9.9.19

Vendo pipas o la frontera del desarraigo


El universo narrativo de un cortometraje se posiciona ágilmente cuando su historia desde el punto de vista ficcional recoge la realidad de nuestro contexto cultural, económico, y social. Vendo pipas, el cortometraje de Juan Diego Aguirre, posiciona una obra local desde la ciudad de Cúcuta, recurriendo a un espacio repetido al de otras capitales de nuestro país, y tal vez de Latinoamérica desde la cotidianidad por medio del trabajo informal y las escasas oportunidades en un sector de nuestra población.

Posicionada en la región nortesantandereana, nos conlleva directamente a una situación más por franquear: la migración de venezolanos y su obligado paso por este espacio geográfico, lo que resulta sumar competencia en las opciones laborales que se tienen, y su valor agregado problemático en “invadir” escenarios de la lucha diaria por el vivir. 

El corto logra ponernos en la dimensión del trabajo cotidiano que hacen esos jóvenes trasfigurados, y las dificultades que supone la red de alianzas que una persona, en un reducido circulo, puede representar con respecto al trabajo: control, exigencia, presión, y miedo. Aquí en esta característica, podemos analizar un fenómeno de nuestros problemas más arraigados en la dimensión sociológica de nuestro país, el resto no los dirá al final su protagonista.  
  

Vendo pipas o la frontera del desarraigo, nos cruza directamente con la inmensa calle en que se convierte la laboriosidad de muchos jóvenes ante las pocas posibilidades de “plantar bandera” en nuestro celoso, y amplio territorio. Ágil, directo, y con un valor técnico bien desarrollado, es un ejemplo afortunado de contar situaciones cotidianas que nos competen a todos. Cruda realidad que en metros cuadrados podría medirse en cualquier parque central de nuestras poblaciones con el busto o estatua de algún héroe decimonónico que inmóvil pasa de agache ante la cruda realidad de esos cuerpos que despliegan el afán propio de la necesidad por resistir.

La película hace parte de la selección Cine Crea Colombia - Colombia Crea Cine, adscrita Proimágenes Colombia y el FDC. Participó en la versión 59 del Festival Internacional de Cine de Cartagena del año 2019 en la sección de Migración y Mestizaje; y estará en la versión número once del Festival de Cine de Cali en la competencia de cortometraje nacional.

Ficha técnica
Vendo pipas, Colombia, 2018. 
Dirección y Guión: Juan Diego Aguirre Gómez.
Producción ejecutiva: Maira Alejandra Vergara / Juan Diego Aguirre Gómez.   
Dirección de arte: Diana Soler.
Dirección de fotografía: Ricardo Rodríguez.
Diseño sonoro: Andrés Montaña.
Montaje: Ginna Ortega.
Asesor narrativo: Johnnier Aristizábal Santa
Directora de casting: Giselle Giney.
Productora general: Maira Alejandra Vergara.  
(Queda por fuera una parte amplia del equipo de trabajo y de colaboradores) 

2.9.19

Cine al Aula -programa académico- 2019

Primera jornada
Sep./ 5 / 2019
3:00 pm. / 7:00 pm. 
Sala Fundadores 
Calle 22 nº 5-91

Coordina
María Angélica Jaramillo.
Universitaria Agustiniana

Modelos de financiación usados por productores en largometrajes colombianos contemporáneos: un estudio de caso
María Fernanda Ariza Orozco y Valentina Romero López
Universitaria Agustiniana

Entre lo fantástico y lo independiente: Una aproximación a los modelos de bajo presupuesto
Vanessa Samacá y Arnold López
Universitaria Agustiniana

La realización cinematográfica como proceso de investigación creación
Johnnier Guillermo Aristizábal
Universitaria Agustiniana

Receso (refrigerio)

Manito arriba para Dziga Vertov el Youtuber
Daniel Enrique Monje Abril
Universidad Manuela Beltrán

Las representaciones sociales y la representación cinematográfica
Luis Fernando Gasca Bazurto
Corporación Unificada Nacional de Educación Superior CUN
Universidad Central

