La
idea de catalogar una población como patrimonio de parte del Ministerio de
Comercio, Industria y Turismo, es la de
convertirla en destino de turismo cultural, obviamente con los antecedentes ya
corroborados en la tradición oferta y demanda de personas que usan estos sitios
como uno de sus destinos para el esparcimiento veraniego o religioso. La página
del ministerio advierte que “la Red de
Pueblos Patrimonio de Colombia es un programa del MCIT, que cuenta con el apoyo
del Ministerio de Cultura y el Fondo de Promoción Turística (FPT), cuyo fin es
fomentar el desarrollo sostenible, la apropiación del patrimonio, y la
participación de la comunidad en los municipios con mayor valor histórico y
turístico en el país, y que han sido declarados bienes de interés cultural a
nivel nacional”.
El
patrimonio religioso y arquitectónico de algunas de sus cuadriculas
urbanísticas, son el eje sobresaliente para las acciones esperadas con ese
nuevo rotulo que se le entrega a la “ciudad señora”, buscando por medio del
turismo un factor de crecimiento económico ya vigente y en constate crecimiento
para el grupo de los Padres Redentoristas
con el Señor de los Milagros, y nulo
para otros grupos que se mueven en esa órbita, esperando que esa participación
de la comunidad bugueña se vea reflejada en todos los procesos que representan
esa motivación estatal, y no en unos pocos empresarios ligados a favorecimientos
politiqueros de la administración pública en todas sus instancias.
Deben
aparecer nuevas ofertas ligadas al enganche religioso para aumentar la oferta, floreciendo
la creatividad e incrementándose la
política cultural, saliéndose de los circuitos del centro histórico y ligándose
a las periferias de la ciudad y sus zonas rurales. Desde el aspecto académico
en las escuelas y colegios, podría incentivarse ese “cariño oculto” por la
ciudad con respecto a su pasado y presente en las necesidades sociales y
culturales, además de sus posibilidades para el futuro con esa nueva estrategia
de ser patrimonio cultural del país, lo que directamente se liga a la carrera
de Licenciatura en Historia de la Universidad del Valle en su sede de Buga,
para que su pensum cambie al énfasis o especialidad en patrimonio histórico,
oportunidad que aparece en el presente con su coyuntura, y que daría un viraje
interesante en sus próximos estudiantes con temas locales y necesarios para el
reconocimiento de nuestro entorno.
Decir
que “todo tiempo pasado fue mejor” es una constante en aquellos que entran en
la nostalgia de la infancia y juventud al recordar lo que vivieron en su
terruño con familia, amigos y sitios especiales de divertimento: las salas de cine
clausuradas y convertidas en iglesias cristianas, los charcos en el Río Guadalajara,
las rumbas de negocio en casas particulares, los viejos restaurantes, los programas
radiales de Voces de Occidente y Radio Guadalajara, la Semana Santa del famoso padre
Obando en la parroquia de Santa Bárbara, las actividades de las escuelas y
colegios –Manuel Antonio Sanclemente, Graciana Álvarez, Académico, ITA, Gimnasio
Central del Valle, y Tulio Enrique Tascón-, las empresas y sus obreros, etc.
Apareciendo en las páginas de Facebook grupos
como “Buga por siempre” y “Buga en fotos” que ponen el acento en aquella
nostalgia por los espacios urbanos transformados o inexistentes, y los
personajes cotidianos y reconocidos por la sociedad ya desaparecidos,
patrimonio único que se rescata en el
presente con otros medios, mensajes y acciones destinadas al comentario rápido,
sin profundidad y sin el necesario análisis sobre lo que significaron en el
entorno social, en conclusión aspectos que se recuerdan y calan en lo cotidiano
con la rapidez del instante.
Gran
oportunidad la que se presenta al incluir a Buga como pueblo patrimonio de la
nación, momento crucial para intervenir social y culturalmente a la población con
un plan que integre sitios de interés, arquitectura, monumentos, reservas
naturales, gastronomía, entre otros; por lo tanto la elaboración de cartillas,
guías, y videos, sumaran el factor pedagógico de integración con los
visitantes, para decirles que el parque de las iguanas también se llama Parque
Cabal, que en Buga se estrenó el primer largometraje del cine colombiano en uno
de sus teatros, que la religiosidad es pan de todos los días con sus peregrinos
externos, que su afluente hídrico refresca los fines de semana, que su zona
rural reserva naturalmente el patrimonio de la biodiversidad, etc. ¡Quedan los
caballos ensillados!
Nota para dar en el clavo
Examen
juicioso del tema patrimonial venido a menos, y en retrospectiva para evitar
que se repitan, sería investigar que sitios de la arquitectura local venidos
del Siglo XIX fueron destruidos y transformados ante los antojos mercantiles en
los últimos treinta años, algunos con el boom económico alterno implementado
por los “mágicos”, ejemplo conciso la casa esquinera de la carrera séptima con
calle quinta -en su interior tenía patio empedrado y jardín alterno, piezas y
corredores amplios, y dicen, “espanto incluido”-, la cual en su frente pintado
con cal de la carrera séptima, fuera homenajeada fílmicamente en La Virgen y el Fotógrafo -1983- por Luis
Alfredo Sánchez; destruida para construir una serie de apartamentos que
cambiaron drásticamente el entorno urbanístico de la calle, ¿qué pasó con la
curaduría urbana?, ¿por qué se destruyo un bien de interés patrimonial y arquitectónico?
Fuentes
Imágenes
Tomadas
de “Buga por Siempre”, página de Facebook.
-Teatro Montufar –sin año-, Cortesía Claudia Guerrero. Archivo, Álvaro
Guerrero.
-Imagen
esquina carrera séptima con calle quinta –sin año-
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