En su prólogo a la
edición definitiva, el cineasta y crítico de cine francés François Truffaut nos
pone en contexto sobre la importancia de la obra de Alfred Hitchcock en las décadas de los años cincuenta y sesenta,
de la poca relevancia que le daba la crítica norteamericana a su obra, y de una
anécdota ocurrida con algunos periodistas al interpelarlo sobre La ventana indiscreta, dejándolo con la
semilla de ahondar sobre la obra hitchcockiana, renunciando a los acercamientos
superficiales, buscando al autor, y expresándole la posibilidad de realizarle
un cuestionario sistemático, el cual fue realizado en el año 1962 mientras este
terminaba el montaje de Los Pájaros,
publicando la primera edición de estos encuentros en 1967, y llegando hasta la
cinta numero cincuenta de su filmografía titulada La cortina rasgada.
La introducción de la
primera edición expone desde la perspectiva de Truffaut, una pregunta un tanto
compleja: ¿Cómo expresarse de una forma puramente visual? Primera y principal consulta
que según el director francés hace parte de aquellas que todo cineasta debe
plantearse, y en respuesta directa al autor ingles, está puede verse o
responderse desde su cine silente hasta las películas en color hollywoodense,
valor agregado, la posibilidad de haber sido un cineasta del periodo mudo, lo
potenció para adaptar y estimular los silencios en su cine, los mismos que dilucidan
con la técnica los gestos, los objetos, y los diversos simbolismos subyacentes.
Quinientas preguntas fueron elaboradas para que Hitchcock diera razón de su
carrera cinematográfica con un orden cronológico, las cuales en palabras de su
autor –aunque no se considere como tal- corresponden a un trabajo periodístico
de más de cincuenta horas con tres temas relevantes:
-Las circunstancias que
rodearon el nacimiento de cada film.
-La elaboración y
construcción del guión.
-La estimación personal
del resultado comercial y artístico de cada película respecto a las esperanzas
iniciales.
[…] Al
principio, Alfred Hichcock, en óptimas condiciones, y como siempre le ocurre en
las entrevistas, se mostró anecdótico y divertido, pero a partir del tercer día
se reveló más grave, sincero y profundamente autocrítico, describiendo
minuciosamente su carrera, sus rachas de suerte y de desgracia, sus
dificultades, sus búsquedas, sus dudas, sus esperanzas y sus esfuerzos. Poco a
poco fui comprobando el contraste existente entre el hombre público, seguro de
sí mismo, deliberadamente cínico, y la que me parecía ser su verdadera
naturaleza: la de un hombre vulnerable, sensible y emotivo, que siente profunda
y físicamente las sensaciones que desea comunicar a su público (p.16-17).
La postura que
encontramos en el escenario de la vida de Hitchcock, es entrelazada con otros
autores, a la política de autor de
Cahiers du Cinéma, y su desencuentro con algunos críticos. Su valoración como
cineasta total podría parecernos exagerada en el presente, pero debemos atenuarla
con la resignificación constante que el cinéfilo, académico, o neófito en el
tema, debe darle a las películas del “maestro del suspenso”; ahí, en ese orden
de las cosas, entra este clásico, seminal, y retomado libro que nos da pistas puras de la
creación manifiesta de unas películas, y lo que en ellas un director visionó,
adaptó, y posicionó bajo una marca indeleble que trasmitió ciertos mensajes en
roles tan comunes, y dirigidos a seres humanos corrientes. Lo que nos lleva,
asumiendo la expresión de Truffaut de considerar a Hitchcock un “artista de la
ansiedad”, a vernos inmiscuidos en el compartir de sus obsesiones, las que
película tras película el director entregó.
Además de su prólogo,
introducción, notas de la edición francesa, filmografía, y resumen
bibliográfico, encontramos dieciséis capítulos que inician con la reflexión en
torno a la cinta Number thirteen
-1922-, obra nunca terminada en su primera etapa como cineasta; hasta Family plot -1976-, última película que
marcaría los años finales de su vida hasta su deceso en el año 1980.
