Reseña: Simón Puerta Domínguez, Cine y Nación, Universidad de Antioquia, FCSH Investigación, (2015), 243 págs.
La publicación de este libro es el resultado de un
trabajo de grado del autor para optar su título de antropólogo en la
Universidad de Antioquia. La postura de esta investigación como anota Puerta,
es la interdisciplinariedad, buscando “develar las mediaciones”, profundizar en
la legislación y sus posturas en el encuentro con las obras; incluyendo una
reflexión en torno a la piratería de nuestro producto interno cinematográfico:
…El cine se plantea entonces como un escenario a
partir del cual se hace posible la indagación sobre la identidad nacional. Los
procesos creativos de las obras y los productos que se prestan al consumo
simbólico, son proyectos imbricados en lógicas e intereses que se superponen en
la imagen final. Esta superposición devela las negociaciones y posturas que la
heterogeneidad que constituye la comunidad nacional postula como legítimos y
representativos de Colombia y sus ciudadanos (p. 17).
Se estructura este documento con ciertas variables
históricas ya canónicas en la forma cronológica de su representación. El primer
capítulo en función del cine en la idea del proyecto de nación de principios
del siglo XX: una comunidad imaginada, la modernidad, el cine como arte nuevo
en el entramado del crecimiento del país en dirección de las estrategias de
progreso en conexión con la cultura de masas y sus tradiciones. El segundo
capítulo, titulado El proceso
cinematográfico en Colombia: medio siglo de optimismo en encuadre, dirige
su atención a la identidad nacional como reflejo y tema de acción e
interpretación en las obras que fueron escalando los periodos: la búsqueda de
la nación en el nacimiento de nuestro cine con sus imágenes de progreso, moral
y política y en estos la censura; además del encumbramiento de la cultura
popular en función del uso del cine, y el melodrama como salida temática:
¿Cuál es la idea de progreso que se pregona y que,
desde la imagen se pretende difundir en el imaginario de la identidad
colombiana? El mismo carácter internacional e internacionalizante del cine responde esta pregunta: la pretensión
de quienes se otorgan la responsabilidad de traer al país el progreso, y de sus
representantes, fue de reproducción de un modelo. La élite nacional, los
terratenientes y empresarios que ostentaron el poder económico y político,
aquellos que entre la cámara buscaron plasmar su imagen y erigirse como protagonistas,
tuvieron como referencia para la creación de sus papeles el cosmopolitismo
europeo y su modelo industrial (págs. 11-112).
El tercer capítulo, La violencia en la pantalla: el extravío de la unidad en la imagen,
abarca una serie de momentos y estructuras narrativas partiendo de los
contextos socioculturales y en estos el acto creativo desde el populismo, los
nuevos cines de los años sesentas y el sonado conflicto de la identidad nacional
de ese momento, y del presente en la contemporaneidad con temas coyunturales
que enfocan diversos problemas del orden nacional como la “colombianidad”, el
discurso nacionalista como estandarte de la inmediatez simbólica, y acciones de
interpretación de los contextos nacionales puestos en valor discursivo y
narrativo.
El último capítulo se titula La industria cultural y el papel crítico del cine y el espectador, el cual hace “hincapié en determinar el proceso a través del cual el Estado ha reconocido la importancia de la imagen cinematográfica como parte constitutiva de esa construcción de valores y creencias, y por esto mismo, ha intervenido para que el proceso creativo de producción de la obra artística sea posible y autónomo” (p. 162). Acá, la legislación y sus “momentos” sellan un derrotero en su accionar identitario: desde la ley del año 1942, la Ley de Sobreprecio, el periodo Focine, la Ley General de Cultura, y la Ley de Cine del año 2003. Conexión de variables y análisis que definen un panorama especialmente significativo porque allí las obras y sus autores hacen parte del ecosistema audiovisual, en ese entorno las categorías de cine afirmativo, cine al margen, y lo que denomina el autor la pugna por la imagen, es llamativo, dirigiendo su análisis a ciertos directores de representación en la tradición del cine colombiano.
Este libro dialoga con diversos referentes teóricos evaluados
en la estructura del proceso de investigación de nuestras universidades, se
entrelaza con valoraciones de nuestro cine colombiano, y logra ubicarnos en
otros esquemas de interpretación en el contexto de nuestras imágenes en
movimiento y su camino en la construcción del Estado desde la diversidad
identitaria, algo que refleja la argumentación de sus capítulos en otra forma
de acción y reconocimiento.