La representación fílmica del Amazonas: una reflexión desde la memoria y los acontecimientos
Óscar David Arbeláez Ulloa.
Corporación Universitaria UNITEC



**

Segunda Jornada
Sep./ 6 /2019
9:00 am. /12:00 pm. 
Cinemateca de Bogotá 
Sala Capital
Carrera 3 nº 19-10

Coordina
Oscar Pinilla
Universitaria Agustiniana

Consumos contemporáneos en el cine documental: breve repaso a la evolución y transformación del género
Nazly López
Universidad Manuela Beltrán

Sobre un tipo de cine expandido para dialogar con la violencia
Juan Camilo Álvarez
Universitaria Agustiniana

El documental y la paz: memoria colectiva y la ironía
Wolfgang Fuhrmann
Investigador asociado a la Universidad de Zúrich, Suiza

Receso (refrigerio)

Seminario Historia, Géneros y Tendencias del Audiovisual
Universitaria Agustiniana 
Coordina: Yamid Galindo Cardona

Invitado
Dos modos de hacer ciencia ficción en cine
Campo Ricardo Burgos
Universidad Sergio Arboleda

***
Tercera jornada
Sep./6 / 2019
2:30 pm. / 6:00 pm. 
Sala Fundadores
Calle 22 nº 5-91

Coordina
Darío Rojas.
Universitaria Agustiniana

Cine y TIC para la innovación pedagógica
Gabriela Diaz y Manuel Ruiz
Medio de Contención producciones -MCP-

Los límites que enseñan, Instagram como vehículo de la enseñanza de la escritura audiovisual
Ana M. Pérez y Carlos Andrés Reyes
Universidad de La Sabana

El Cine en la Escuela Una experiencia Provechosa
José Miguel Martínez Rojas
Independiente

Receso (refrigerio)

Problemáticas pedagógicas de la investigación-creación a partir de proyectos cinematográficos
Camilo Eduardo Palacios Obregón
Universidad Manuela Beltrán

Sistematización de una realidad cinematográfica: del neorrealismo italiano al entorno neorrealista del estudiante de cine de la Uniagustiniana
Andrés Mauricio Aros Alvarado
Universitaria Agustiniana

Cine, violencia y memoria: Las imágenes del genocidio camboyano
Margarita Riveros Pineda
Independiente



23.8.19

Un mundo apocalíptico con jovencitos en la sabana y el trópico


Reseña: Una pandilla salvaje, Erik Zúñiga, Planeta lector, Editorial Planeta, Bogotá, 2018. 

A inicios de año el escritor Erik Zúñiga nos acompañó en una de las sesiones de nuestro Seminario Historia, Géneros y Tendencias del Audiovisual impartido por el programa de Cine y Televisión de la Uniagustiniana. En esa ocasión lo invitamos para conversar y ver su obra Frankenstein no asusta en Colombia -2012-, lo que significó acercarnos a su mundo creativo expuesto en el documental, a su pasión cinéfila por cierto tipo de cine vinculante al horror, a distopías, y a un repaso por ciertos filmes des-conocidos incluyendo las denominadas “categoría B”, faltó tiempo para esa disertación.

En mayo de 2018 había reseñado su libro de cuentos Los monstruos no van a cine -http://yamidencine-y-filo.blogspot.com/2018/05/cuentos-cinefilos-los-monstruos-no-van.html-, antesala importante de su especial forma de narrarnos parte de su cotidianidad mezclando realidad y ficción. Ahora tenemos su primera novela con el sello “Planeta Juvenil” titulada Una pandilla salvaje, guiño directo en su título al cineasta Sam Peckinpah con su western de finales de los sesentas que mezcla la lucha revolucionaria mexicana con la vida de bandidos fronterizos.  

