29.7.09

El Che Guevara y una canción titulada McGuevara’s o CheDonald’s


Por: Yamid Galindo Cardona

Pancartas, banderas, camisetas, poemas, calcomanías, canciones, tangas, calzoncillos, zapatos, pantalones, collares, pinturas, botellas de licor, manillas, gorras, cigarrillos, películas, biografías, grafitis, plazas, frentes guerrilleros, trasformado en Jesús, en calavera como expresión de muerte, y cualquier objeto y uso que se le ocurra, esta dentro de las posibilidades de tener a Ernesto Guevara más conocido como el Che, como símbolo de lucha o motivo de explotación publicitaría. Lo anterior posibilito que una tarde en la biblioteca de la universidad donde estudié, y mientras descansaba de la lectura, decidiera contar el número de personas que entraban a la sala con alguna camiseta, gorra, manilla o cualquier otro objeto de uso visible, con la imagen del Che Guevara; inmediatamente se me ocurrió que sería una buena pesquisa indagar sobre la historia, uso y abuso de esta fotografía, para presentarla en algún evento académico dentro o fuera de la institución. Inclusive invite a un amigo de acento costeño radicado en nuestra “sucursal del cielo” y muy pronto en mejores y “buenos aires”, a que trabajáramos juntos recopilando imágenes y elaborando los puntos a indagar, propuesta inacabada porque los dos seguimos por caminos y espacios diferentes. Sin embargo, algo quedo hecho, la primera actividad que realicé fue un sondeo con personas que portaran al Che estampado, les preguntaba si sabían quien había tomado la foto, en que fecha, y cuando había sido expuesta por primera vez, y todos, con un gesto bastante inconforme, respondieron negativamente, y seguro salieron apurados para indagar sobre lo que portaban en sus cuerpos, y así comenzar a tener bases solidas del personaje en mención. Por lo anterior, es importante presentar la historia oficial de una foto emblemática que muestra un personaje idolatrado, odiado, querido y llevado a los bordes extremos de la opinión, a través del escritor cubano Jaime Sarusky, a propósito de un catalogo fotográfico titulado “Diario de una Revolución” del fotógrafo Alberto Díaz Gutiérrez, más conocido como Alberto Korda:

[…]Uno se pregunta si a caso Korda tenía conciencia de que esas fotos de Fidel o Camilo Cienfuegos trascenderían el instante en que fueron tomadas. Pero Korda es franco y responde que no tenía conciencia de ello, ni lo había pensado. “¿Ni tampoco cuando haces la famosa foto del Che Guevara, el 5 de marzo de 1960 en los funerales delos que murieron en el sabotaje al vapor La Coubre en el puerto de la Habana?”. “Tampoco”, responde. “Del Che no hice muchas fotos. Esa que yo llamo Guerrillero Heroico, la hice sin que él se diera cuenta. Yo estaba situado a unos 8 o 10 metros de la tribuna donde Fidel Castro explicaba los pormenores de la explosión del barco. Mi cámara tenía un lente semitelefoto. De repente me percato que el Che se acerca a la baranda de la tribuna, donde también se encontraban Jean Paul Sartre y Simone de Beauvoir y tú Sarusky, que les traducías el discurso. Lo recuerdo bien porque ahí están también las fotografías.
Hasta ese momento el Che se había mantenido en un segundo plano y Korda no lo podía ver desde donde estaba situado. Pero si observó que se asomó a contemplar el río de gente que inundaba la calle 23. Entonces pudo tirarle uno y después otro negativo. Nada más porque se retiró inmediatamente. Apenas permaneció allí en la baranda medio minuto, el tiempo exacto para tirar las fotos. Cuando reveló el rollo en su laboratorio, por la noche, Korda pensó que era una buena foto del Che. Llevó al periódico Revolución todas las fotos que reveló del acto. Se publicaron las de Fidel pronunciando el discurso y de Sartre con Simone de Beauvoir en la tribuna, sin embargo, no se publicó la del Che.
Con esa fotografía, sin lugar a dudas, la más famosa y la más difundida y reproducida de la historia, ocurre el extraño fenómeno de que en el momento en que la hace no se le dio mayor importancia. Pero siete años más tarde, en la muerte del héroe convertido en mártir en Bolivia la imagen alcanza otra dimensión la de una nueva mística: icono imagen sagrada, objeto de culto y devoción en los lugares más increíbles de la tierra. La estampa de ese Che impresiona por su adustez, su hieratismo. Es un Che que esa mañana fresca y gris de la Habana, por no decir fría, se ha subido el zipper de su jacket negro y verde olivo hasta el cuello y sigue tocado con su conocida boina negra con la estrella dorada en la frente. Pero su expresión es de una irritación, una cólera reconcentrada, seguramente pensando en las víctimas del sabotaje y en los autores del mismo. Y esa referencia y esa relación con la muerte está reflejada en la intensidad y profundidad de la mirada, en la fuerza de su expresión, provocada originalmente por la tragedia y que culminaría diseminándose por todos los rincones como un santo contemporáneo, un mito, encarnación de la rebeldía rubricada igualmente en tragedia.
Por intermedio de Haydée Santamaría, heroína de la revolución, a quien Korda le había obsequiado una copia de la foto del Che, Giangiacomo Feltrinelli, el conocido editor italiano, visitó el estudio de Korda un día de 1967, cuando el Che aún mantenía activa la guerrilla en la selva boliviana. Feltrinelli le entregó a Korda la nota de Haydée que decía: “este amigo italiano anda buscando una foto del Che que el guste. Enséñale la tuya”. Korda no tuvo que mostrársela porque la tenía colgada en su estudio. A Feltrinelli le gustó y le pidió que le hiciera dos copias. Cuando Korda se las entregó al día siguiente preguntó cuánto costaban pero el cubano le dijo que se las obsequiaba. El regresó a Italia y guardo la foto. Pero dos o tres meses después asesinan al Che en Bolivia y de inmediato mandó a imprimirla en un cartel de un metro por setenta. Ahí es que se hace famosa en el mundo. Se dice que se vendió un millón de ejemplares en seis meses.


