Los amigos del barrio pueden desaparecer,
pero los dinosaurios van a desaparecer.
Charly García.
En vida y
muerte, eternamente el dictador será grotesco. Algunos fallecen por la fuerza
de la providencia, ancianos, enfermos y en mansiones vigiladas al lado de los
suyos, quienes apropiaron o desconocieron la otra facha, la monstruosa. Otros como
el prócer de la patria, mueren “en átomos volando”, víctimas de sus practicas
de desequilibrio institucional. Por último están los dictadores que no lograron
escabullirse del juicio de la historia, “afrontaron”
veredictos civiles que los ubicaron tras las rejas con condenas dignas de sus
actos: a cadenas perpetuas o a la pena de muerte con las “botas puestas”.
Quisieron muchos
entrar en la eterna soledad del olvido, pasar de agache ante sus oprobiosos
actos, y asumir que simplemente estuvieron en el instante que los necesito la historia
en que se inscribieron para colocar en orden el Estado de las cosas, con
patrocinios externos en frío y caliente que asumieron los cruzados llenos de
estrellas para alinear sus ovejas descarriadas. En ese contexto, nuestros petulantes
dictadores atiborrados de reconocimientos en sus aplanchados uniformes, penetraron
el aire libre respirado por todos, lo secuestraron, le pusieron límites, lo
organizaron en edificios, caballerías o escuelas oscuras con la luz exigua del
torturador, aquella que dejaba notar la punta de su nariz, y el aliento a muerte
de su voz en la extraña amabilidad de las posibilidades de decidir el soplo de
vida para su victima. Culminación de otra jornada irracional.
El día siempre
fue oscuro para las victimas del opresor, entregadas a la incertidumbre, buscaron
la salida con el idilio hecho sueño de libertad, la que ganaron con la muerte y
con suerte la supervivencia, alargada con la dulce victoria de ver a su
victimario enmarañado en la realidad de sus actos, postrados, poco avergonzados,
y seguros de que lo realizado estaba en el destino manifiesto de su recorrido
por este mundo. Pobres seres humanos.
¿Qué se hace con
el cadáver de un dictador? Se promociona, se recuerda con el afán del olvido,
se esconde, y en últimas se reinventa ante la sospechosa presencia de
admiradores que comparten, y sienten su ejemplo como el suyo ante los
desequilibrios de su universo. Quedando
la satisfacción que el altivo y locuaz personaje, yace mudo, no grita, no ajusticia,
no envía señales para su gran acto, soportando la pesada tierra que mancho con
su puño.
El deleite se
siente, se respira mejor, bien muerto está, un dictador nos ha dejado, que
nunca viva un dictador.
-Imagen editada de Videla y Pinochet.
2 comentarios:
Gracias por el articulo, Yamid. mil recuerdos sobre unos tan dictadores y otros "no tanto"...el jucio de la historia y la caprichosa memoria...Petain, Pinochet, Videla, por citar algunos
Andrés: el juicio de la historia no "es juicioso", el listado de dictadores de traje militar y traje informal, es largo. Abrazos querido amigo.
Publicar un comentario