedía con el circuito Cine Colombia, es el 9 de abril de 1948 y el denominado Bogotazo por la muerte del líder liberal Jorge Eliecer Gaitán, exponiendo los investigadores que cintas se exhibían ese día y sus respectivos valores en la boletería, dato de prensa que sólo sería eso, pues ese día las funciones de cine fueron suspendidas: “Todos los cines permanecen intactos, en contraste con las ruinas que se ven por todas partes. Por disposición de la alcaldía y del toque de queda imperante, los teatros se cierran doce días, desde 9 hasta el 20 de abril, inclusive. Las perdidas sufridas por los empresarios en ese paréntesis equivalen a un incendio” (p.82).

Seguir con los negocios en el mejoramiento técnico y exhibidor de la empresa Cine Colombia, es un plus exitoso en las décadas del cincuenta y sesenta, por ejemplo: contratar con la casa Eagle Lion, poseedora de los derechos de películas como Alicia en el País de la Maravillas y la adaptación mexicana de la obra literaria colombiana de José Eustacio Rivera, La Vorágine; la construcción del teatro El Cid en Bogotá ubicado en la carrera 9ª con calle 24, con 1200 butacas y estrenándolo con la cinta en technicolor El Águila del Destino;  como anécdota especial, y que seguro muchos ciudadanos colombianos recordaran, se hace mención a la exhibición de la película mexicana El Mártir del Calvario, estelarizada por Enrique Rambal Jr., y dirigida por Miguel Morayta Martínez, estrenada en Bogotá y en simultanea durante la semana santa de 1956: “Las localidades se agotan en las tres funciones diarias del jueves, el vienes y el sábado santos. Por cerca de medio siglo El Mártir del Calvario será la película más jugosa adquirida por Cine Colombia, que la repone cada semana santa, con éxito que se mantiene hasta el 2003, último año en que se exhibió” (pp.84-86).


La entrada del sistema de proyección denominada Cinema-Scope, trae la necesidad de acondicionar los teatros para poder exhibir las películas que se habían filmado con éste sistema, y que se usa con pantallas alargadas denominadas wide screen, siendo la primera película filmada con esta técnica El Manto Sagrado, filmada en 1953 y estrenada en nuestro país en 1955 en el teatro El Cid de Bogotá (p. 87). También la combinación tecnológica del cine estadounidense y europeo –Cinema-Scope /Sonido estereofónico- hace posible buscar otros espectadores  por parte de Cine Colombia que veían en las películas europeas otros temas por descubrir; igualmente, su acuerdo con Columbia Pictures que tenía los derechos de las obras de Mario Moreno “Cantinflas”, dándole al publico colombiano el gusto “cantinflesco” de ver el 16 de julio de 1956 por primera vez Caballero a la Medida (p. 88). La empresa de exhibición cinematográfica nacional no es ajena a las tragedias del país, y la explosión del 7 de agosto de 1956 en Cali en la zona céntrica se lleva uno de sus teatros, el Salón Roma. Películas como Al Compas del Reloj –Rock Around the Clock-, con Bill Haley y sus Cometas; El Último Cuplé, con Sarita Montiel; Los Diez Mandamientos, y la cinta colombiana El Río de la Tumbas, de Julio Luzardo; Cleopatra, con Elizabeth Taylor y Richard Burton; y La Novicia Rebelde, con la bella Julie Andrews, se convierten en estrenos que marcan en el número de asistentes durante semanas de programación (pp.88-91), a pesar de el azote de la censura mediada por la curia y luego la clasificación que cambiaria las reglas del juego de exhibición fílmico en un país que con los dirigentes encargados de clasificar -que cine ver-, se pasaban de “conservadores”, pero que con el pasar de los tiempos fue cambiando en su legislación constitucional hasta la resolución 0016 de 2005 expedida por la Dirección de Cinematografía del Ministerio de Cultura (pp. 91-94).

Los nuevos tiempos de Cine Colombia, finalizando la década de los sesentas, y lo que sigue en la década del setenta, trae consigo una serie de novedades acorde a las necesidades de la época, donde el público asistente tiene prioridades. Institucionalmente aparece el logo CC en diciembre de 1971, año en el que inaugura el Autocine El Limonar en Cali. En 1972, “empieza a manejar su propio negocio de comidas  al explotar directamente las confiterías de sus teatros y, en algunos casos, arrendar los espacios destinados para esta actividad”, negocio alterno que entra en función con la construcción de nuevas salas con menor capacidad de asistentes, construyéndose el Centro Cinematográfico -antecedente a los multiplex- en Bogotá entre la calle 24 y la Avenida Jiménez, los denominados Cinema numerados del 1 al 4 y caracterizados por colores, marcan otra pauta en la exhibición, sumándole la aparición de Unicentro, y el Centro Comercial Chapinero, espacios que albergan las salas de Cine Colombia en medio de la política adoptada en 1978 de tumbar los teatros de barrio que dejen de ser rentables (pp.95-98).