La importancia del libro
trasmuta a un documental en el año 2015 con la dirección de Kent Jones,
utilizando el archivo sonoro del encuentro entre los dos cineastas, escenas de
algunas de sus películas, y los comentarios de Wes Anderson, Olivier Assayas,
Peter Bogdanovich, Arcaud Desplechin, David Fincher, James Gray, Kiyoshi
Kurosawa, Richard Linklater, Paul Shrader, y Martin Scorsese; centrándose en
dos películas en particular, Vértigo -1958-
y Psicosis -1960-. Sin lugar a dudas, un serio homenaje a este encuentro que se
cruza con las historia de las imágenes en movimiento, y algunos elementos
distintivos que podrían ser comprendidos cruzando los datos que encontramos en el
texto, y revisando la obra en su conjunto, tarea cinéfila básica en “tiempos
modernos” donde el lenguaje audiovisual se pone en constante debate, y los
dispositivos o plataformas de observación, son tan variados.
El programa de
televisión española, “Días de Cine”, presentó un especial dedicado al
documental de Jones, apareciendo Serge Toubana, coguionista de esta obra, y
reconocido personaje que dirigió la revista Cahiers du Cinéma, y la Cinemateca
Francesa, es decir, la reflexión venida desde el conocimiento interno de los
directores francesas y el sentido básico de asumir la obra y el autor de una
película desde la visión editorial y cinéfila. Importante por inmiscuirse en el
diseño de lo más relevante de una extensa entrevista para ser expuesto audiovisualmente,
pudiendo haber ocurrido el riesgo de ser apologética,
pero convertida en una obra que cierra y apoya esa triada particular de
sonoridad, escritura, y documental:
[…] Hemos
perdido un poco del orden de la inocencia en relación con las imágenes, las tenemos
en la mano, la controlamos, detenemos la imagen, la modificamos, cambiamos el
encuadre, en la época de Truffaut y Hitchcock, en 1962, el filme era el reino de
las imágenes..., yo encontré las
grabaciones hace veintidós años, en la película que ha hecho Kent se ve el
libro, se ven las páginas, pero es verdad que las voces producen un impacto,
dan una gran autenticidad a esos diálogos…; y llega a plantear la cuestión de
si es un cineasta católico, nunca le habían preguntado una cosa así, nunca, en
el sistema de estudios decir eso no tenía sentido…, poco a poco Hitchcock se
deja llevar, se libra a cosas muy profundas sobre los sueños, la sexualidad, la
culpabilidad, temas importantes que son fundamentales en su obra.
Ante estos ejercicios canónicos
que parecen ser ya parte de nuestra existencia bibliotecaria, académica, y de
consulta casi “religiosa”, el libro que hemos presentado se instaura dentro de
esas fuentes que algunas vez fueron un paso a la ruptura de ciertos esquemas ya
establecidos ante los posicionamientos de un autor y sus creaciones artísticas,
en este caso desde el cine.
En conclusión, podemos
afirmar que la cinefilia, el encuentro de los cineastas, los audios, la
publicación del libro, y el paso a lo visual, ejemplifica con arrojo la
singular pasión ante el conocimiento y la posibilidad de ahondar sobre eso que
aprendemos; afortunados en parte por disfrutarlo, analizarlo, y dejar con “ganas”
a quien lee este documento de escasas páginas, para que esta vez –si no lo ha
hecho-, se meta con amor en el mundo de Alfred Hitchcock, pero no olvidemos
como lo afirma en una de sus líneas a Truffaut, a propósito de Psicosis, “…que la palabra amor es una palabra
eminentemente sospechosa”.
Fuente
François
Truffaut, El cine según Hitchcock,
Alianza Editorial, Quinta edición, Madrid, 2010.
Documental
Hitchcock/Truffaut
De:
Kent Jones
Estados
Unidos, 2015, 80 min.
Imágenes
-Caratula
primera edición del Hitchbook.
-Foto
de los directores al final del encuentro.
-Cartel
del documental.