 

Pero esta pandilla no es de adultos, es de jovencitos arrancados de las fauces familiares, entregados al infortunio, y a un sinnúmero de acontecimientos especiales que involucran parte del territorio colombiano. Dividido en varios capítulos, esta suerte de diario empieza con la fatídica fecha del viernes 13 titulada “Cerebros destruidos”, y termina -no sé si feliz, o tristemente-, con un “destino final” el jueves 6 de noviembre. Travesía que arranca en Cali, y termina en un sitio indefinido, acción que se desarrolla en Bogotá, y nos ubica en sus inmediaciones con una historia que refleja el sosegado gusto de su autor por los desposeídos, virus, zombis, y el posible fin del mundo; mezcla de adrenalina que intensamente se recrea con personajes que en medio de la amistad discuten su identidad, sus valores, y responsabilidades ante el infortunio. 
  
Los niños, jóvenes, y adultos, que retrata Zúñiga, tienen un sinnúmero de características que seguramente identificamos en nuestro pasado, en lo que observamos actualmente en ellos, y en los rasgos comunes de la vida cotidiana: espacios urbanos, forma de hablar, y gustos actuales que se convierten en un punto significativo para los lectores de hoy, siendo familiares y haciendo conexiones que sin lugar a dudas posibilitan un encuentro con la narración, los protagonistas, y los destinos que vamos imaginando en el desarrollo de esta aventura.
          
       
Integra este libro una serie de imágenes de autoría de Juan Diego Mejía, dibujadas en un papel con cuadriculas que dan fe de una parte importante de cada capítulo y su personaje central, un ensimismado joven de lentes oscuros que está aprendiendo del mundo a través de las “caídas” y el infortunio de vivir en pleno apocalipsis. 
  
En conclusión, tenemos un mundo aterrador con jovencitos en la sabana y el trópico que se abren camino en el mundo, heroínas y héroes que paso a paso se redescubren en medio de una Colombia inimaginable y tal vez tan real como los “zombis” que atraviesan la Plaza de Bolívar y la séptima un fin de semana.   


13.6.19

Cine al Aula 2019 -Convocatoria-


3er Coloquio
Cine al Aula 2019
“Presentes audiovisuales, pasados cinematográficos”

Septiembre 2 al 7 de 2019
Universidad Central -Sala fundadores-
Cinemateca Distrital de Bogotá



Presentación
El Programa de Cine y Televisión de la Uniagustiniana realizará por tercer año consecutivo su Coloquio Cine al Aula. La actividad hace parte de un ejercicio académico pensado desde las dinámicas y experiencias de los profesores y profesionales del área audiovisual en conexión directa con los entornos dispuestos para este proceso vinculados a la investigación y gestión pedagógica. En el año 2017 nos reunimos para dialogar e identificar perspectivas sobre los enfoques, experiencias y miradas en el desarrollo de los procesos de enseñanza y aprendizaje; en el 2018 se plantearon tres temas convergentes entre sí: historia, teoría y praxis.

Este año, desde los “presentes audiovisuales”, y los “pasados cinematográficos”, invitamos a los interesados a que envíen sus propuestas como ponentes en tres temas centrales de diálogo:
-Análisis textual del audiovisual: enfoques, obras, y teorías.
-Cine expandido: prácticas y debates.
-Lenguajes audiovisuales del presente: interpretaciones y contenidos.

Igualmente se recibirán propuestas dirigidas a ejercicios y procesos en las relaciones de enseñanza y aprendizaje vinculados al audiovisual.         

Dirigido a
El Coloquio Cine al Aula propone un escenario de reflexión transversal en torno a la enseñanza y el aprendizaje del oficio cinematográfico y sus múltiples posibilidades. Adecuado al sector académico que tiene dentro del ejercicio investigativo y profesional temas referidos a los objetos de estudio que convoca.

Recepción de textos
Se recibirán resúmenes de doscientas cincuenta palabras (250) con las siguientes especificaciones:

-Nombre del autor
-Filiación institucional
-Línea temática
-Objetivo general de la ponencia, pregunta problema, y posibles contenidos, es decir, una primera estructura del texto definitivo a escribir y exponer.   
-Letra Times New Roman, de 12 puntos. 
-Correo de envío: olympia@uniagustiniana.edu.co

Fechas
-Julio 31(último día para envío)
-Agosto 2 (confirmación de aceptación)
-Agosto 5 (confirmación de programa y fecha de presentación)  

Organiza
Olympia: Grupo Interdisciplinario de Investigación Audiovisual.