La entrada de Cine Colombia al Grupo Grancolombiano renueva el “negocio fílmico” dirigido a otros espacios de inversión en tres filiales –Inversiones Cineco, Caribe Films y Fundación Cine Colombia-, trasladando la dirección de la empresa que desde sus inicios había estado en Medellín a la capital colombiana (pp. 98-99). En esa nueva perspectiva de inversión, aparece dentro de sus funciones el doblaje y producción de películas, con relación a la primera labor se alían con RTI televisión teniendo una breve experiencia con el doblaje de la serie televisiva europea Los Reyes Malditos, trabajo que alcanzaría sólo unos capítulos al descubrir que éste mercado no era adecuado para su comercialización en Latinoamérica; el vinculo de Cine Colombia con Centauro Films, resulta en la coproducción de la taquillera cinta colombiana interpretada por el “gordo Benjumea” El Taxista Millonario, la adaptación de la novela La Abuela al cinematógrafo en 1980, entre otras; esa incursión bipartita entre exhibición y producción, resulto en años siguientes con la creación a Acocine, una asociación entre distribuidores, productores y directores (pp. 99-101).

Otro negocio entra en los circuitos de su trabajo cinematográfico, el video casete: “La venta en el mercado clandestino de una copia pirata de Los Reyes Malditos en formato de video casete, mueve las alarmas en el grupo, dueño a la sazón de la mayoría de las acciones de RTI y de Cine Colombia, y se pide a esta última empresa que averigüe sobre el mercado de los video casetes y la posibilidad de comercializarlo legalmente en el país”, una reflexión interesante que nos entrega datos de los avances técnicos de la nueva forma de ver películas e inclusive sobre la televisión a color y lo que esto significaba en el mercado internacional de una de sus empresas (pp. 101-102).
              
La parte final del capitulo presenta los cambios suscitados por las dificultades del Grupo Grancolombiano acaecidas por sus malos manejos financieros, donde el Estado colombiano desde el gobierno de Belisario Betancur entra en el debate con  un severo control de los grupos financieros, y a la cual Cine Colombia no fue ajeno, teniendo nuevamente una reestructuración; igualmente, la empresa decide apostarle a una revista de divulgación de sus obras de exhibición titulada Toma 7 en 1982 (pp. 103-105). Brevemente se expone la aparición de la Fundación Patrimonio Fílmico Colombiano en 1987, donde Cine Colombia junto a Focine y la Cinemateca Distrital, juegan un papel preponderante junto a Intercol, quien era la propietaria de innumerables archivos cinematográficos, entre los que se encontraban el Archivo Fílmico de los Acevedo (p. 106). Los últimos años con el Grupo Grancolombiano, tiene un punto importante dentro del contexto internacional, la deuda externa y la restricción de divisas del gobierno de Betancur, lo que trae dificultades con los proveedores estadounidenses de películas:

…Los productores estadounidenses rechazan cualquier acuerdo distinto al pago directo en dólares por sus películas y decretan, como años atrás, el bloqueo a Colombia. La compañía debe defenderse con el stock de películas propias y con las que logra negociar en los festivales de Cannes (Francia) y el Mifed (Milán Italia). Acocine plantea la Ministerio de comunicaciones la situación poco menos que catastrófica en que se encuentra la industria exhibidora, y obtiene las resoluciones 3440, 3442 y 3443, que autorizan un aumento en el precio de la boleta, crean la categoría de salas especiales, con precio de $100 la boleta, y señalan normas para al exhibición de películas especiales. Estas medidas, y el Decreto 1676 del Presidente de la República, que aumenta el 35 % la exoneración de impuestos nacionales a la industria exhibidora cuando se presenten cortometrajes de producción nacional, “alivian un poco la situación de industria exhibidora” (p- 107).
        
Cada etapa de Cine Colombia trae cambios trascendentales, y la década de los ochentas no es ajena en los posicionamientos gerenciales, así como en los de exhibición, por ejemplo, al abrir el espacio hacia las películas europeas y latinoamericanas con Roissy Film de Francia, Cine Internacional de Alemania, RTVE de España y el ICAIC de Cuba. Al nacionalizarse el Banco de Colombia, la empresa cinematográfica se pone en venta, adquiriendo el paquete mayoritario de acciones -en 1988- la empresa vallecaucana denomina Grupo Mayagüez (pp. 108-111).  

