Arcadia
100
N.°
100 del 27 de Enero al 24 de Febrero de 2014.
Cien
Años de Realidad -El país
leído desde las artes-
Arcadia es una filial de
la revista Semana que aparece mensualmente con temas de la cultura colombiana e
internacional. Para celebrar su edición número 100 el tema de escogido fue cómo las artes han leído a Colombia, proceso
que se llevó a cabo con un jurado de 76 personas con el criterio de proponer y
escoger aquellas obras que “iluminaban con mayor acierto y talento la historia
del país”, compendiando 600 obras, y escogiendo 119 trabajos realizados durante
los últimos cien años desde las artes y la literatura, y que por su relevancia nos
marcaron como país, y a las cuales –no en su totalidad-, hemos podido acercarnos,
resaltando el dossier que las manifestaciones publicadas “no pretenden
constituirse en un canon”, tal cual como afirma Marianne Ponsford en su nota
explicativa e introductoria.
Sirviendo de oportunista
socializador, aprovecho la lectura de Arcadia en su conmemoración para exponer
las películas, y series televisivas escogidas que a criterio de los encargados
de evaluar, han sido relevantes en nuestro entorno cultural, lo que significa un
poco de pasado y presente frente a la pantalla gigante y chica, lo que seguro
-en algunos lectores-, suscitara recuerdos y dudas, conversaciones y puntos de
encuentro, siempre con la posibilidad de advertir que hizo falta una obra, y
que por lo tanto, la selección es equivocada.
A continuación presento
el listado de obras cinematográficas y de televisión, ubicando año, título y
autores:
Cine
1915:
El drama del 15 de octubre, Francisco
y Vicenzo Di Doménico.
1922:
María, Máximo Calvo.
1925:
Bajo el cielo antioqueño, Arturo
Acevedo.
1925:
Alma provinciana, Félix Joaquín Rodríguez.
1926:
Garras de oro, P.P. Jambrina.
1933:
Colombia victoriosa, Álvaro y Gonzalo
Acevedo.
1964:
El río de las tumbas, Julio Luzardo.
1967:
Pasado el meridiano, José María
Arzuaga.
1972:
Chircales, Marta Rodríguez y Jorge
Silva.
1978:
Agarrando pueblo, Carlos Mayolo y
Luis Ospina.
1982:
Nuestra voz de tierra, memoria y futuro,
Marta Rodríguez y Jorge Silva.
1984:
Cóndores no entierras todos los días,
Francisco Norden.
1985:
Tiempo de Morir, Jorge Alí Triana.
1990:
Rodrigo D. No futuro, Víctor Gaviria.
1991:
Confesión a Laura, Jaime Osorio.
1993:
La estrategia del caracol, Sergio Cabrera.
1994:
La gente de La Universal, Felipe Aljure.
1998:
La vendedora de rosas, Víctor Gaviria.
2004:
La cerca, Rubén Mendoza.
2007:
Apocalipsur, Javier Mejía.
2009:
Los viajes del viento, Ciro Guerra.
2012:
La sirga, William Vega.
Series
televisivas
1988: Caballo viejo, Bernardo Romero Pereiro.
1990: Zoociedad. Dirección: Francisco Ortiz. Guion: Eduardo Arias, Rafael
Chaparro y Karl Troller.
1992: Cuando quiero llorar no lloro, Carlos Duplat.
2012: Escobar, el patrón del mal. Dirección: Carlos Moreno. Libreto: Juan
Camilo Ferrand.
En total 22 películas
fueron escogidas en los cien años de historia, cinco del denominado periodo
silente, y un documental de las invisible década del treinta dedicada al fervor
nacionalista de nuestro conflicto con el Perú. En los sesentas dos clásicos
básicos que imprimen en el espectador el retrato de la violencia política, y
una apuesta por el estilo neorrealista italiano. En los setentas se escogieron
dos polos opuestos, los Chircales
bogotanos que reflejan la miseria de algunas familias y sus historias de vida,
y su contraparte que critica esa forma de filmar y exponer las historias desde Cali
con ese pueblo agarrado en el cinematógrafo, y eso que resulta en pornomiseria.
Los años ochentas, en
pleno Focine, los documentalistas Marta Rodríguez y Jorge Silva siguen con el empeño
de mostrarnos los problemas sociales de nuestro país desde la tierra, los
campesinos, la usurpación y el movimiento social. Paralelamente las adaptaciones
literarias tienen éxito, y nos exhiben otra cara en su guion y puesta en escena, donde Juan Sáyago y León
María Lozano se posicionan como victimarios y victimas.