Coordinador académico
Yamid Galindo Cardona.  // yamid.galindo@uniagustiniana.edu.co

Asistente
Vanessa Samacá Romero. // wendy.samaca@uniagustiniana.edu.co


Más información: tel: (1) 419 32 00 Ext: 1118 - Bogotá D.C. -




3.3.19

Celebrando al Angelito Empantanado en la sucursal del cine



-El artículo se publicó en “Maestro”, revista de los profesores de la Pontificia Universidad Javeriana Cali, número 14, noviembre 2017-.  

Una persona del medio cinematográfico nacional me indicó, no sin antes advertir que tal vez me iba a molestar, que Andrés Caicedo estaba sobrevalorado como escritor, indicándole que estaba en todo su derecho de gustarle o no un literato y su obra, que eso en mi caso no es molestia. Sin embargo, por lo que percibí de su conocimiento y conversación, dicha persona poco o nada había leído de nuestro “angelito empantanado”, ya que no supo distinguir los escenarios de representación y los ejes centrales de sus textos: crítica cinematográfica, cuentos, obras para teatro, novelas, crítica cinematográfica, y recopilaciones biográficas elaboradas con documentos de su intimida que parecen sobrepasar su escasos 25 años de vida.

Este antecedente suma a la polémica suscitada por par de artículos de opinión[1] publicados durante los periplos Caicedianos abanderados por Rosario Caicedo en diversas partes del país, tal vez la guardiana más honesta de su obra que, con su conocimiento familiar e intelectual, resistió los acuciosos asistentes que llenaron los auditorios para conocer  más de la vida de Andrés: los ya viejos conocedores de Caicedo que desean repetir y escuchar nuevamente la historia, y esos jovencitos salidos de “debajo de las piedras” que descubren y se asombran ante la facha, personalidad, y escritura de uno de los suyos, un eterno joven.  

El pasado 4 de marzo (2017) se celebró en Cali el aniversario número cuarenta del suicidio del escritor caleño Andrés Caicedo. La Cinemateca La Tertulia sirvió de escenario para realizar un evento cultural y social que evocó la trayectoria del escritor en el contexto de una ciudad diferente a la suya, la que avanzó frenéticamente en cada uno de sus puntos cardinales; la que ha visto morir sus teatros de barrio de encuentro con el cine, y se acomodó a los nuevos avatares de la cinefilia; la que reinvento su nombre para posicionarse mediáticamente ante el escenario cinematográfico y se hizo llamar Caliwood[2], “la sucursal del cine”, la misma que narrara en su cuento Los Mensajeros -1969-, donde pone en circulación todo su sistema de estrellas en carne y hueso bajo la tutoría de Rudolph P. Houston, el empresario, y  nombres tan sonoros y mediáticos como Caroly O'connor, Lalita Dos Ríos, Constance Newman,  Anthony Tex, y Good Fat Jim; todos metidos en esta ciudad tan calurosa, atravesada por el río Cali hasta las inmediaciones del río Pance, y la Av. Sexta que parece en estado decadente, la que tuvo alguna vez el emporio cinematográfico más grande del mundo: los Studios del Río, donde se filmaban en promedio cuarenta y dos películas mensuales[3]. 

 
La vida de este caleño universal, y lo digo por el número de traducciones de su obra cumbre ¡Que Viva la Música![4], se repasa cada cuanto para revalorar su proceso creativo y de impacto, con la marca de nuevas ediciones de sus libros, legajos inéditos, exposiciones, documentales, la tradición oral familiar y la de “unos pocos buenos amigos”. Sobrevalorado o no, su creatividad escrita es notoria, hace parte de un contexto histórico donde Cali es una marca registrada de representación e identificación cultural, económica, social y urbana. Calle arriba, calle abajo por la quinta, y la avenida Colombia vía al sur o norte, nuestra vida caleña es narrada bajo ciertos influjos representativos locales que parecen incomprensibles en su imagen y lenguaje para otros públicos, pero que el cine mismo, y en unión la música, posibilitan en este siglo entender al autor con otros parámetros de análisis vinculantes a su historia de vida, sus amigos, la vida cotidiana, y su ciudad como objeto de interpretación.