El último capitulo de este libro, la era del multiplex, recoge el decenio final del Siglo XX, época turbulenta por la violencia con los narcotraficantes, el miedo social que se sentía en los espacios públicos, y el racionamiento energético -la señalada “hora Gaviria”-, lo que merma la asistencia a las salas, pero sin menoscabar otros proyectos que nacen en 1992, como el Cine & Bar en la Hacienda Santa Bárbara en Bogotá, y el Autocine Piedragrande en Cali (pp. 113-115). La televisión y el alquiler de video, suman a otros factores para detrimento de las denominadas salas de barrio, teatros que caen en desuso para Cine Colombia, situación que no era ajena para otros espacios del circuito cinematográfico mundial, por lo tanto, nacen en Europa los denominados multiplex “que recuperan el público y que reiteran el cine como el espectáculo favorito en los centros urbanos grandes, medianos y pequeños…, el teatro multiplex consiste en un complejo arquitectónico integrado por varias pantallas, taquillas y confitería comunes, para ofrecer al público distintas opciones de películas en un ambiente cálido” ; en el país se inaugura el 2 de diciembre de 1993 el Multiplex Cine Colombia Andino de Bogotá con cuatro salas (p.116-118). Las últimas reflexiones están dirigidas a la relación con el Cine Colombiano;  la tecnología implementada en sus salas en pro de su público; la responsabilidad social con los más necesitados; los reconocimientos y distinciones; las películas más taquilleras de la era Mayagüez; la celebración de sus 80 años en el 2007; el uso del cine digital y la tercera dimensión; finalizando con una nota del cambio de dueños en pleno siglo XXI, al pasar de la empresa vallecaucana al Grupo Santo Domingo.       

Consideraciones finales
Difícilmente se puede encasillar esta investigación histórica en la clasificación que nos entrega Allen y Gomery en su texto teoría y práctica de la historia del cine y que presentan en cuatro ítems: estética, tecnológica, económica, y social; con riesgo, podríamos afirmar que tal vez recoge mínimamente un poco cada una sin desarrollar a profundidad las temáticas, sólo dejando brochazos insubstanciales que obligan a la búsqueda de estos temas en otros textos, o por el contrario a investigarlos. Ahora, es obvio que se trata de una investigación histórica por encargo y remunerada, que exalta una labor institucional en el marco de la exhibición cinematográfica en Colombia, apareciendo los nombres y sus obras, el contexto del país en menor medida, y ante todo resaltando logros en el ámbito del nacimiento y desarrollo de una empresa.

Es un libro bien escrito y de lectura rápida, con imágenes de apoyo que complementan los textos, divididos en cada capitulo con innumerables títulos; el tono institucional de su escritura, no posibilita encontrar tensiones criticas que aporten a la reflexión del lector, por ejemplo la relación como empresa de distribución con los teatros independientes, y el movimiento de cineclubes en las décadas de los sesentas y setentas en ciudades como Bogotá, Cali y Medellín, o la situación de los teatros de barrio que eran de su propiedad y que por su envergadura arquitectónica en algunos casos, pasaron a engrosar “la sociedad de los teatros muertos”, sin imaginarse que hacían parte del patrimonio nacional.

Su aporte a la Historia del Cine en Colombia, desde el ámbito de la exhibición cinematográfica es satisfactorio, posibilita conocer la formación y cambios en las formas y medios de exhibir el cine, donde lo tecnológico, arquitectónico, económico y social suman en el conjunto. Sin lugar a dudas, la empresa de exhibición cinematográfica Cine Colombia ejerce el monopolio de su actividad en el país, con una cartelera monótona de la formula hollywoodense del momento que se instaura por varias semanas en casi todas sus salas, con excepciones valorables en su circuito cuando eligen que una de sus sedes exhiba el denominado cine arte o películas independientes, o involucre algunos ciclos de orden nacional como ocurre con eurocine; con respecto a las cintas colombianas, algunas pasan sin pena ni gloria en sus carteleras –por poca asistencia- otras se quedan lo suficiente para el rédito, agregando que en los últimos años la oferta, demanda, y calidad,  se ha ampliado.
 
Finalmente, esperaríamos un trabajo alterno, de un investigador desligado del “encargo institucional” para que busque, se inmiscuya, critique, y aporte otro texto con diferencias primarias al reseñado, que deja un gran paso con las fuentes citadas, entre las que se encuentran las reseñas periodísticas y las actas de junta.