28.2.23

¡Atenas! La librería de “primerísima” segunda mano

Al abrir un libro nos encontramos de entrada con dos sellos en tinta que nos dicen Librería Atenas, además de un valor numérico escrito a mano y lápiz al lado superior derecho que indica el gasto. Activar la memoria nos lleva a lo importante que fue este espacio para algunos de los que estudiábamos en ese momento en la universidad, un acceso a ciertos autores clásicos de nuestra área académica que veíamos con los ojos incrédulos del conocimiento tenuemente aprendido que debía agilizarse en el tiempo libre por fuera de las aulas, y en lecturas independientes con breves conversaciones al agite del clima y la disposición de los horarios.

La voz con su rumor era una forma práctica de llegar a Librería Atenas para ir directamente al estante temático y ubicar ese libro que seguramente hacia parte de alguna familia que había decidido vender la biblioteca heredada, o por el contrario a un saldo de alguna editorial que renegociaba las ediciones. Así conseguimos, por citar algunos, la trilogía de Eric Hobsbawm –La Era de la revolución, La Era del Capital, la Era del Imperio-; Historia de la teoría Política de George H. Sabine; Las Maravillas de Colombia de editorial Forja; los dos tomos de La Violencia en Colombia de Germán Guzmán, Orlando Fals Borda y Eduardo Umaña; o algunos comics de Astérix el Galo, Mafalda, o Tintín. Recuerdo siempre estar a la caza de la Historia del Cine Colombiano de Hernando Martínez Pardo, y Crónicas del Cine Colombiano (1897-1950) de Hernando Salcedo Silva, logros inconclusos porque nunca conseguí la primera obra.

Un caso especial significaba la bodega, a la cual ingresábamos por un costado bajando una gran plataforma de concreto, encontrando en sus costados pilas de libros, siempre con la posibilidad de descubrir “joyas” que esperaban por su compra, en particular no olvidamos los once tomos de la Nueva Historia de Colombia del año 1989, una especie de sagrados textos compilatorios que asumían desde otras metodologías, fuentes y teorías, la historia del país, leyendo de primeras el breve repaso de Luis Alberto Álvarez sobre el cine colombiano en el volumen 6 dedicado a la “Literatura y pensamiento, artes, recreación”.       

Las marcas son la huella del tiempo de los libros usados, sobre todo las que vienen de un particular: su año de edición, la firma de sus dueños, las dedicatorias, fecha de compra, manchas, olores, notas al costado, rayones, hojas sueltas, entre otros; pueden definir un momento en la historia de los usos de ese texto, un valor agregado que se asemeja al de un investigador privado que escudriña las razones del pasado que tuvo ese ejemplar.       

También descubrimos el auge, esplendor y la caída de nuestra propia “Atenas”; se expandió como un imperio, inicialmente en sus decididas ferias en plazas y parques de algunas ciudades de la región y por fuera de esta, una extensión de conquista para los lectores que funcionaba de forma efectiva; fundando una sucursal cercana a su sede principal de la calle novena, lujosa en sus instalaciones, amplia en sus espacios, con escaleras eléctricas, cafetería, y programación cultural que incluía un cineclub; sumando otra en la Av. Sexta, cerca al Teatro Calima.       

Podíamos pasarnos horas observando la paleta de colores de los lomos de los libros que brillaban en su uso como decorado de una posibilidad lectora, simple recuerdo de la inmadurez lectora de ser compradores -a veces compulsivos- de obras que quizás al día de hoy, no hemos leído en su totalidad.      

*Anexo de una reseña publicada en el libro Somos Patrimonio 4 del Convenio Andrés Bello, 391 experiencias de apropiación social del patrimonio cultural y natural (Otras experiencias Concursantes, pág. 150.151) año 2004.

Feria del Libro 

Orlando Vásquez Gallo, Librería Atenas, Cali Colombia.

El gitano de las palabras

Desde hace más de 35 años Orlando Vásquez Gallo parece un personaje en busca de autor. O quizás un gitano de palabras que anda con su estantería de libros por las montañas de Colombia, en trance de ofrecer los sueños escritos por otros. Autodidacta por convicción, decidió en efecto graduarse como librero de oficio en las populares calles de Cali, su ciudad natal. Rebelde y visionario, quiso así realizar su temprano sueño de compartir e inyectar a otros su amor por el libro en todas sus dimensiones: desde el nuevo y oloroso a papel recién impreso, hasta aquel usado y repasado muchas veces por algún ratón de biblioteca, olvidado a veces en algún anaquel. Por eso, luego haber recorrido y vivido en Medellín, Manizales, y Santa Rosa de Cabal, en el occidente de Colombia, regreso a su tierra para iniciar su propia librería ene l único sitio que podía utilizar ene se momento: el andén.     

Justo allí, a la vera de las calles o a la orilla de los parques, donde la gente los podía ver, tocar, sentir y empezara disfrutar montó su feria de libros. Mantiene el deseo de que las personas puedan tenerlos muy cerca, sin importar su condición, a los precios más accesibles, como recordaba haberlos conocido en su casa paterna cuando le permitieron curiosear el mundo del conocimiento y la cultura.

Prácticamente así nació la librería Atenas, como parte del rebusque y la informalidad de aquel entonces, y desde ese mismo comienzo la gran preocupación de su fundador ha sido la de facilitarle el encuentro con el libro a la mayor cantidad de personas. Por eso cuando tuvo su primer puesto de 2 metros de alto por 1 de ancho y 50 centímetros de fondo, en el parque de Santa Rosa, empezó su aporte al desarrollo de la cultura del libro en el Valle y el Viejo Caldas. Así Orlando Vásquez y la incipiente librería Atenas –nacida el 23 de abril de 1974- mediante su tenaz y persistente labor pionera como organizador de las ferias del libro al aire libre, en parques y plazas, pudo permitirle a los transeúntes la oportunidad de tropezarse con los libros viejos y usados, aquellos que pasan de mano en mano y siguen emocionando a los lectores anónimos, para curiosearlos, desearlos y llevárselos a casa gracias a sus precios verdaderamente irrisorios.      

Al institucionalizar las ferias de libro itinerantes pudo llegar a poblaciones, grandes, medianas y pequeñas del Valle de Cauca y el eje cafetero, esa es la razón por la Orlando Vásquez y su librería, presentan su experiencia: porque genero un espacio para la gente y hoy tiene un sótano con montones de libros de todas las clases y a unos precios increíbles, a donde acuden estudiantes, profesores, profesionales, amas de casa y toda persona interesa en la lectura y las curiosidades literarias. Igualmente ofrece el servicio gratuito de biblioteca y consulta en sus instalaciones, para la elaboración de tareas escolares.

Su trabajo en el andén ya es conocido en la región: después de obtener los permisos respectivos en cada localidad, traslada una insólita infraestructura desmontable de mesas, carpas, exhibidores y libros junto con el equipo humano que, a lo largo de los días establecidos, motivan e informan verbalmente, o con volantes, sobre los beneficios de los libros, sus precios irrisorios y las innumerables promociones que se proponen para favorecer el permanente encuentro con el libro.  

Entonces monta y desmonta su tienda y se va para otro pueblo con las palabras impresas que le sobraron y las nuevas y viejas que encontró en algún desván. Como un gitano.    

    

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