El fotograma original del “Guerrillero Heroico” tiene dos elementos que fueron sacados de la imagen que conocemos en la actualidad: primero, al lado izquierdo del Che, las hojas de una palma; segundo, a su lado derecho, el perfil del filosofo Jean Paul Sartre. Como ocurre con la mayoría de las obras de arte y sus artistas, esta foto se popularizo al conocerse la muerte del Che, y fue asumida por los movimientos de izquierda política como un emblema de su lucha, pero tan popular se hizo, que con el trasegar de los años su vulgarización paso a extremos inimaginables, hasta el punto de una demanda por derechos de autor que Korda instaurara antes de su muerte en el 2001 a una empresa de licores por usar esta imagen en su botella de vodka, obviamente obro a su favor la demanda, y los recursos que ganará los dono a un hospital pediátrico en la Habana.

Es interesante darse cuenta que las ideas que tenemos en algún momento, son igualmente pensadas y llevadas a feliz término bajo otro formato, en este caso el musical. Kevin Jojansen es un cantautor o “cansaautor” argentino de padre norteamericano que sabe bastante de la composición inteligente en sus letras, compone con su grupo “The Nada”, y se le ocurrió para su primer álbum, del mismo titulo de su grupo en el año 2000, una canción dedicada al Che, según Jojansen surgió después de ver al grupo Rage Against the Machine en un concierto realizado en New York por los años noventa, al salir del estadio le llamo la atención ver que vendían remeras –dícese camisetas por estos lados- con la imagen del Che Guevara a 20 dólares, analizando sobre lo que pensaría este “señor” al ver su rostro como un objeto de consumo, así que surgió McGuevara’s o CheDonald’s, canción muy bien lograda con una letra bien crítica que les presento a continuación:

Todos se dejan la barba y el pelo como él
Pero no son como él
Todos declaran y hablan en nombre de él
Sin saber nada de él
Yo me pregunto que estará pensando él
Si pudiera ver
Cómo se llenan de plata hablando de él
Sin saber nada de él

Todos se compran la remerita del Che
Sin saber quien fue
Su nombre y su cara no paran de vender…

Parece McGuevara’s o CheDonald’s
Parece McGuevara’s o CheDonald’s

No es hermano de Fidel ni pariente de Pinochet
El nació en la Argentina y se fue a recorrer
No es de la época de Evita y a pesar del musical
Nunca fue asistente de Perón, el General

Yo me pregunto por qué le tocó a él
Ser Jesucristo al final del milenio, Che, eh, Che…

(Y lo mataron como un perro en Bolivia)
Vuelve y vuelve mil veces al que matan así
O es que al final nunca muere
El que no teme morir

Entonces asistimos a la copia del Che, personas que quieren parecerse a él, idolatrando a este ser humano que ayudo a una revolución y fracasó en otra. El análisis deber ir más a fondo para desentrañar la verdadera figura de este revolucionario, sin caer en los fanatismos que sobretodo en nuestras universidades públicas observamos, hasta el punto de convertirlo como objeto de remedo en algunas de su acciones; un ejemplo palpable de lo que puede hacer lo mediático de su figura fue con la aparición de la película de Walter Selles “Diarios de Motocicleta” en el año 2004, cinta que narra el viaje de Ernesto Guevara y Alberto Granado por nuestro continente suramericano, seguro muchos después de ver esta cinta se inspiraron y animaron para realizar este viaje y ver las injusticias y el paisaje que vio nuestro pre-revolucionario antes de apodarse el Che; o por el contrario marchan al sitio de su muerte en Bolivia como en sacra peregrinación a la tumba sagrada del héroe caído para allí retratarse, y escribirse algunos versos que pueden ser el inicio de un juramento para liberar al continente del yugo imperialista, para luego regresar y echar el cuento. Al Che Guevara hay que entenderlo como un personaje de nuestra historia latinoamericana dentro de un contexto instaurado en la postguerra, en plena “guerra fría” y con defectos y virtudes como cualquier ser humano, sin encumbrarlo en el monte sacro de superhéroe, y sobretodo sin sacarlo de su espacio histórico.

Imagen tomada de: http://zgz.alberto.googlepages.com/chelengua.jpg

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