La última década del
siglo XX nos presenta cinco obras que nos llevan al variado mundo de un país
con temas históricos y problemas que siguen sin resolverse. Quien inicia y termina
esta selección, es el director Víctor Gaviria, primero, con las comunas, y el
sicariato como telón de fondo, es Rodrigo
D envuelto en una realidad que le parece ajena, pero que lo envuelve constantemente,
recordando el excelente complemento musical de una banda de thrash metal colombiana
llamada La Pestilencia; luego con una
historia urbana donde la niñez participa, es explotada, y se presenta desesperanzadamente, recordando su lema “ pa que zapatos si no hay casa..... pa que
hijueputas...”.
El 9 de abril de 1948
nos pone en contacto con tres seres humanos que separados por una calle, y francotiradores
en los techos, nos involucran en las expresiones sutiles de sus edades, y de la
sociedad a la que pertenecen, posibilitando como afirma Jaime Manrique en su
reseña sobre Confesión a Laura, la
opción de sentir lo que expresa mejor la película, sus emociones.
Bogotá es el espacio urbano
que pone en juego La estrategia del
caracol y la gente de La Universal,
sitios que al día de hoy han sido restaurados, destruidos o cambiados en su fisionomía,
con historias igualmente atrapantes, y con el humor necesario, y sin excesos
que retratan personajes comunes y corrientes en el andamiaje de una sociedad corrupta,
y a la vez oportunista que busca sus mejores capacidades en el entorno social y
cultural en la llamada selva de cemento.
El nuevo siglo, con nueva
Ley de Cinematografía, trae cierto
auge en la producción fílmica nacional, las obras reseñadas hacen parte de ese
boom, y se convierten en historias que siguen vinculando la cultura del país, y
sus problemas básicos y actuales, con nuevos nombres que se vinculan al aparataje
de la industria fílmica, historias frescas, y en algunos casos preponderantes
en esa nueva forma de narrar a Colombia, y sus recónditos asuntos, pero claro,
no todo es color rosa.
Como televidentes curiosos,
las escasas cuatro producciones televisivas nos parecerán pocas. La primera
marcando la sintonía como serie o novela de lunes a viernes después de las noticias,
en horario familiar, y antes del famoso comercial animado que decía “es hora ya
de acostarse…”, marcando dentro del género otra apuesta desde la historia
regional, divertida, y llena de arquetipos. Por su parte Zoociedad, en momentos donde todavía los programas de opinión tenía
cierta importancia en las parrillas televisivas, y en sus escasos tres canales,
se convirtió en una sátira política del acontecer nacional, encumbrando la
figura de Jaime Garzón, quien luego pasaría a realizar Quac: El Noticero 1995-1997, posicionándose como voz relevante
dentro del entramado periodístico nacional, hasta su asesinato en 1999.
La adaptación del libro
del escritor venezolano Miguel Otero Silva Cuando
quiero llorar no lloro, ya había sido llevada a la pantalla gigante en 1973
por el director Mauricio Wallerstein; en Colombia se posiciono en la televisión
como serie cada ocho días los domingos en la noche, con polémicas, críticas y
censuras de la comisión nacional de televisión de la época, reconocida más como
“los Victorinos” marcó la historia de la televisión colombiana por su triangulación
en los personajes, y las vivencias individuales que luego el destino se encarga
de agrupar. Finalmente, la figura de
Pablo escobar entra en el escenario del negocio televisivo con rotundo éxito
nacional e internacional, en momentos donde todavía las heridas seguían abiertas
y la recomposición del país parece tiene otro destino, según los entes
oficiales, tema expuesto en este blog en septiembre del año 2012.
En conclusión, La
versión número cien de la revista Arcadia se convierte en una importante guía para los interesados en el arte colombiano,
queda pendiente para los entusiasmados lectores de este texto su acercamiento a
las obras literarias, musicales, plásticas, y teatrales, por eso la invitación a que compren la edición o se
acerquen a su página web, seguro encontraran un momento interesante para
distinguir, conocer, y apropiar a su conocimiento, la creación intelectual individual
o grupal de muchas personas que con sus obras han reseñado, expuesto, y criticado
la realidad de nuestro país. Queda el espacio abierto para su opinión, y
críticas a la selección realizada.
Ver:
http://www.revistaarcadia.com/edicion-especial/multimedia/100-anos-de-realidad/35350
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