Ejercicio interesante de valoración académica, es con qué parámetros la figura del escritor ha sido analizada desde su obra a través de tesis, artículos académicos, y estudios comparados con elementos literarios, históricos, y sociológicos que entran en conversación y discusión al afrontar algunos rasgos distintivos de sus escenarios de observación y “puesta en escena” por medio de esa acción creativa tan vigorosa y rápida que instaura su vida misma en cuerpo de otros personajes. Vigente o no en los espacios académicos, Andrés termina siendo una marca registrada exitosa en sus escasos años de vida, y lo que sobrevino después de su muerte. La reedición de sus obras es un síntoma irrefutable de que es descubierto y leído de “cuando en vez”, y el mercado literario no se equivoca en poner entre ojos que texto debe pasar la línea entre el ofertante y el consumidor. Su registro fotográfico, sobre todo con el lente, ojo y oportunidad de Eduardo Carvajal, lo posicionó clásicamente como icono caleño, ajustado a una época que lo dejó “congelado” para la posteridad: una forma de vestir, de ver el mundo a través de sus grandes lentes, y ante todo, de sentir en el cine, la música y el teatro, tres pasiones y una sola forma de ver el mundo.   
   
Un caso personal viene de haber convertido el Cine club de Cali en objeto de pesquisa académica, lo hice como tesis de pregrado en Licenciatura en Historia en la Universidad del Valle, y hablar de este cine club es entrar en la vida de una generación vinculada a muchos  cambios disputados con el giro cultural de los años sesenta, donde la capital vallecaucana no es ajena, y Andrés Caicedo, Ramiro Arbeláez, Patricia Restrepo, Hernando Guerrero, Luis Ospina, Carlos Mayolo, Oscar Campo y Rodrigo Vidal, entre otros, emergen como representantes de uno de los espacios más significativos en la vida cultural de Cali. El cine club de Andrés, como algunos mencionan, sobrevivió entre los años 1971-1979, e influyo en el cineclubismo colombiano por su posición especial de representar tal cual como debía ser, la acción de exhibición fílmica, educativa, y de divulgación del cine de autor contemporáneo, con 403 películas proyectadas en la sala del Teatro San Fernando, la publicación de reseñas en los boletines del sábado al mediodía, tarjetas de programación estilo postal, y la publicación de la Revista de Crítica Cinematográfica Ojo al Cine.  
  
  
   
La referencia presentada en el párrafo anterior fue posible por los documentos resguardados de este cineclub en las instalaciones de la Cinemateca La Tertulia[5], lo que implicó una organización de dichos archivos, y su montaje escrito junto a otros textos que dieron como resultado la coherencia de un contenido que refiriera y examinara algunos momentos claves del Cine club de Cali, y allí, la figura de Andrés Caicedo, eje y motor inicial de esta entidad. Simplemente se trata de indicar como un tema de estudio puede marcar un investigador en el campo científico que le es de su interés, y en coherencia su especialidad termina atravesándose en su vida profesional; en consecuencia, esta celebración escrita que expongo ha sido constante en diversos escenarios institucionales y académicos, vinculante a la historia del cine colombiano, y con la certeza de seguir su camino en nuevas celebraciones y encuentros Caicedianos.

También una novedad de “los papeles ocultos” de Andrés complementa este escrito, de puño y letra de nuestro cinéfilo tenemos un listado de autores y sus películas que este hiciera para regalarle a Germán Cuervo, amigo de infancia y de trotes teatreros y cineclubistas, bella exposición de títulos que solo alguien con esa bellísima enfermedad llamada Cinesífilis, podía elaborar, novedad que llegó a manos de Rosario Caicedo como obsequio de Cuervo, y que ella facilito para su lectura y reconocimiento.

