La crueldad de la
esclavitud se convierte en un tema atractivo para la pantalla gigante, en este
caso los descendientes de africanos nacidos en Norteamérica, y su encrucijada en dos formas de pensamiento
social, político y cultural expresadas ordinariamente entre los ciudadanos del
norte y los del sur. Solomon Northup entra en la historia de los Estados Unidos
como el hombre afroamericano que nació libre según las leyes que lo amparaban, para
luego convertirse en esclavo por causa de un secuestro infligido desde New York
a Nueva Orleans, donde finalmente es vendido al dueño de una plantación,
pasando a otros amos durante el transcurso de 12 años hasta su regreso por instancias
jurídicas que reclamaron sus derechos para ser nuevamente restablecido con su
familia.
Su historia de vida fue
escrita en 1853 con la tutela del líder abolicionista David Wilson, hit
literario que sirvió de propaganda política en los entornos del conflicto civil
en la denominada Guerra de Secesión 1861-1865, convirtiéndose con el pasar de los
años en un testimonio de obligada consulta para conocer algunos hechos y
características de la vida de un esclavo, en medio de las plantaciones del sur,
y sus dificultades y encuentros con el esclavista, su sociedad, y la vida
cotidiana al lado de otros esclavos.
La historia de Solomon es
llevada al cine en el año 2013, acaba de estrenarse en nuestro país, y está antecedida
por diversas reseñas y críticas que la ubican como una de las cintas preferidas
y postuladas para diversos premios de la Academia –Óscar-, dirigida por Steve McQueen,
e interpretada por Chiwetel Ejiofor, y Lupita Nyong'o como personajes centrales. Al estar en la sala,
el público se enfrenta ante una adaptación típicamente hollywoodense, que nos
pone ante un sufrido hombre inteligente, y salido de los rangos del común
afroamericano libre o esclavo; igualmente con las vicisitudes de una “pobre” mujer
llamada Patsey, objeto sexual, laboral,
y agresivo de su amo por el orden de la providencia, y su forma de presentarlas:
“el próximo esclavo que no obedezca a su amo, será azotado muchas veces…., está
en la biblia”, acción divina y mundana infligida por el miedo y el doloroso
ruido y sentir del látigo sobre las pieles.
Fotografía, puesta en escena,
actuaciones convincentes, y precisa banda sonora, crean en el espectador la insatisfacción
de lo que observa con respecto al hecho de racismo extremo de la sociedad
norteamericana de mediados del siglo XIX, con momentos sublimes y exagerados
como aquellos que muestran el castigo extremo, con claros estereotipos de
victima y victimario, héroe y villano. Para el espectador que desconoce el
hecho histórico de la esclavitud, la película no le entrega algunos datos
básicos al inicio como suele ocurrir con este tipo de obras biográficas, dramáticas
e históricas, por lo tanto queda el vacío
del contexto social y cultural en el cual la historia se instaura con la
premisa presente de la ficción.
La película suma al
repertorio de algunas obras que sobre la esclavitud se han realizado,
incluyendo una serie televisiva. Inicialmente la película cubana de Tomas Gutiérrez
Alea, La Última Cena -1977-, que narra
la “puesta en escena” del señor esclavista, quien dueño de una plantación
cañera a finales del siglo XVIII, decide un jueves santo redimir sus pecados, y
congraciarse con doce de sus esclavos, efecto sociológicamente extraño que
denota resultados contraproducentes en su estancia. Por su parte la adaptación televisiva del libro
de Alex Haley Roots, Raíces –la saga de
una familia Norteamericana- presentada por la cadena televisiva ABC en 1977,
con secuela en 1979, y que pudimos tener en las pantallas ochenteras
colombianas con el recuerdo particular de Kunta Kinte. También la cinta de
Steven Spilberg, Amistad -1997-, nos
lleva a momentos claves del negocio de la esclavitud –barcos negreros- y la
deriva de un grupo de hombres africanos que logran cambiar su rumbo, y
desarrollar otro proceso en su causa -Long Island- entre los años 1839-1942.
Por último, la dramática historia de la esclava Sethe en Beloved
-1998-, donde la opción de decidir sobre el futuro de una de sus hijas, y su
resultado, la pondrá en confrontaciones internas, todo en el contexto del fin de
la guerra civil, y el nuevo entorno de la libertad.
Las cintas reseñadas
pueden ser asimiladas como propuestas metodológicas para explicar el oprobioso sistema
económico, en el que se implemento la esclavitud desde la historia norteamericana
y latinoamericana, siempre con el criterio de explicar el contexto en que se realizan
estas obras con sus errores, logros y objetivos en el desarrollo de un mensaje
directamente ligado a un entorno comercial, y artístico.
La vida de Solomon Northup se instaura dramáticamente en momentos
donde otras formas de esclavitud se presentan, y algunas siguen vigentes. La parafernalia
mediática, y su claro acento histórico, la ubica en los entornos de las
posibilidades exitosas de recepción y aceptación pública; su problema radica en
la forma como se adapte y explique a aquellos receptores de un hecho
trascendental que aún se investiga, debate y replantea en nuestros espacios académicos,
esperando que en algún momento tengamos para contar desde nuestras raíces colombianas,
la historia de una mujer, un hombre, una familia, o una comunidad, en resumen, su
paso por la esclavitud, historia de archivo que tal vez está por descubrirse o
ha sido indagada sin su apropiada valoración.
Ficha y corto de la película
http://www.filmaffinity.com/es/film554692.html
http://www.youtube.com/watch?v=8MsETvQYFZ8
No hay comentarios:
Publicar un comentario