31.10.13

El río Guadalajara

Para muchas poblaciones colombianas el río que las atraviesa significa un recurso importante para su desarrollo hídrico en aspectos ambientales, económicos, y -la más importante de todas-, su consumo diario. Valores exclusivos que mínimamente son devueltos en acciones encaminadas a su protección, y que pueden observarse en su contaminación y caudal en espacios céntricos de sus entornos, como ejemplo el río Bogotá, el río Cali, y el caso que nos compromete en este texto. A través de las anécdotas el blog que se pública dedica algunas líneas al río Guadalajara, con lugares comunes para los que han visitado sus aguas expresados en tres momentos: al ser espacio de paseo escolar, símbolo de calamidad, y un lugar para todos.


Primer chapuzón: paseo de escuela
De vez en cuando el profesor Ramírez decidía sacarnos de paseo al río de las piedras, desde la escuela Manuel Antonio Sanclemente subíamos por la carretera destapada al ritmo deportivo del maestro, entusiasmados por la famosa varita que invitaba a no quedarnos atrás. Pasando por el Batallón Palacé, espacio estratégico que años atrás nunca “percibió” la presencia de los paramilitares a escasos cuarenta minutos entre la Magdalena y Guaqueros; luego “el charco del burro”, tal vez con la misma anécdota de sus similar caleño; la bocatoma y sus túneles para el arte de “sígame está pues”; a su lado “burbujas”, donde una sola fumarola de bareta se mezclaba con la gorobeta y el aíre; más adelante un metedero llamado “villa del río”; prosiguiendo se encontraba la granjita, bañadero preferido por muchos por sus pilones de cemento; el panorama se alternaba con algunas casas, un motel, sitios de venta de “fritanga”, tiendas, y antes de llegar a “puente negro” y pasar los dos “coscorrones” por su empinada subida, nos quedábamos en un espacio propicio para disfrutar desde las diez de la mañana hasta las tres de la tarde, regodeo total que incluía risas, burlas, bolas de arena mojada en la espalda de los descuidados, la infaltable pelea a escondidas para resolver viejos problemas, la búsqueda frenética de esos pequeños peces feos llamados corronchos debajo de las piedras, y el compartir el almuerzo con todos: los que traían mucho, los que traían poco, los que nada traían.        



Segundo chapuzón: una extraña muerte “burlesca”
Otro día, un viernes en el puente que da entrada al barrio El Albergue, donde queda el límite del Colegio Académico, y las aguas del Guadalajara están disminuidas, nos encontramos ante un tumulto de estudiantes –los que iban para el Gimnasio Central del Valle en dirección contraria a los que andábamos para el Académico-  mirando hacia el fondo del recorrido un poco turbulento del río,  la escena era perturbadora, morbosa y hasta irónica en los comentarios que se oían, un hombre yacía muerto boca arriba con la protuberancia de su estomago, hasta que la “fiesta” termino, y los policiales ordenaron desalojar el sitio para la movilidad y hacer el levantamiento del cadáver. Al día siguiente la noticia era absurda, el finado sufría de hidropesía, y había sucumbido en las mojadas piedras del Guadalajara, con comentarios que iban y venían con la rapidez de un pueblo chismoso donde todo muerto se sabe, conoce, crítica o vanagloria, y particularmente el occiso que trascendía en popularidad con un cuento negramente cargado de humor bugueño con noticia de segunda en El Tabloide y El Caleño, confirmando que en el velorio la ataúd nunca pudo cerrarse ante el tamaño del vientre, y el tumulto de personas que acudían a ver tan misteriosa escena trasladada a su sepultura en medio de la algarabía y los curiosos que deseaban ver como era su entierro.             

Tercer chapuzón: el río de todos
El río se convierte en escenario de encuentro familiar los fines de semana para el tradicional paseo de olla, evento que con el pasar de los años se busca más arriba de lo acostumbrado para evitar tumultos y encuentros con otros paseantes, y en fechas festivas donde el agobiante sol es motivo de excusa para rematar “la juma de ayer”. Espacios para encuentros amorosos, ladrones en la caza de desamparados bañistas, y pescadores fortuitos entusiasmados en pescar alguna sabaleta, suman al paisaje de un día cualquiera del año con buen clima, obviamente con cambios que algunos critican y otros valoran en asuntos como la pavimentación de la vías de acceso a la zona montañosa, y la cada vez incesante urbanización, lo que ha traído más contaminación, y el deterioro de ese recurso natural básico para la ciudad de Buga. También como paisaje alterno a practicas deportivas en bicicleta, al trote y a pie; como  escenario de un acto extremo, sin importar riesgos y condiciones de seguridad, galladas de jóvenes subían con neumáticos de llantas de camión infladas para tirarse en algunos tramos donde las corrientes eran fuertes y las piedras servían de pared de rebote, en algunos casos saliendo y repitiendo la acción hasta el cansancio; y para nuestros ojos, en tiempos de invierno, verlo crecido, enfurecido, y marrón en busca del río Cauca, todo un espectáculo, no tanto para los afectados por las inundaciones que han asentado sus viviendas en las riveras y sufren las consecuencias de una pésima planificación municipal o urbanística.      

Nota ambiental
Volver al río debe ser una causa importante para los encargados de la enseñanza escolar, realizar actividades encaminadas a su conservación y limpieza podría ser el principio de una educación alterna en los escenarios familiares bugueños tan acostumbrados a utilizar las aguas del Guadalajara para su divertimento y usufructo. Aspecto que seguro algunos docentes han realizado o incentivado, pero que no debe sucumbir ante el presente que tiene nuestro río, y su futuro incierto ante las amenazas ambientales que se observan cada metro recorrido desde la carretera panamericana hasta su nacimiento.      

Imagen
Biblioteca Departamental Jorge Garces Borrero y BEYMAN E. VELEZ SANCHEZ. Puente sobre el río Guadalajara y 603269. BUGA: Biblioteca Departamental Jorge Garces Borrero, 1963. 20X25.
Tomado el jueves 31 de octubre de 2013].Disponible en Biblioteca Digital. Universidad Icesi.
http://hdl.handle.net/10906/58127




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