Por último, traigo a colación las palabras del recién fallecido poeta colombiano Nicolás Suescún, quien escribiera sobre Andrés una loable referencia a su obra, tildándola de “fresco increíblemente cómico y al mismo tiempo exacto sobre los jóvenes, la ciudad de Cali y el trópico multicolor. Porque esta es una novela de verdad, la primera que se escribe en Colombia desde “La María”, un libro en que bulle la vida, escrito en el idioma fenomenalmente recursivo y gracioso, que hablan los jóvenes, y casi se podría decir cantada. La integración de las letras de las canciones en la narración solo la pudo hacer el artista maduro que era Andrés, el caso más impresionante de precocidad literaria que ha dado el país”[6].          

Póngale ¡Ojo al Cine!, y no olvide que festejando a Caicedo, se festeja a Cali.                   




[1]El primero publicado en Vice por Felipe Sánchez Villareal titulado “Lo sentimos: somos la generación que se mamó de Andrés Caicedo”; y el segundo de Jaír Villano en El Espectador titulado “La culpa no es del muerto”, de este tema hubo algunas respuestas en las redes sociales y en algunos medios de opinión, de lo cual no enfatizaré y dejaré al lector para su búsqueda.     
[2]Este eufemismo termina siendo complicado porque la ciudad no es una meca de la industria cinematográfica, y en contexto, cuando sale esta expresión en los años ochenta del siglo pasado, tenemos en el ambiente regional y nacional la calificación de “El Grupo de Cali”, frase más acertada y vinculante a la historia de una generación de artistas que traía su estela de creación desde los años setentas. 
[3]Andrés Caicedo, Los Mensajeros, En Cuentos Completos, Alfaguara, Colombia, 2014, pp. 135-140
[4]Traducida al francés, inglés, portugués, italiano, finlandés. Además de reediciones en castellano en Argentina, Colombia, y México, sumando las ediciones “Pirata de Calidad” que se asoman en algunos de nuestros territorios latinoamericanos.    
[5]Archivo dejado en los años ochenta del siglo pasado por Luis Ospina cuando este fue director de la Cinemateca, las carpetas fueron ubicadas en un viejo armario que fueron soportando con el tiempo otros elementos diferentes al entorno documental. 
[6]Nicolás Suescún, Andrés Caicedo el caso más impresionante precocidad literaria, Lecturas Dominicales, Periódico El Tiempo, 24 de abril de 1977, p. 12.     

6.2.19

Cine Colombiano: historia y representación de un país filmado


XIX Congreso Colombiano de Historia
Armenia 1 al 4 de octubre 2019

Mesa temática
Cine Colombiano: historia y representación de un país filmado


Se invita a los historiadores e investigadores académicos interesados en el cine colombiano a participar con sus resúmenes en la mesa temática dedicada a nuestro cine, la fecha límite para su envío es el 20 de febrero (revisar link de especificaciones):


A continuación, presentamos la mesa que nos fue aceptada: 

Descripción
Recién cumplimos 120 años de la llegada del cine a Colombia, travesía que desde 1897 ha estado inmersa en diversos períodos representado acontecimientos vinculados a la historia del país desde las adaptaciones literarias, la puesta en escena de personajes reconocidos, y la exposición de  nuestras regiones desde el documental turístico, político o académico; así como híbridas sociabilidades integradas a las imágenes en movimiento que hacen parte de un acervo significativo de obras que desde el cine silente, pasando por los años cuarenta, la “llegada de los maestros”, la etapa de  la Compañía para el Fomento Cinematográfico – FOCINE-,y la Ley 814 de 2003, simbolizan un país filmado que desarrolla desde su historia una variedad de temas comunes al campo científico que nos interesa exponer desde nuestros programas de Cine y Televisión, y la enseñanza de nuestro contexto fílmico. Teniendo cabida diversos temas conexos al séptimo arte: revistas, manifiestos, cines mudos y huérfanos, cineclubes, biografías, cine reciente con referencia al pasado, la relación cine e historia, la historia del cine como proceso de enseñanza, etc.   


Interesados pueden revisar la página del evento:

Quien tenga dudas puede comunicarse con
Yamid Galindo Cardona (coordinador académico de la mesa)